Tienda con la persiana a medias, pero llenos de buen humor. Sonia Tercero
Comercios de Logroño ante el apagón

Sin poder atender, sin poder cobrar, sin poder cerrar y... «sin saber qué hacer»

La mayoría de los establecimientos comerciales y demás negocios riojanos se vieron afectados sobre todo a la hora de realizar pagos con tarjeta

J. C. / M. A. / J. M. D. R.

Lunes, 28 de abril 2025, 21:02

Que a eso de la una del mediodía grupos y más grupos de dependientes y dependientas estuviesen apoyados en las puertas de las principales tiendas de las zonas más comerciales de Logroño simplemente esperando era prueba evidente de la anormalidad del lunes menos lunes que se recuerda. A esa hora, ya no se hablaba de otra cosa que no fuese del apagón; el mismo que, curiosamente, cerró comercios y llenó terrazas en el centro. San Antón, Gran Vía o las Cien Tiendas eran el mejor ejemplo de lo que, a día de hoy, puede verse en una ciudad sin suministro eléctrico. Sin poder atender, sin poder cobrar, sin poder cerrar y... «sin saber qué hacer», como explicaba el personal de un conocido establecimiento de moda ante la incertidumbre del panorama que se presentaba. «Siendo las cancelas eléctricas en su mayoría, imagínate...», apuntaban en una zapatería entre las idas y venidas de una tienda a otra buscando soluciones al compartido problema.

Publicidad

Sin bancos ni farmacias, sin peluquerías ni dentistas, lo cierto es que la mayoría ya pensaba en la comida, y ahí tanto el comercio minorista como el mayorista hizo lo que buenamente pudo. Haber, hubo de todo: aperturas más o menos habituales, las menos; parciales, o hasta donde fueron capaces de llegar; y cierres «al no quedarnos otra».

La mayoría de los establecimientos comerciales y demás negocios se vieron afectados por el colapso del sistema eléctrico, sobre todo a la hora de realizar pagos con tarjetas. «Si pagas en efectivo sí que te puedes llevar la barra de pan que me queda y algo de embutido», fue la respuesta obtenida por un redactor al acercarse a una pequeña tienda de conveniencia.

La normalidad fue la excepción, y mientras logroñeses y logroñesas hacían cola ante algunos de los precocinados que pudieron salvar el servicio, otros optaban por acudir a un bar o darse una vuelta en busca de alternativas. Una vuelta donde las preocupaciones eran comunes.

«Compramos al día, y se nos va a hacer complicado aguantar los alimentos. Además, la máquina para cobrar tiene poca batería, y sólo me quedará para unas dos horas», explicaba una trabajadora del sector alimentación de Vara de Rey, preocupada por el género de las cámaras frigoríficas.

Publicidad

Opiniones que podían escucharse en Rossana, en el bufé, que no en la carnicería, con largas colas para comprar comida. Mientras, en el bar Nebraska de la calle Huesca, una camarera comentaba que «los clientes se han quedado en la terraza, pero sin poder consumir. Ni siquiera podemos bajar la verja de la puerta». «Día para olvidar», según todos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta especial!

Publicidad