Las crecientes sospechas de que el asalto a las sedes de los tres poderes en Brasil por parte de una turba de fanáticos extremistas que ... pedía la intervención del Ejército no fue espontánea, sino una operación minuciosamente planificada para destituir al recién nombrado presidente, Lula da Silva, empiezan a cercar a su antecesor, Jair Bolsonaro, y su entorno. Anderson Torres, exministro de Justicia, ha sido detenido por su presunta connivencia con la intentona golpista de la que, como secretario de Seguridad de Brasilia, fue alertado por los servicios de inteligencia dos días antes, a pesar de lo cual redujo, en vez de reforzar, la protección policial de las principales instituciones. Además, el Tribunal Supremo investigará la presunta vinculación del líder ultraderechista con el mayor ataque a la democracia del país desde el final de la dictadura en 1985. Su total esclarecimiento y la depuración de responsabilidades conforme a la ley son ineludibles para garantizar el respeto a los derechos y libertades de todos en un Brasil fracturado en el que el populismo ha dejado heridas difíciles de cicatrizar. Una tarea en la que Lula habrá de combinar firmeza democrática y mano izquierda.
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