Diez rostros y diez voces de un día histórico

Las casi dos mil personas dedicadas al campo que llenaron ayer las calles de la capital riojana para exclamar contra la crítica situación que viven, llegaron no solo cargados de grandes tractores y animales que se pasearon y sonaron por la ciudad, sino también con un gran repertorio de argumentos por los que luchar, por los que estar ahí.

Eran ganaderos, agriculores, viticultores... Todos ellos se reunieron para que sus voces hicieran eco y se escucharan alto, con el fin de poder dejar atrás el austero estado en el que se encuentran sus profesiones, y por ende, sus vidas.

María José Nestares, de la Plataforma por el Progreso Sostenible Ocón-Jubera, conoce de buena mano las dificultades a las que se enfrentan los agricultores y ganaderos en la región. «No hay ninguna rentabilidad y no va a haber ningún relevo generacional», sentencia. Una situación que, de seguir así, «nos va a obligar a abandonar el campo, como ya están haciendo muchos agricultores desde hace décadas, y si en este no se trabaja a ver entonces de qué nos vamos a abastecer en la ciudad», dice preocupada.

Y asegura que es «difícil» que se den soluciones a corto plazo porque el Ejecutivo «no está dando ningún paso en favor de la agricultura o de la ganadería». «No es capaz de proteger a los ganaderos del lobo ni al campo riojano de la proliferación de las plataformas eólicas y fotovoltaicas. Nos sentimos abandonados y pedimos justicia, porque estar trabajando y no tener futuro no ayuda», concluye.

Leonor Reyes, que dispone de una granja de cerdos intensiva en la localidad riojana de Valverde, asegura que acudió a la manifestación para exigir soluciones que no solo le atañen a ella o a su actividad económica, sino también al resto de agricultores que se están viendo afectados por los altos costes de producción y la escasa rentabilidad. «Pedimos que nos bajen los precios porque nos estamos encontrando con muchas personas que no pueden vender sus productos porque no hay ninguna rentabilidad», explica.

Reyes también sostiene que, tras el esfuerzo que tanto agricultores como ganaderos hicieron tras la irrupción de la pandemia, ahora le toca a las administraciones reconocer su labor y ofrecer soluciones. «El coronavirus paró casi todo, pero nosotros seguimos trabajando para abastecer a todos los ciudadanos. Ese esfuerzo habría que tenerlo en cuenta y recompensarlo», asegura. «Somos un pilar muy importante en la sociedad y ahora necesitamos que nos ayuden a nosotros para poder salir adelante», concluye preocupada ante la incertidumbre de no saber qué es lo que va a pasar.

Juan Manuel García llevó ayer, durante toda la concentración, una carretilla llena de lana y de ovejas, pero no de cualquier oveja, sino de las que pertenecían a su propio rebaño. Y todo, como aseguró, como protesta por los continuos ataques del lobo. «Estoy preocupado porque la situación es insostenible. Tengo una ganadería extensiva y siempre tengo que estar pendiente de mi rebaño porque el lobo está siempre al acecho, anda matando a mis ovejas un día sí y al siguiente también», dice preocupado.

Pero los daños de este ganadero van más allá de lo económico. «También me afecta en lo sentimental, porque es mi rebaño. Se me cae el alma cada vez que veo una oveja muerta o herida», lamenta García. Y sostiene que, «aunque no estoy en contra del lobo», sí que se necesitan medidas para evitar que este animal salvaje «campe a sus anchas». «Se tiene que establecer alguna solución porque no puede ser que un animal como el lobo tenga más derechos que yo y que no se respete la forma que tengo de ganarme la vida», concluye molesto.

Para el riojano Jesús Sainz la manifestación de ayer suponía la mejor oportunidad para que, de una vez por todas, las administraciones «fuesen conscientes de la realidad por la que estamos pasando los pequeños agricultores». Entre las trabas a las que se enfrenta a diario destaca las pérdidas, los elevados costes y la falta de relevo generacional, «que hacen que estemos a punto de tirar la toalla». En su opinión, los jóvenes no quieren trabajar en el campo «porque ven la situación tan dura que estamos viviendo y prefieren buscar otro empleo». Una actividad profesional que, si no encuentra trabajadores, «repercutirá en los pueblos, que terminarán estando vacíos, y en los ganaderos, que dejarán de criar animales porque tampoco les sale rentable». Una dura situación que, si no mejora, «no sé a qué nos vamos a dedicar». «Estoy muy preocupado, porque una situación tan crítica como esta no la había vivido nunca», concluye.

