Carlos Arrazola | Presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro

«La Rioja está bastante compensada en regulación y garantía de agua»

– ¿Cuál es la situación del Ebro en La Rioja, con la reciente sequía y la sensación de que van a ser más recurrentes?

– Los fenómenos son cada vez más extremos, pero tanto sequías como avenidas son inevitables. Debemos estar preparados para afrontarlas. El pasado año casi el 85% de la cuenca del Ebro sufrió una sequía grave y creo que La Rioja está aceptablemente bien preparada. Se ha hecho una regulación y hay dispuestas inversiones para mejorar, por ejemplo, el regadío. Pero hay que seguir dando pasos adelante.

– Una de las zonas más afectadas fue la del Iregua, donde tradicionalmente se riega a manta. ¿Se puede usar así el agua o hay que modernizar regadíos?

– Hay que modernizar porque todos quieren que sus inversiones, sus explotaciones, tengan una viabilidad y esa pasa por la garantía de agua. El uso más eficiente del agua conlleva éxito, por lo que hay que ir avanzando. Se está haciendo en el Najerilla, con una inversión de 35 millones y con la cuenca volcada en la modernización. Es una garantía para el territorio.

– Las inversiones para modernizar el regadío son caras y el sector primario tendrá que pagar en un momento crítico. ¿Eso ralentizará el proceso?

– Percibo que el Ministerio de Agricultura está haciendo un esfuerzo en impulsar este tipo de inversiones porque el año pasado la sequía se puso de manifiesto de forma cruda en zonas como en el Iregua. En otros sitios fue más dramático. La Rioja se regó más o menos con el 65% de la dotación. En otros sitios no se pudo llegar a la mitad y ni siquiera ahora se ve la luz. Las modernizaciones son necesarias y Agricultura, a través del Seiasa, está firmando muchos convenios por lo que creo que no se van a ralentizar.

– La pasada semana recibió al presidente de La Rioja en la sede de la CHE y, tras la reunión, Gonzalo Capellán expresó que «cada día son más necesarias las infraestructuras de almacenamiento de agua». ¿Hay un déficit de infraestructuras en La Rioja?

– Las infraestructuras de regulación se reclaman siempre: cuando hay sequía para poder almacenar agua y, en caso de inundaciones, para poder regular el agua y laminar las inundaciones. Ahora mismo en la cuenca hay cuatro grandes obras en construcción y debemos acabarlas. En los planes hidrológicos es donde deben figurar esas intervenciones. Y siempre teniendo en cuenta que los beneficios que deben aportar superen a los perjuicios ambientales y sociales. Son planteamientos que hay que hacer de manera muy seria, reposada, con todos los actores de cada territorio. Son inversiones que necesitan un importante tiempo de maduración. Creo que La Rioja cuenta con cuatro presas importantes, además de Terroba, que suponen una garantía.

– ¿Sobre la mesa no hay ninguna gran obra en La Rioja en un futuro próximo?

– En el Plan Hidrológico no hay nada contemplado. Vamos a destacar Enciso, que se va a poner en explotación y donde el Gobierno de La Rioja tiene unas iniciativas que se deben consolidar: garantía de abastecimiento, modernización de regadíos y creación de otros nuevos... La Rioja ahora mismo está bastante compensada en regulación y garantía de agua.

– Citaba Enciso, ¿cuál es su valoración de esa infraestructura que ha sufrido tantos retrasos?

– Las grandes infraestructuras son siempre difíciles y estamos satisfechos de lo que logramos terminar. Y más cuando mejoran la sociedad, afianzan a la gente en el territorio, generan economía... Ha requerido mucho tiempo y ya está en marcha.

– Otra gran intervención reciente han sido la del Ebro Resilience en Alfaro. ¿Han funcionado bien esas zonas de inundación?

– En la avenida de 2021 ya se pudo observar la efectividad de estas actuaciones en un entorno tan complicado como la confluencia del Ebro con el Aragón. Y este año todavía más. Han funcionado perfectamente, han sido capaces de apaciguar las aguas, con el apoyo de Itoiz y Yesa en la laminación. Esas 50 hectáreas inundables han logrado amansar las aguas. Tenemos otras actuaciones similares a la de Alfaro en Navarra y Aragón con cauces de alivio, áreas de inundación... Y también hemos logrado que no se hayan visto amenazados los núcleos urbanos, que es el principal objetivo.

– Se habla de renaturalizar y que el río vuelva a sus dominios. ¿Es el método para controlarlo y no tanto el encauzamiento?

