ANECDOTARIO

La pequeña niña Nell

Sábado, 26 de agosto 2023, 21:27

En 1841 los lectores americanos de Dickens se agolpaban por los muelles de Boston y Nueva York para esperar la llegada de los barcos que ... traían de Inglaterra las últimas páginas de la novela por entregas 'La tienda de antigüedades'. «¡¿Qué pasa con la pequeña?! ¡¿Al final muere la dulce Nell?!», preguntaba a gritos la muchedumbre desde el puerto a los pasajeros de esos barcos que se acercaban a tierra por aguas oscuras y silenciosas transportando en sus bodegas los capítulos finales del libro. Todos necesitaban saber qué ocurría finalmente con la niña protagonista. Luego, cuando en 1842 Dickens visitó Estados Unidos, fue recibido como una estrella mundial, con actos ceremoniosos repletos de autoridades y miles de fans por las calles; se certificaba así la pasión del ser humano por las historias bien contadas, la adicción que provocan esas dosis de suspense por capítulos que siguen funcionando en Netflix y que antes de Dickens manejaron los juglares, los bardos y los viejos narradores de la tribu alrededor de la hoguera.

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Estamos pasando un verano de relatos por capítulos que tienen a mucha gente enganchada. Los medios recopilan cada día su dosis de novedad y el público –como aquellos lectores de Dickens– se congrega ante las pantallas para saber qué es lo siguiente. Hay al menos tres folletines estivales: Rubiales, el caso de Daniel Sancho y las maniobras para la investidura. Cada una de estas historias provoca un interés variable, pero al menos son mejores que las del verano pasado: las polémicas estériles sobre los límites al aire acondicionado en los comercios y aquellos pinchazos en discotecas. Este último serial tuvo un final lamentable peor que la serie 'Perdidos', acabó sin explicaciones y a otra cosa mariposa; la psicosis colectiva abrazó alguna otra obsesión.

A mí me interesa mucho la cuestión política que ahora vive los tiempos de la ceremonia previa al desenlace: van desfilando los portavoces serios en las ruedas de prensa y hacen sus maniobras muy afectadamente como los toreros en el paseíllo, lanzando frases al aire y escribiendo los capítulos iniciales de una novela que, igual que las de Dickens, va a durar bastantes meses. El catálogo inicial de sus acciones promete un serial surrealista: juramentos estrafalarios de los diputados, Sánchez incumpliendo la Ley del Gobierno en funciones o el retorcimiento del reglamento para que Junts y ERC tengan grupo parlamentario (en 2019 lo hizo el PP en el Senado con Ciudadanos). Como remate glorioso a este arranque del sainete no han despachado ante el Rey cuatro partidos sobre los que recae parte de la responsabilidad del futuro del país; el final del culebrón está en manos de quienes apuestan sin complejos por deshacer la nación. En la novela de Dickens, la pequeña niña Nell muere al final del libro.

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