Las dos caídas en el viacrucis del siglo XXI
El estallido de la burbuja inmobiliaria y la llegada del covid-19 pusieron contra las cuerdas las estructuras del Estado y a millones de españoles, sometidos a dos situaciones inéditas que han marcado a fuego los últimos veinticinco años
El 8 de noviembre de 2007, el Ibex 35 alcanzó su máximo histórico, con 15.945 puntos. En ese momento, los agoreros llevaban tiempo advirtiendo de una posible debacle, mientras que los inversores abogaban por estirar los años de vino, rosas y caravista. Porque en la construcción estuvo la clave de esa primera caída en el particular viacrucis por el que han transitado La Rioja, España y el mundo en este turbulento inicio de siglo.
El estallido de la burbuja inmobiliaria puso contra las cuerdas al Estado y arrasó varios de sus puntales, como el sector de las cajas de ahorro. El 24 de julio de 2012, el principal índice bursátil español caía hasta los 5.956 puntos, es decir, perdía un 62,7% respecto a su máximo. Y la crisis todavía no había terminado.
Porque hasta 2014 no comenzó a intuirse la luz mientras millones de españoles veían su mundo tambalearse, con 6,2 millones de desempleados en el primer trimestre de 2013 (en La Rioja se rozaron los 30.000 parados ese año, el doble que cinco años antes) que capearon un temporal insoportable tirando de ahorros, redes familiares y ayudas públicas y dejándose en el camino viviendas (los alzamientos se dispararon) y posibilidades de consumo o ahorro.
29.371 Parados
registrados en La Rioja en marzo de 2013, lo que suponía una tasa de desempleo superior al 19,6%.
589 Personas
fallecieron por el covid durante el año 2020 en La Rioja, aunque en junio de 2024 el balance oficial superaba el millar.
La gran recesión, además de golpear duramente el ámbito laboral y económico, también removió profundamente la actualidad política y social. Nuevos partidos, colas del hambre, reducción en los salarios públicos... y, con el paso del tiempo, más recortes, un rescate europeo y una polémica reforma laboral que trajo consecuencias de todo tipo. El PP logró mantenerse en el poder en La Rioja, aunque a costa del 'sacrificio' de Pedro Sanz para facilitar la investidura de José Ignacio Ceniceros.
Años de cambios muy duros, con esqueletos a medio construir desperdigados por ciudades y pueblos y ayudas sociales que iban consumiéndose. Una generación se forjó bajo una palabra ('crisis') que ensombrecía todo lo que rozaba.
Fue en ese 2014 cuando España comenzó a salir poco a poco del pozo, dejando muchos cadáveres en el camino, y remontando peldaño a peldaño lo perdido en la gran recesión, aunque hubo que esperar a 2017 para que los indicadores se igualaron a los registrados antes de la crisis.

Esos vaivenes provocaron que a La Rioja, sin el motor del turismo o de una industria especializada, le costase un poco más dejar atrás lo vivido. Sin embargo, con el paso de los meses la economía comenzó a reactivarse, se retomaron cuotas de consumo (durante la recesión los riojanos dejaron de gastar el 20% en la cesta de la compra, lo que habla a las claras de las estrecheces) y el empleo volvió a crecer, al igual que la población, que se había reducido durante la recesión.
Así que desde 2017 a 2020 La Rioja volvió a esa senda de buenos augurios y proyectos renovados, con otro cambio importante en su timón, ya que la dilatada y costosa toma de posesión de Concha Andreu en agosto de 2019 ponía fin a 24 años de gobiernos populares.
Pero la pretendida estabilidad acabó saltando en pedazos pocos meses después. Ese extraño virus nacido en Wuhan y que durante meses llenó los informativos como una amenaza se iba a convertir en la segunda gran caída del mundo, España y otra vez La Rioja. El covid-19 mutó la faz del planeta, paralizó economías y segó la vida de millones de personas. Solo en La Rioja, el letal virus mató oficialmente a 589 personas en 2020 (principalmente ancianos, pero no solo), aunque en 2024 los fallecimientos oficiales superaron el millar.

Además, dejó un reguero de pérdidas económicas y sociales difícilmente cuantificables. El PIB regional cayó en 2020 el 8,7%; los expedientes de regulación temporal de empleo, la gran barrera contra los cierres y la falta de suministros y demanda, llegaron a más de 30.000 riojanos y el consumo volvió a contraerse. Sin olvidar los aspectos psicosociales de la pandemia, un golpe brutal para el sistema sanitario y una andanada contra la salud mental de millones de españoles, cuyas secuelas se siguen arrastrando cinco años después.
Del coronavirus se salió antes que de la gran recesión, gracias en parte al maná europeo, pero las consecuencias han vuelto a poner en el punto de mira la solidez del sistema. Dos crisis distintas pero que, como siempre ocurre, golpearon más duramente a los estratos sociales más débiles, para los que la vida siempre resulta un viacrucis.
Palabras para definir dos épocas
Las dos crisis más graves en lo que va de siglo XXI dejaron en el imaginario popular una serie de conceptos y palabras necesarias para entender lo que en esos momentos resultaba incomprensible. Así, las 'subprime' o hipotecas basura se hicieron populares cuando ya se llevaba meses hablando del 'rating' (calificación de solvencia), de los derivados y antes de que la prima de riesgo se convirtiera en el pan nuestro de cada día.Con el coronavirus, además de descubrir esta familia vírica, entraron en nuestra vida los geles hidroalcohólicos, las mascarillas y sus versiones FFP1, 2 y 3, los pangolines, el SARS, los respiradores, la inmunidad de rebaño, la desescalada... Palabras imprescindibles en distintos momentos y ahora lejanos recuerdos.
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