El mercadillo de Logroño resiste como puede
Aunque sigue atrayendo a un buen número de clientes, los vendedores se quejan de la escasa 'caja'
Las gangas tienen su tirón aun en tiempos de pandemia. Cierto es que no al nivel que acostumbraban en la vieja normalidad, cuando un domingo cualquiera el mercadillo de Logroño era un trasiego de personas. Este domingo, en estos inicios de nueva estación que invitan a renovar el armario, por el entorno de Las Norias se dejaron caer un buen número de compradores y curiosos, aunque no en los volúmenes de antes.
Los vendedores así lo atestiguan. «La gente tiene miedo a comprar», admitía desde un puesto de zapatos, Teresa Borja. Por más que la mascarilla sea obligatoria, los vendedores ofrezcan gel hidroalcohólico y los puestos hayan ampliado la distancia entre ellos, a muchos logroñeses y visitantes les cuesta salir de compras.
«Se nota que hay mucha menos gente. Antes para las 11 de la mañana ya tenía caja y hoy (por este domingo) me acabo de estrenar», ilustraba Bernabé Jiménez, el responsable de un puesto de prendas de abrigo y moda femenina.
A la bajada en la demanda, se suman las restricciones. «Antes hacía tres mercadillos: Arnedo, Calahorra y Logroño. El primero ha pasado a celebrarse cada quince días, el segundo lo han quitado y sólo me queda el tercero; de forma que, de trabajar tres o cuatro días a la semana, he pasado a uno o dos. Y eso se nota», afirmó.
El mercadillo de Logroño mantiene todos los puestos con que contaba. Ahora también, a su oferta tradicional de moda, calzado, frutas y verduras o marroquinería, han añadido las mascarillas de colores. Todo otro signo de los tiempos que corren.
Lo que faltan son acentos. «Antes los fines de semana escuchabas a turistas o visitantes de comunidades vecinas que hablaban en otros idiomas, pero ya no sucede esto», observó Teresa. Sólo en momentos puntuales, como durante el pasado puente del Pilar, volvieron a oírse esas voces foráneas. «Ese domingo nos fue bastante bien», agregó la chica.
La preocupación crece estos días en vista de la inquietante evolución de la pandemia en Logroño. Siria Jiménez trae sus prendas de lencería desde Nájera. «A ver qué pasa, pero si confinan Logroño quizá no podamos venir a trabajar», trasladaba con pesar.
Los mismos puestos, pero de menores dimensiones
Todos los puestos del mercadillo de Logroño siguen ofreciendo su género en la nueva normalidad, pero unas nuevas marcas de color blanco amplían la distancia entre ellos por seguridad. Eso ha obligado a que algunos puestos hayan tenido que reducir su tamaño.
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