Han sido incontables los deportistas que han expresado sus posturas en distintas causas aunque con acierto desigual, pero otros intentan no involucrarse públicamente cumpliendo la ... máxima que le atribuyen a Goethe: «¡Artista, trabaja, no hables!». Lo hizo Michael Jordan cuando le criticaron por no haber apoyado al afroamericano y candidato demócrata por Carolina del Norte Harvey Gantt. «Los republicanos también compran zapatillas», dijo el genio del baloncesto mundial. Ocurre que el deporte ha sido siempre un escenario muy apetitoso para usarlo de megáfono y amplificar toda clase de mensajes, desde el puño alzado de Tommie Smith y John Carlos en México 68 en favor de los derechos civiles hasta aquel tipo que saltó a corretear desnudo en medio de un partido de curling. Sucedió en 2006 en los Juegos Olímpicos de Invierno de Turín y el espontáneo nudista lo hizo para promocionar una página web; hay vídeo y está en YouTube.
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Ahora hemos tenido protesta separatista con el paso de la Vuelta a España por las provincias catalanas: la primera etapa comenzó por la tarde y no había luz en las farolas de Barcelona (el Ayuntamiento lo achacó a un problema técnico), así que los ciclistas recorrieron la ciudad condal en una penumbra inquietante que recordó por momentos a la Gran Vía de Logroño en esas noches de invierno antes de que cambiasen la iluminación. En la segunda etapa, y en un alarde de ingenio propio de estudiantes de primaria, alguien arrojó chinchetas por el asfalto a cien metros de la meta. «Es que es una vuelta colonialista», dijeron desde la plataforma independentista 'Alerta Solidaria'. El remate a esta colección de sabotajes chapuceros vino al día siguiente, cuando la Policía Nacional sorprendió in fraganti a cuatro tipos ocultos en un puente de Lérida con 400 litros de aceite listos para derramar al paso del pelotón. Uno de esos pobres hombres llevaba hasta ropa de camuflaje, que las epopeyas bélicas hay que escribirlas con toda su épica chiflada desde la ropa que se escoge por la mañana.
El país ha estado enganchado al asunto de Rubiales y por eso este monumento al cutrerío cafre ha pasado desapercibido aunque yo creo que anticipa el clima que se avecina; lo repetía Quim Torra como un autómata averiado y en bucle: «ho tornarem a fer, ho tornarem a fer». Les toca mostrarse fuertes de cara a las negociaciones, apretar el brazo y que reluzca el bíceps y, como el ciclo político está todavía aletargado, para que se vea bien el músculo independentista no hay nada mejor que el altavoz del deporte. Pero Piqué anda en sus negocios y el Fútbol Club Barcelona enredado en sus palancas, por eso esta vez han usado la Vuelta Ciclista. Habrá muchas más majaderías y las contemplaremos, pero que no vayan por ahí tirando litros de aceite, hombre, con lo caro que está.
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