El Casco Antiguo se reivindica como barrio
'Todo al rojo'. Vecinos del centro histórico de la capital de La Rioja dan forma a un «movimiento participativo» para visibilizar que hay hogares y personas que viven en la zona y que llevan años sufriendo el ocio mal entendido
La apuesta vecinal es clara y, a día de hoy, 'Todo al rojo' –como se ha venido a denominar– es un movimiento que no para ... de ganar adhesiones en pro de aportar soluciones a un problema que no es nuevo, pero que se ha visto agravado tras la pandemia. El Casco Antiguo de Logroño se reivindica como barrio y sus vecinos, a los que se han sumado comerciantes e incluso algunos hosteleros, siguen trabajando para visibilizar que el centro histórico de la capital de La Rioja es una zona más con hogares, donde viven personas, y no un lugar de ocio y esparcimiento mal entendido donde vale todo.
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Lo que empezó como un grupo de residentes unidos de manera espontánea para gritar 'basta ya' y reclamar su derecho a vivir con tranquilidad, «como cualquier vecino de cualquier otra zona de la ciudad», se ha convertido en un creciente fenómeno que, de momento, se ha concretado en dos jornadas de trabajo a las que seguirán otras y algunas acciones reivindicativas en el futuro.
Así, de entrada, las ristras de pimientos rojos colgadas en balcones y ventanas como forma simbólica de reclamar el espacio perdido en la plaza del Mercado, tendrá continuidad con una mesa informativa que se instalará el próximo 23 de diciembre, fecha previa a la Nochebuena, para difundir su mensaje entre las 20 y las 21 horas. Al mismo tiempo, y para mostrar su repulsa al vandalismo registrado en torno al árbol de Navidad –han roto luces y robado bolas–, preparan hacer algo con los mismos pimientos como protagonistas.
El próximo 23 de diciembre, de 20 a 21 horas, se instalará una mesa informativa en la plaza del Mercado
«Seguimos con una reivindicación histórica y que se alarga en el tiempo» y «no entendemos por qué no se hace nada», han sido algunas de las ideas expuestas por los más mayores del barrio durante las dos jornadas guiadas por 'Ciudades Cuidadas' –en las que se convocó a todas las personas que de alguna manera forman parte de la actividad diaria del Casco Antiguo, vecinas y vecinos, comercios locales, hosteleros, asociaciones y entidades–.
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Sobre la mesa, la problemática actual que vive la ciudadanía que lo habita: ruido, suciedad, insalubridad, percepción de inseguridad y privatización del espacio público que genera la proliferación de terrazas asociadas, en muchos casos, a los locales destinados al ocio nocturno... Y en la mente, la búsqueda de soluciones desde una comunidad que conforman todos –incluso el resto de ciudadanos que residen en otros barrios y acuden al centro a disfrutar de su tiempo libre–.
La próxima acción reivindicativa tratará de mostrar su repulsa al vandalismo sufrido por el árbol de Navidad
«El Casco Antiguo es una gran fortaleza de nuestra ciudad que debemos cuidar, pero como barrio sobrevivimos en condiciones que generan malestar en la convivencia del día a día. Es palpable la dejadez que sufrimos por quienes vienen a usarlo durante el fin de semana por la noche y muy visible el abandono de las autoridades competentes», resumen en unas conclusiones en las que todos están de acuerdo, al igual que en el «desmadre» tras el confinamiento que «lo hace difícil de compatibilizar con la vida».
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Hablan incluso de un 'pequeño Magaluf' de excesos y desenfreno nocturno que hace que incluso en otras partes de la ciudad se tenga una imagen equivocada de lo que es el centro histórico. «Nuestra fuerza es la ilusión por cambiar las cosas, pero nuestra debilidad es el Ayuntamiento, que debería hacerlo posible», sentencia Patricia San José, quien junto a Ana Alcalde fueron las vecinas que pensaron en la idea de colgar ristras de pimientos rojos en octubre.
Y así, hasta ahora, han ido surgiendo temas como la desaparición del comercio antiguo de cercanía, la inexistencia de espacios destinados a juegos para la infancia, así como para la tercera edad, el aumento de locales y pisos vacíos sin uso, de solares abandonados con plagas de ratas, y la desregulación sobre el uso turístico en las viviendas «que va amenazando con la pérdida de redes sociales vecinales y va generando una desigualdad social preocupante y una rápida y grave despoblación».
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