Borrar
Javier Murúa posa en el calado de Conde de los Andes, que guarda alrededor de medio millón de botellas desde 1892 hasta 2022. Justo Rodríguez
Centenario del Rioja: 1925-1930

Conde de los Andes, en las entrañas del vino

Los calados de esta bodega de Ollauri, que en algunos casos datan del siglo XV, son auténtica historia de nuestra tierra

Sábado, 31 de mayo 2025

La parte más íntima o esencial de algo son las entrañas. Así se pueden definir los calados de la bodega Conde de los Andes, espectaculares cuevas excavadas bajo tierra en tres niveles y que tienen algunos tramos que datan del siglo XV. Es la historia de Rioja y de sus vinos, previa a la Denominación de Origen que ahora celebra su centenario. Porque el tesoro que se esconde en el subsuelo de Ollauri es muy anterior. «Aquí se hace vino desde el siglo XVII», asegura Javier Murúa. «Y ahora depende de nosotros conservar y darle todo el realce que se merece a este patrimonio. Es nuestra responsabilidad. Estamos invirtiendo en ello», añade.

Desde hace once años, está al frente, junto con su padre, Julián, de esta bodega adquirida a la familia Eguizábal con el histórico calado que fue el origen de la compañía vitivinícola creada por Federico Paternina. A 40 metros de profundidad, bajo el cerro de Churrumendi, discurren alrededor de dos kilómetros de galerías –la familia Murúa ha ido ampliando las instalaciones– en las que se ha respetado la arquitectura original, los arcos de estilo mudejar, las bóvedas de cañón, la piedra de sillería, los nichos, las tinas... En definitiva, toda la obra que en su día realizaron los canteros gallegos a pico y pala. En honor a aquel trabajo, precisamente, una de las marcas históricas de Paternina es el Banda Azul, cuya etiqueta refleja la bandera de Galicia.

El emblemático calado de los Candiles, el de la Flor o el de los Gallegos son algunas zonas de este conjunto laberíntico que aglutina alrededor de medio millón de botellas de prácticamente todas las añadas entre 1892 y 2022 y que a lo largo de su historia ha tenido visitas ilustres como las del escritor y periodista norteamericano Ernest Hemingway, junto a su mujer, Mary Welsh, y su amigo el torero Antonio Ordóñez a finales de septiembre de 1956. De Estados Unidos, precisamente, llegan muchos turistas a los que «les sorprende lo que se encuentran aquí, porque no se lo esperan», dice con orgullo Javier Murúa. que ha tratado de mantener «y respetar la historia que recogimos con la compra de la bodega, pero dando nuestro propio enfoque y personalidad».

  1. Cronología: 1925-1930

Elaborar vino 90 años después

Levantaron una nueva nave de elaboración y hace una década pusieron en el mercado un vino «hecho aquí –fueron un blanco y un tinto–, algo que no sucedía desde hace casi noventa años», porque Paternina en 1922 se trasladaba a Haro. «Trabajamos con uvas procedentes de una veintena de hectáreas repartidas en medio centenar de parcelas que tenemos entre Ollauri, Haro, Briñas y la vecina localidad riojanoalavesa de Labastida», explica. Y han ido cambiando los métodos de envejecimiento, de la crianza 100% en barricas de roble de 225 litros a bocoyes de 500 o huevos de granito y hormigón. 

La mitad de la producción de Conde de los Andes va al mercado internacional (Estados Unidos, Reino Unido...). Un tinto de la variedad tempranillo y un blanco de viura son sus referencias junto al Duermevela –«la versión actual del gran reserva», apunta Murúa– y a los Capítulos, una línea más rompedora, una familia de vinos en los que se experimentan vinificaciones y que pueden cambiar dependiendo de la cosecha; las uvas empleadas para su elaboración proceden de cepas centenarias plantadas, en alguno casos, en 1910.

«Tenemos una gran diversidad de producto y capacidad para atender mercados y clientes muy diferentes. Es importante reconocer cómo funciona la cadena de suministro para saber cómo se posicionan los vinos y también es importante segmentar en función del tipo de cliente al que quieres llegar», asegura. Conde de los Andes forma parte del grupo Muriel Wines, que agrupa en Rioja a la bodega de Ollauri junto a Muriel, Luis Alegre, Viña Eguía y Finca Montalvillo; también tiene Pazo Cilleiro en Rías Baixas y Valdecuriel en Ribera del Duero. La presencia en tres denominaciones y el hecho de estar en permanente contacto con distribuidores y clientes de medio centenar de países del mundo –el grupo exporta más del 80% de su producción– le permite a Javier Murúa ser una voz autorizada en el sector. «La Denominación Rioja tiene que ser más ambiciosa, no conformarse con el hecho de que se va a vender menos porque eso supone un empobrecimiento de la región en general con todo lo que ello conlleva», asegura.

A su juicio el foco no hay que ponerlo únicamente en «cuánta uva sobre o cuánto viñedo hay que arrancar». Y propone ir más allá para «hablar de rentabilidades, de oportunidades de negocio, de la importancia de identificar a la competencia».

El modelo de éxito que «ha sido Rioja hasta hace unos años» se ha visto alterado por la pandemia y la crisis de consumo que ha llegado acompañada de una caída de ventas «y ahora hay gente pasándolo mal». Por ello, Murúa habla de éxito en pasado, pero es optimista con el futuro. «Tenemos que llevar ilusión al consumidor», reclama. Y lanza dos últimas reivindicaciones. «Hay que dejar de menospreciar el reconocimiento que tenemos», dice en primer lugar. Y en segundo, recuerda que «la demanda la genera Rioja pero depende de cada marca la creación de valor».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

larioja Conde de los Andes, en las entrañas del vino

Conde de los Andes, en las entrañas del vino