César Luis Clavijo acudió a la manifestación de ayer con su rebaño de ovejas para reivindicar los problemas a los que se enfrentan en el sector, entre los que destaca «el exceso de papeleo por tener a los animales y el acoso y derribo que, desde hace tiempo, ejercen los animalistas sobre nosotros».

Este ganadero riojano asegura que esta situación, agravada por el elevado coste de producción y las escasas ganancias que se obtienen con la actividad, «hace que no merezca la pena seguir adelante». La escasa rentabilidad le obligó a vender 520 de las 600 ovejas que tenía «porque no encontraba ninguna rentabilidad».

Por ello, solicita que se adopten diferentes medidas, como la reforma de la Política Agrícola Común (PAC), «que a los de la ribera nos ha abandonado totalmente por su escaso presupuesto», o la modificación de la Ley de Protección Animal.

El viticultor Álvaro Hernando asegura que una de sus principales preocupaciones es el elevado precio de las materias primas. «Los fertilizantes, el emparrado, el gasóleo... Todos los factores que inciden en la producción están cada día más caros», critica.

Por ello espera que, tras la manifestación de ayer, «las organizaciones tomen nota de cara a las próximas negociaciones con las bodegas». De no ser así, asegura este viticultor riojano que «va a llegar un momento en el que no va a ser viable mantener una explotación, porque los costes de producción son muy elevados y no paran de subir, y esto nos puede llevar incluso a plantearnos cambiar el tipo de cultivo por otro que sea más rentable y, a la vez, más productivo».

Lleva pocos años trabajando en el mundo del vino, pero ya es plenamente consciente de cómo está el sistema. «No es plan de vida», resume, para después denunciar que, a día de hoy, «los gastos son los mismos que ingresamos». «La materia prima está por las nubes y nosotros, al igual que los agricultores, estamos acostumbrados a guardar lo que sea necesario para el año siguiente, pero así no podemos vivir», critica.

Por ello solicita que, entre otras medidas, «nos paguen bien por los productos que producimos. Y si no, que nos den subvenciones, pero lo que tienen que hacer es abonarnos el importe que nos merecemos por nuestra producción porque la situación, así como está, es insostenible», finaliza molesta.

A las dificultades que entrañan los elevados costes de producción y la escasa rentabilidad de los sectores agrícola y ganadero, Gabriel Esteban, responsable de un ganado ovino y vacuno, quiere sumar una traba más: las continuas leyes prohibitivas que se están adoptando. «Al sector primario, además de abandonarnos, nos están poniendo todo tipo de trabas. Además de crearnos más gastos, también nos están incrementando las exigencias medioambientales y de bienestar animal». Una situación que, además, se ve agravada por los ataques del lobo. «Estamos totalmente atados, tenemos que ver cómo este animal mata todos los días nuestro ganado y no podemos hacer nada». Por ello, mantiene que, «si no se establece ningún mecanismo de control, las explotaciones ganaderas terminarán en peligro de extinción, porque no podemos terminar el año con menos animales y que nadie responda ante estos ataques», concluye.

«Estamos en un pozo sin fondo». Con estas palabras resume Miguel Gutiérrez la situación a la que, como él, se enfrentan otros ganaderos riojanos. «Las exigencias medioambientales o el papeleo por el bienestar animal no faltan y no paran de subir, mientras que el precio de la leche se mantiene igual». «Hoy no sale rentable desempeñar nuestra actividad por los precios tan elevados a los que están los piensos, el gasóleo o los productos fitosanitarios», dice este riojano. Por ello asegura que, como él, muchos ganaderos «tratan de aguantar como pueden porque ya disponemos de unas instalaciones, pero si ya de por sí cuesta desempeñar nuestra actividad, que es muy sacrificada, imagínate si no se obtiene ningún rendimiento».

Adrián Ceniceros, que tiene un ganado en Castroviejo, asegura que la PAC, en vez de ayudar, «no hace más que empeorar, ya que no hace más que generar envidia y discusiones entre los ganaderos de los pueblos». Y asegura que, respecto a los productos agrarios que se importan de terceros países, «hace falta un mayor control porque nosotros, aunque producimos con una calidad extrema, no podemos competir con los que se importan de fuera».

«La gente cuando va al supermercado solo mira los precios, y no si el producto procede de ganadería intensiva o extensiva, eso les da igual, por lo que necesitamos que se exijan las mismas normativas y que se nos paguen los productos como se merecen», concluye Ceniceros.

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