Cuando a un riojano le mentan la niebla no se acuerda del perro de Heidi. Habla del Parque del Ebro de Logroño en las mañanas ... de noviembre o de los terrenos extensos desde Alfaro a Haro invisibles por el blanco. Que vuestro clima es muy húmedo. Muy de meterse en los huesos y calar hasta el alma de un recio navarro acostumbrado a la sequedad del clima foral perfecto.
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Que el fresquete ha llegado a vuestras tierras por fin. ¿No queríamos un otoño en condiciones? Pues toma. Aquí lo tenemos. Y a mí me ha sentado como un bofetón a mano abierta. Un zasca a mano de hierro igualica que la que presentaron el lunes en la capital de mi Reyno. La mano de Irulegui. Esa que tiene las primeras palabras en protovasco.
Fue un emotivo momento conocer esa pieza en la que se veían unas letricas escritas con un punzón. El objeto colgaba en una de las puertas de un poblado vascón cerca de Pamplona y que fue destruido por el malvado romano que luego nos trajo las canalizaciones, las leyes y la cultura entre otras cosas.
El primer texto en un euskera básico que luego se hizo lengua escrita en vuestro San Millán. Que junto a las Glosas emilianenses también tenéis el primer texto en vasco en vuestras entrañas riojanas. Por eso nunca entendí por qué no reivindicáis más ese origen. Hacer del euskera una seña de identidad riojana. Aunque no se hable. O no se quiera hablar. Poner a La Rioja como ejemplo de convivencia de idiomas y de paso sacar unos eurillos a las administraciones de las comunidades hermanas si se puede con la excusa. Hay que pensar en todos los frentes posibles.
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Cuando visité hace unos años San Millán me sorprendió encontrarme una placa junto a la del origen del castellano que explicaba que aquí «nació el euskera». Yo no lo sabía. Tampoco la explicación que se me dio fue muy aclaratoria. Como si diera miedo reconocer que en un lugar tan bonito con niebla nacieron los dos idiomas que regaron el Ebro. Cuestión de idiomas. Siempre lo mismo.
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