El gran peso del sector agroalimentario
Después de unos años complicados, la industria agroalimentaria de La Rioja ha disminuido el número de establecimientos y contrataciones, excepto en las conservas, y aumenta su fortaleza en la exportación desde 2020
La industria agroalimentaria tiene un peso destacado en la economía riojana. La Federación de Empresas de La Rioja (FER) señala que «el vino y alimentación supone más del 37% del volumen de negocio de la industria, el 31,7% de los establecimientos industriales riojanos y el 31% de los trabajadores de este sector».
Y añade que «genera crecimiento y es una fuente importantísima de empleo tanto directo como indirecto, con empresas que acometen inversiones, y fuertemente exportador, especialmente vino y conservas». Recuerda que en 2020, año de la pandemia, supo adaptarse y responder al importante reto de abastecer de alimentos a la población cuando las cadenas de suministro estaban rotas y el comercio y los flujos de mercancías sufrían una convulsión global.
Como otros sectores, la industria agroalimentaria sufrió un fuerte incremento de costes, indica la FER, pero supo adaptarse. Y añade la patronal que «estos años han sido complicados, desde 2021 ha disminuido el número de establecimientos de una forma marcada, excepto en las conservas; y lo mismo en relación al crecimiento de las contrataciones».
En lo positivo cita su fortaleza en la exportación con un aumento desde 2020, con crecimientos cercanos al 20% en 2021 y 2022, del casi 9% en 2023 y una leve caída del 3,9% en 2024.
La FER pone sobre la mesa que la presión normativa y el exceso de burocracia es uno de los principales problemas. Por ejemplo, indica que los cambios en la normativa ligada al pacto verde europeo (como la de envases y residuos de envases) generan más cargas y costes a las empresas. Entre otras leyes, explica que la de la cadena alimentaria conlleva cargas de gestión, inseguridad jurídica y no consigue resolver la finalidad para la que se creó.
Habla la FER de trámites engorrosos en gestiones con áreas de sanidad, consumo y medio ambiente; retrasos derivados de la concesión de licencias y permisos municipales. También lamenta que la línea LAC de ayudas abre únicamente hasta el 20 de junio y se necesita una de alta intensidad permanente para atraer inversiones.
La organización empresarial trabaja con la administración para mejorar los procesos de tramitaciones y espera que de resultado pronto. «Nuestra espina pendiente es la ley de la cadena, pero no hemos logrado paralizar o suavizar las inspecciones», lamenta.
La atracción y retención de los trabajadores se ha convertido en un desafío en muchos sectores. El agroalimentario es el que más lo sufre. Las empresas se ubican en el medio rural y factores como la falta de vivienda o servicios básicos dificulta la llegada de empleados. La FER propone retomar el proyecto de formación del sector cárnico, ayudas para desplazamientos, reuniones de alumnos de FP con empresas de La Rioja Baja, así como apoyar al sector primario que carece de relevo generacional, lo que provoca escasez de materia prima en las conserveras.
La pequeña dimensión de las empresas es una de las debilidades estructurales y dificulta su capacidad para crecer, invertir en tecnología o acceder a mercados internacionales. «La propia normativa, especialmente la nacional, impone un freno al crecimiento por las exigencias adicionales».
Con el cambio económico y la guerra comercial de EE UU, resulta necesaria una visión estratégica para la apertura o permanencia en otros mercados, capacidad de adaptación y el apoyo de las administraciones.
Juan Carlos Alfaro, secretario general de UGT FICA La Rioja, expone que «la industria agroalimentaria supone el 18% del PIB riojano y tres cuartas partes del total de aportación de la industria riojana al producto interior. De hecho, somos la segunda comunidad, tras Navarra, con estas elevadas cifras de aportación económica».
Alfaro destaca la importancia estratégica del sector para el desarrollo económico de La Rioja y asegura que «la evolución en estos últimos años ha sido muy positiva en general, salvo en el sector vinícola que se encuentra atravesando por serias dificultades». «El resto del sector agroalimentario ha seguido manteniéndose, compitiendo al mismo nivel que otras zonas geográficas cercanas como la industria agroalimentaria de la ribera navarra», añade.
Tiene potencial, dice, y pone sobre la mesa «la necesidad de seguir apostando por este sector estratégico y diversificándolo para afrontar los retos del futuro derivados, fundamentalmente, de la automatización y de los bajos salarios».
Alfaro cita la industria champiñonera, muy potente en La Rioja, «que cuenta con salarios especialmente bajos y jornadas que no la hacen atractiva para trabajar». Por ese motivo apuesta por «reducir la jornada laboral para contrarrestar la reducción de empleo que pueda venir derivada de la automatización del sector así como una subida de los salarios a través de la negociación colectiva para que la industria agroalimentaria riojana sea competitiva y atractiva».
Uno de los sectores más relevantes en La Rioja es el del champiñón y la seta que ha evolucionado considerablemente desde que en 2000 se fusionaron Unichamp y Champiunión para crear Eurochamp. En 2007 Ayecue se unió a las navarras Gutarra y Jae e instalaron su sede en Alfaro.
En 2011 se aliaron Eurochamp y Riberebro y se convirtieron en el segundo mayor operador europeo y tercero mundial. Las desavenencias propiciaron el divorcio en 2021 y Eurochamp recuperó el control de las operaciones comerciales. Ahora el sector lleva a acabo un plan estratégico para modernizarse.