Patrimonio de flora y fauna en retroceso
El Catálogo de Especies Amenazadas eleva a 28 las plantas y animales en peligro de extinción a causa del cambio climático o la invasión humana de sus hábitats
Un equipo de buzos de la Confederación Hidrográfica del Ebro realizó hace seis años en Agoncillo uno de los mayores hallazgos del patrimonio riojano de los últimos tiempos. Sondeando el lecho del río, encontraron unas margaritonas, un bivalvo de agua dulce, una náyade, que no se habían localizado en la región desde casi un siglo atrás. Se daba por desaparecida. Fue toda una victoria, un hilo de esperanza dentro de la progresiva pérdida de biodiversidad que sufre la región, y es que 65 especies de flora y fauna están actualmente consideradas en peligro de extinción o vulnerables, bajo las amenazas que imponen el cambio climático, la invasión y contaminación humana de sus hábitats naturales o la dispersión de especies exóticas.
Son muchos los habitantes de la región que corren el riesgo de desaparecer del mapa natural riojano, cada vez más. Un catálogo definido en 1998 recogía hasta ahora a las especies bajo amenaza, que el pasado año eran 28. Sin embargo, la Ley de Biodiversidad impulsada a comienzos de este 2023 por el anterior Gobierno, incluía entre sus apartados un nuevo Catálogo Riojano de Especies Amenazadas, que supuso una actualización de criterios y especies a los nuevos tiempos. Según el mismo, La Rioja cuenta actualmente con 28 animales y plantas en peligro de extinción, mientras que 37 entran en la categoría de vulnerables.
«El catálogo de 1998 se realizó mediante especies paraguas o bandera, al protegerlas a ellas también lo haces con otras de su hábitat. Ahora ese planteamiento ha cambiado, el nuevo catálogo es más concreto», explica Luis Lopo, jefe de área de Conservación de especies, perteneciente a la Dirección General de Medio Natural. La actualización de este listado regional, dentro de otro mucho más amplio, lleva a un control más exhaustivo de las especies amenazadas, actualizando «aquellas que han sufrido una evolución regresiva en poblaciones y áreas de distribución y merecían estar» e incluyendo incluso algunas que ya se creían extintas en La Rioja, como la almeja margaritona o el sapillo pintojo ibérico meridional. De este anfibio no se tenía constancia desde una observación de 2009, sin embargo, en 2022 se confirmó una población reproductora en un lugar aún por confirmar por los estudios. Otra especie recuperada.
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Las especies amenazas, una a una
El retroceso de la biodiversidad riojana presenta causas variadas, aunque enemigos comunes y datos constatables. Para que una especie sea considerada en peligro de extinción, debe haber menguado su población en un 70% y su área de distribución a la mitad. Un total de 28 plantas y animales riojanos, con once aves a la cabeza, lo han sufrido. Desde el imponente quebrantahuesos, que ya no nidifica en nuestros montes, a la escurridiza mariposa erebia azabache; del anónimo helecho real a la androsela riojana, una flor única en el mundo y que solamente se encuentra entre el pico San Lorenzo y el Pancrudo.
Riqueza patrimonial que La Rioja echará de menos en caso de no afrontar la problemática. Algunas acciones, como ocurrió hace décadas con la reintroducción del ciervo tras su extinción por la sobrecaza o la reciente cría del buitre negro en el Alto Najerilla, son ejemplo. También las habituales liberaciones en el entorno de los ríos de visones europeos, mustélido que marca tendencia conservacionista a nivel comunitario, o las plantaciones de laurel de Portugal en los valles del Oja y el Iregua desde la reproducción de un ejemplar del Najerilla.
Una crisis, muchas causas
Sin embargo, las soluciones van más allá de acciones puntuales y es que las amenazas están demasiado extendidas y tampoco son novedad. «La pérdida de biodiversidad es general, no solo para La Rioja, sino a nivel español y mundial. Es una crisis que se retroalimenta con la crisis climática», explica Luis Lopo, exponiendo que las causas de este declive son múltiples y variadas, la mayoría de ellas, motivadas por la acción humana.
«Algunos animales, por ejemplo, se han visto muy afectados por la introducción de especies exóticas», comenta el jefe de área de Conservación. La invasión del visón americano desde 2000 desplazó al europeo en las cuencas altas de los ríos y lo hizo desaparecer de la del Najerilla, afectando también a las poblaciones de desmán ibérico, un topillo que ha pasado de ser especie vulnerable a estar en peligro de extinción. El cangrejo rojo americano llegó con una enfermedad que prácticamente acabó con los autóctonos.
La extensión y mecanización de los espacios agrícolas o la pérdida de barbechos son causa de afección de otras especies, especialmente de aves esteparias como las peculiares gangas o el sisón común, en práctica desaparición como reproductores. También la acción agraria llevó al límite a muchos humedales, refugios del avetoro común, una peculiar garza, del escribano palustre y del porrón pardo. En el lado opuesto, la desaparición de pastos por el repliegue de la ganadería extensiva amenaza los hábitats preferentes de la perdiz pardilla.
Excursionismo y actividades recreativas también han modificado las zonas de población del águila perdicera o de la delicada androsela riojana, una flor de alta montaña única en el mundo a la sombra de la estación de esquí de Valdezcaray, cuyo trasiego también desafía a las dos mariposas en riesgo de extinción: la erebia menor y la azabache.
Para la fauna acuática, la degradación de los ríos, con menor riqueza vegetal en sus riberas y la contaminación que sufren, es otro elemento que justifica la reducción de sus áreas de desarrollo. También amenaza a muchas especies riojanas la escasa diversidad genética, al tratarse de poblaciones tan pequeñas que corren más riesgos por su escasa variabilidad.
Y sin duda, la crisis climática, con el aumento de las temperaturas y las sequías prolongadas que sufre La Rioja en los últimos años, está afectando a todos sus habitantes. «Si hay menos agua en los ríos o su temperatura es mayor, los animales acuáticos se van a ver afectados; el calor está obligando a ciertas especies a vivir a más altitud; las plantas que necesitan bosques húmedos están sufriendo más; está habiendo cambios temporales en los hábitos migratorios...», detalla Luis Lopo. Los límites de fauna y flora se están forzando.
Precisamente, el Catálogo Riojano de Especies Amenazadas llegó con la intención de actuar en un mayor número de ámbitos y causalidades. Hasta el momento, se desarrollaban nueve planes de recuperación para especies en peligro y cinco de conservación para las vulnerables. Ahora, el abanico se amplia y La Rioja deberá elaborar un mayor número de estrategias para luchar por mantener su biodiversidad. Por un futuro con nidos de milanos reales, croar de sapillos pintojos y el colorido de la androsela vivo en el San Lorenzo.