Logroño: la ciudad que crece entre árboles
La capital riojana apuesta por un nuevo paisaje urbano donde la naturaleza contribuye a mejorar la salud, la calidad del aire o la biodiversidad
Juan Marín del Río
Logroño
Lunes, 4 de agosto 2025, 10:33
Sin alcanzar aún el modelo de ciudad verde que ha hecho famosas a ciudades como Vitoria-Gasteiz –nombrada Green Capital en 2012–, Logroño parece avanzar con paso firme en la integración de la naturaleza en el espacio urbano. La capital riojana cuenta con varios 'pulmones' periféricos o ecosistemas urbanos. Estos espacios verdes proporcionan una serie de beneficios «de soporte, con biodiversidad y conectividad ecológica; de aprovisionamiento, con alimentos o agua; de regulación, de la temperatura, el ruido o la polinización; y culturales, para la práctica deportiva, el acceso universal a la naturaleza o la movilidad no motorizada», explica David Ijalba, presidente de la Asociación de Ambientólogos de La Rioja (Adalar).
Unos ecosistemas que pueden ser naturales o artificiales, surtiendo un efecto positivo para la ciudad en todos sus casos. De este a oeste, el río Iregua a su paso por Varea, el monte Cantabria con el río Ebro a sus pies, los parques San Miguel y de los Enamorados o el pantano de La Grajera son algunos de los pulmones más importantes de Logroño.
«Esta ciudad tiene la ventaja de estar flanqueada por dos ríos, un gran parque con un embalse y solo quedaría unir la parte sur. Tenemos constancia que se está trabajando en ello, pero esperemos que incluyan perfiles técnicos especializados en fauna y flora urbana, porque si no hay interconexión con la ciudad, si no es permeable para la fauna, el concepto de 'anillo verde' que buscan no será tal», indica Ijalba.
Las riberas del Ebro e Iregua, el parque de los Enamorados o La Grajera son 'pulmones' de Logroño
Los ecosistemas urbanos proporcionan beneficios como la regulación de la temperatura o del ruido
El Ayuntamiento proyecta un corredor verde en la zona sur de Logroño que conecta Yagüe con Varea
Algo con lo que concuerda Jesús López, concejal de Medio Ambiente, quien afirma que «se ve claramente en el mapa». «En esta franja, que comprende desde la trinchera del ferrocarril hasta Lardero hay zonas verdes, pero están dentro de las urbanizaciones, algo que de cara a la ciudad no vale para nada. Tenemos un proyecto para mejorar esa zona, evitar el problema de las inundaciones por las tormentas de verano y que todos los aires del sur aterricen en Logroño», apunta López. Se trata de un corredor desde el barrio del Horcajo, en Yagüe, hasta Varea, pasando por Ramblasque, que «tendrá quince metros de anchura, arbolado y caminos ciclopeatonales».
Además de los parques o pantanos ya existentes, las ciudades de hoy cuentan con la posibilidad de instalar una 'infraestructura verde urbana', un concepto acuñado por la Unión Europea que la define como una red estratégicamente planificada de zonas naturales y seminaturales de alta calidad, diseñada y gestionada para proporcionar la mayor cantidad de servicios ecosistémicos y proteger la biodiversidad, tanto en asentamientos rurales como urbanos. «Debemos fijarnos en otras ciudades cercanas. Es vital que la naturaleza esté dentro del entorno urbano y no solo en los parques periféricos. Tenemos una naturaleza maravillosa en los extrarradios de la ciudad, ahora hay que trabajar para conseguir que la ciudad sea permeable y la biodiversidad se cuele en todo Logroño, que de hecho ya lo hace pasando desapercibida y desprotegida en muchas ocasiones. Se debe poner el foco en crear espacios dentro de la ciudad, y conectarlos entre ellos y con el exterior», señala Ijalba.
«No tiene sentido quitar un árbol de gran porte para poner uno nuevo de menor tamaño, siempre y cuando no haya razones de seguridad ambiental»
David Ijalba
Presidente de Adalar
«En el sur de Logroño hay zonas verdes, pero están dentro de las urbanizaciones, algo que de cara a la ciudad no vale para nada»
Jesús López
Concejal de Medio Ambiente
Una de las técnicas más eficientes para conseguir que Logroño sea una ciudad verde, con buena calidad del aire o sin temperaturas extremas durante los meses de verano es «plantar diferentes tipos de árboles y vegetación». Es fundamental conservar aquel arbolado «que ya tenemos funcionando a pleno rendimiento. No tiene sentido quitar un árbol de gran porte para poner uno nuevo de pequeño tamaño, siempre y cuando no haya razones de seguridad o salud ambiental», aclara el presidente de Adalar. «Después tenemos que apostar por un mosaico de especies que sean autóctonas, lo que permite, por una parte, adaptarnos al cambio climático y por otro, favorecer a las especies que ya están presentes aquí. Y también un mosaico de portes; necesitamos árboles, pero también necesitamos arbustos y herbáceas. Estos elementos sirven de refugio y alimento para la fauna, por ello cuanto mayor diversidad haya, mejor. Y esto incluye todas esas 'malas hierbas' denostadas por la sociedad y que se abren paso entre baldosas», bromea.
«Tenemos y debemos aprovechar todos los espacios de la ciudad para que sean los alvéolos de nuestros pulmones, cada jardinera, cada maceta, cada alcorque, cada mediana es un sitio perfecto para poner las especies que necesitemos. Sin flora, no hay fauna, y eso nos incluye también a nosotros», concluye Ijalba.
La regla 3-30-300 y el reto de ser una ciudad modelo
Cada ciudadano debe poder ver tres árboles de un tamaño decente desde su casa, debe tener un 30% de cobertura vegetal en su barrio y no debe vivir a más de 300 metros del parque o espacio verde más cercano. El silvicultor holandés Cecil Konijnendijk desarrolló la teoría del 3-30-300 con el objetivo de que las ciudades europeas se unieran a ella en busca de una mejor calidad de vida, especialmente cuidando la salud mental. Para el presidente de Adalar, «basta coger un mapa y comprobar si se cumple; queda bastante por hacer, sobre todo en el 'corazón' de Logroño» indica. Para el concejal de Medio Ambiente, Logroño es una ciudad «muy recogida», por lo que el objetivo, aunque no se haya logrado todavía, es posible. «Cualquier logroñés tiene un parque a menos de 300 metros, entonces eso más o menos se cumple», comenta. «Ahora tenemos unos 20.000 árboles y lo complicado, que nos llevará unos años, es llegar al ratio del número de árboles por persona –unos 50.000– para los 152.262 habitantes. «Ahí es donde necesitamos ampliar. Lo que pasa es que en el Casco Urbano no podemos, por lo que creamos nuevos parques, además de ampliar los parques ya existentes siempre y cuando sea posible», explica López.
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