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Las ovejas saltan sobre unas rocas al llegar a la Venta de Piqueras en la XIX Fiesta de la Trashumancia celebrada en Lumbreras. D.M.A.

Las ovejas vuelven a ver la Luz

La Venta de Piqueras acoge la XIX Fiesta de la Trashumancia, que homenajea la práctica pastoril ya en desuso y el Gobierno de La Rioja desea declarar Bien de Interés Cultural

Diego Marín A.

Logroño

Sábado, 4 de octubre 2025

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Como antaño, un año más las ovejas volvieron este sábado a la Venta de Piqueras. Tiempo atrás las ganaderías de Cameros se reunían en la ermita de la Virgen de la Luz de Lumbreras antes de partir en dirección Soria cuando llegaba el otoño. Era el momento de la trashumancia, la conducción del ganado a una zona más cálida durante el invierno para asegurar el pasto. La práctica, actualmente, al menos como se realizaba en origen, a pie, de forma precaria, por la vías pecuarias y cañadas, está en desuso, y quien la conserva traslada a los animales en camiones.

La XIX Fiesta de la Trashumancia que organiza el Gobierno de La Rioja homenajea esta práctica con una jornada que en los últimos años ha cobrado un notable impulso. Ayer no solo se abarrotó el aparcamiento de la Venta de Piqueras sino que muchos coches se agolparon en la cuneta de la N-111. Para dar contenido a la celebración, además de un mercado de productos artesanales, actuaron el grupo de danzas de Nieva de Cameros con música de los gaiteros de San Asensio, hubo talleres, concierto de Guille Jové, teatro de La Colodra, la tradicional misa de las Majadas y, lo más vistoso, la conducción de un rebaño junto a los pastores desde la aldea San Andrés hasta la ermita de la Luz.

Jesús Sáenz, pastor de la Escuela de Brieva de Cameros. D.M.A.

Las 90 ovejas pertenecían a la Escuela de Pastores de Brieva de Cameros, que cuenta con un total de 850, conducidas por el pastor Jesús Sáenz. «Lo bonito sería traer el rebaño entero desde Brieva, pero los animales se atemorizan a nada que ven un movimiento extraño porque son muy asustadizos y gregarios», advirtió Jesús Sáenz, quien dirigió a las ovejas con ayuda de otros pastores y de su perro Chupi, así como un mastín y un cachorro de border collie 'en prácticas'.

El recorrido, de apenas 4 kilómetros, se produjo por la Vía Romana del Iregua. «Aquella era un aventura y las mujeres se quedaban solas al cuidado de los hijos y enfermos, de la siembra, de los animales que quedaban... Lo más duro, para los hombres, que se tiraban siete meses fuera de casa, era bajar y subir el ganado, porque era otoño, llovía, hacía más frío, y las ovejas iban a punto de parir», destacó el pastor. Así que este evento es «un pequeño homenaje, porque no se podría entender la historia de España sin la trashumancia», destacó Jesús Sáenz. Alforja, aprisco, calostro, chozo, zagal... son algunos ejemplos de vocabulario propio de la trashumancia que ha llegado a nuestros días. No en vano, el Ejecutivo regional ha iniciado la declaración de la trashumancia como Bien de Interés Cultural.

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