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Un café a dos ritmos
Café Quijano ofreció anoche un concierto en una plaza del Ayuntamiento bastante llena con una primera parte lenta y un final lleno de cafeína musical
A las doce y cinco de la noche apagaron los focos de la Plaza del Ayuntamiento para dar paso al primer concierto de las fiestas mateas ... en el 'escenario grande' de todos los que hay por toda la ciudad. Media hora antes del comienzo del espectáculo había poca gente cerca del escenario y los que ocupaban las lejanas gradas que este año ha colocado el Ayuntamiento en el Paseo de la avenida de la Paz aguardaban observando como si fuese la 'pasa y la contrapasa' la cantidad de gente que atravesaba el lugar sin quedarse tras ver los fuegos artificiales en el Parque del Ebro.
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Pero diez minutos antes del inicio pocos la cosa se animó. Los huecos se llenaron y la Plaza mostró una buena entrada gratuita.
Y así. Todo listo y con retraso entraron los de León de riguroso negro. Dos de ellos con chaqueta y el otro en camisa. Comenzaron las velada con su canción titulada 'Tequila' para que el público entrara en calor. Porque la noche estaba fría. Y eso quizá se notaba en un público que no se movía mucho, que escuchaba y tarareaba las canciones que más le sonaban.
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Porque los Café Quijano tiraron de todo su repertorio. Eso sí. Aprovecharon para presentar su último disco de nombre 'Manhattan' y que los logroñeses ya podían leer en un cartelón en la parte central que estaba iluminado minutos antes de comenzar el espectáculo.
Entre canción y canción el cantante y hermano mayor hablaba demasiado. Contando anécdotas que ralentizaban el espectáculo en muchas de las ocasiones y daba la sensación de que allí la cafeína de su nombre no iba a hacer efecto para darle ritmo a la cosa.
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Y eso que el sonido fue impecable. Rodeados de una banda formada por un batería, un percusionista, un teclista, saxo, trompeta, saxofón y guitarra (además de ellos tres que tocaron guitarras eléctricas, españolas, ukeleles y contrabajo) todas las canciones sonaban sin ningún error.
Y era de agradecer. Porque hubo momentos de bastante sopor con las historias que contaba Manuel Quijano entre canción y canción.
La gente escuchaba, bailaba lo que se sabía y pedía las canciones que estaba esperando. Y tuvo que esperar casi al final del concierto para que el subidón de cafeína esperado fuera real. Porque con 'Lola' la interminable presentación de la canción con más de cinco minutos de presentaciones y ensayos para que el público cantara o moviera los brazos descafeinó su gran éxito.
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Tuvieron que esperar a los bises para meter un chute de energía y conseguir que los que no se habían ido por el frío lo dieran todo con temas como 'Desde Brasil' o 'La Taberna de Buda' con la que cerro ya cerca de las dos de la mañana el concierto.
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