– Como cualquier río, el Ebro debe tener una elasticidad. No podemos constreñirlo a un canal. Los fenómenos se van a repetir y, con el cambio climático, probablemente con mayor virulencia y frecuencia. Es importante que recuperen su capacidad de expandirse, como ríos mediterráneos que son y que, sin obras de regulación, podían haber dejado de discurrir en algunos puntos. Hay que mantener el equilibrio entre las actividades económicas de su entorno y la calidad adecuada de las masas de agua.

– La Ley de la Biodiversidad europea conmina a acabar con saltos, azudes... ¿Resulta complicado en el Ebro?

– Es una iniciativa que está dentro de la Estrategia Nacional de Restauración de Ríos. Es una buena cosa dar continuidad longitudinal a las aguas de los ríos. Se trata de un camino que la Confederación está recorriendo, pero parece que solo pensamos en esos y no. Hay miles de azudes y comenzamos por los que no tienen uso. Además, los procesos son muy garantistas.

– Hablábamos de agua superficiales, pero ¿qué pasa con los acuíferos? ¿Existe en La Rioja un abuso de pozos y captaciones?

– Hay muchos acuíferos y muchos ámbitos y, en La Rioja, creo que no es preocupante. Hay unos 4.000 derechos autorizados y existen labores de vigilancia, guardería... No se denota una situación problemática, como ocurre en otros lugares de la cuenca, donde se han generado zonas de protección.

– ¿La CHE persigue las captaciones ilegales?

– Lo que se detecta, se denuncia y se tramita. No tengo la percepción de que sea un problema. En el año actual hemos intensificado la vigilancia de este tipo de usos por la sequía y también se han aumentado el número de denuncias.

– Empresas como bodegas, por ejemplo se construyen en suelo rústico, y aseguran que en ocasiones les es muy difícil lograr una captación de agua. ¿No se está dando esa posibilidad?

– La Confederación no tiene un carácter discrecional de si da agua o no. Hay que hacer un procedimiento muy garantista, dependiendo de la cantidad que se extraiga, y una vez valorada toda la información, el expediente es el que te lleva a un camino. En otros lugares de la cuenca sí que se han marcado restricciones. En La Rioja, no. Por eso no hay motivos por los que la Confederación, en lugares remotos, sin posibilidad de abastecimiento, los deniegue.

– Más allá de La Rioja, el debate sobre el posible trasvase de agua del Ebro a Barcelona está ahí. ¿Se va a llevar a cabo?

– Excede de nuestra competencia, ha de decidirlo el Gobierno. Creo que ha quedado claro que la manera de solventar la sequía en Cataluña será a través de la desalinización, primero con agua de Sagunto, y luego con las desaladoras catalanas. Lo demás la Confederación no debe valorarlo.

El Camero Viejo alberga un proyecto de presa que lleva años esperando el agua. En apariencia, el muro está dispuesto para regular el flujo del río Leza, pero faltan unos detalles técnicos y de seguridad que han provocado una dilación que se suma a otras previas y que convierten esta infraestructura en una especie de cuento sin final.

Por eso Carlos Arrazola prefiere no hablar de una fecha concreta para su puesta en marcha, pero sí que esta llegará. «Este año se van a realizar reparaciones en los desagües de fondo, que tardarán entre seis y ocho meses. Y luego está el proceso de puesta en carga, que es largo porque es muy garantista, con escalones de llenado y vaciado para que la presa sea completamente segura. Eso nos coloca ya en 2027, en el mejor de los casos», declara. Entonces, quedaría otro aspecto clave: «Tiene que haber una garantía de usuarios que dé viabilidad a la presa, alguien que necesite ese agua para regadíos u otros usos. La Comunidad Autónoma de La Rioja está trabajando en eso».

¿Cabe pensar que Soto-Terroba, sin explotación turística, pequeña y en un valle no especialmente agrícola fue una obra inapropiada? «Juzgar ahora con los ojos de hace 20 o 30 años es muy difícil», resume. «Seguro que vieron una serie de oportunidades y que consideraron que merecía la pena hacerla. Soy optimista respecto a la amortización de la presa y en que pueda generar riqueza en la zona», insiste.

La clave es saber cuándo se podrá explotar y el presidente de la CHE se muestra prudente: «La presa está prácticamente en uso a falta de ese arreglo de los desagües de fondo. Probablemente podría estar operativa en 2027, aunque depende mucho de la meteorología para las fases de puesta en carga, porque suelen tardar varios años y no se puede abrir un grifo para llenarla. Lo que está claro es que la presa de Soto-Terroba se pondrá en marcha en perfecto estado cuando sea: 2026, 2027 o 2028».