El vacío del cierre a las 17 horas
La clausura de hostelería y comercios en la tarde y noche de La Rioja propicia una estampa necesaria por la salud pública pero con sensación casi de confinamiento
Ya antes de las 17.00 horas Logroño estaba más vacía que de costumbre para ser un sábado. Fuera del centro la ciudad parecía ... confinada a primera hora de la tarde. Nadie por sus calles. En el casco histórico, las terrazas, funcionando a medio gas, aún daban algo de vida a las calles. En la plaza del Mercado un grupo de jóvenes atizaba unos timbales intentando hacer música, hasta que apareció la Policía Nacional y los identificó. Se acabó la fiesta. Era la hora de cierre y las terrazas se recogían y los clientes se levantaban.
Publicidad
«Esto nos afecta bastante porque la tarde, que la aprovechamos para servir copas, tenemos que cerrar y echar a todo el mundo», lamentaba Vicent Toma, al cargo del Café del Mercado. No obstante, Vicent ya advertía que «hay poca gente en la calle, parece que la mayoría ya está concienciada, a las 13 horas estábamos vacíos y el sábado es nuestro día más fuerte».
Ver fotos
Cerca de allí en la zona de San Juan, Iggy cerraba puntual y resignado el bar La Guarida. «Da la sensación de que las medidas siempre llegan tarde, creo que hubiera valido más la pena sacrificar la campaña navideña», explicaba Iggy, señalando que «esto es culpa de todos, de los gobiernos, la oposición, que genera presión para que no se tomen medidas, de la gente...». A nivel de negocio, el cierre supone para La Guarida «mandar a casa a toda la plantilla y estar mi socio y yo aquí sobreviviendo. Sabemos que no nos va a llegar, y es duro».
Noticia Relacionada
Cerrados desde las cinco
Un poco más alejado, en la calle Calvo Sotelo, Pedro Bilbao bajaba la persiana del bar Magyk echando un último vistazo a la peatonal, como esperando por si acaso fuera todo a cambiar de pronto. «Esta media es injusta y tardía, lo que tenían que haber hecho es un cierre total y mandar a todos a casa a las 18 horas, por ejemplo, pero todo, porque no me parece justo que puedas ir al teatro, al cine, al supermercado...», opinaba. Al margen, reconocía que «tenemos un problema serio y hay que tomar medidas, pero afrontar esto de verdad».
Publicidad
A nivel comercial la opinión no difería mucho, la mayoría de las tiendas han adaptado su horario con una jornada continua sin cierre al mediodía. Amaia Tomé, de la tienda Atipyca de la calle Portales, confesaba que cerrar tan pronto «es una sensación nueva, extraña, sobre todo por la incertidumbre, no sabemos cómo va a responder la clientela». Hay quien ya ha variado su hábito de compra, «hay gente que se ha organizado de otra manera y se han acercado más que otros sábados, pero ha sido el primer día...». En el casco antiguo se ha intentado consensuar un mismo horario, sin éxito. «Para mí lo ideal sería hacer todos la misma jornada, así al cliente no le lías, pero es imposible», señala Tomé.
Enfrente, la centenaria y emblemática sombrerería Dulín, que este sábado puso la guinda a la jornada vendiendo una gorra a un joven al borde del cierre. Marina Hidalgo atendía la tienda: «Hoy hemos cerrado solamente de 15 a 16 horas y entre semana ampliamos hasta las 14.30, pero iremos viendo». «Ha habido menos gente de la habitual, ha sido un día flojito. Nuestra clientela es imprevisible pero suele venir, sobre todo en invierno, más por la mañana», comentaba Marina.
Publicidad
En cambio, en el Paseo de las Cien Tiendas más de veinte comercios abrirán al mediodía, en horario continuo de 10 a 17, para facilitar a los clientes que puedan realizar sus compras fuera de su horario laboral. Santos Ochoa permanecía abierta pasadas las 17 horas, pero clausurando la zona de libros, solo se podía acceder para recoger pedidos o a la zona de papelería.
«Entendemos que lo primero es la salud, hay que intentar salir todos de esta», declaraba Marta Ochoa, responsable de Santos Ochoa. «El objetivo ideal es reducir aforos sin que afectara al horario de apertura, por eso hemos ampliado el horario al mediodía, para evitar aglomeraciones, ya se ha comprobado que la gente se concentra más por las mañanas», añadió, aclarando que «puedes entrar pero no a ver libros, estamos abiertos solo la papelería, como actividad esencial, para cosas escolares o laborales, de oficina».
Publicidad
Para controlar el cumplimiento de la nueva normativa la Policía Nacional puso en marcha un amplio 'Dispositivo Especial de Seguridad' con 164 agentes destinados a prevenir y evitar la propagación del COVID-19 y hacer cumplir las nuevas restricciones tanto en Logroño como en Lardero y Villamediana.
En el resto de localidades el paisaje era similar. En Calahorra los comercios no esenciales se adaptan a la nueva situación con los cierres de diferentes formas. Algunos han optado por abrir solo en horario de mañana hasta el 31 de enero, otros mantienen el horario de mañana y tarde con cierre a las 17.00 horas y los hay que abren en horario ininterrumpido hasta. Los carteles de rebajas se mezclan con los de los horarios habituales, los nuevos, provisionales y la campaña local «El comercio se apaga, Calahorra se apaga». En las terrazas de los bares, en una tarde apacible, los clientes aprovechaban hasta el último minuto. Poco después del cierre de establecimientos los aparcamientos de zona azul en las principales calles comerciales calagurritanas mostraban numerosas plazas libres, algo inusual un sábado por la tarde. Informa Sanda Sainz.
Publicidad
En Haro, si afectaba a algún sitio el cierre era en el tradicional café en la plaza de la Paz. Llegada la hora marcada, el silencio se apoderó del corazón de Haro. Y es que en fin de semana la mayoría de establecimientos, casi todos cafeterías, cuentan con horario continuo, «solo que hoy se acaba a las 17», explicaban en El Rinconcito de CAI. También prolongaban su horario la mayor parte de los bares de La Herradura, este sábado con mucha gente gracias al buen tiempo. La mayoría de los comercios únicamente abrió por la mañana, como siempre, pero no son pocos los que se han planteado mantener una jornada continua a partir del lunes. Los que sí mantenían sus puertas abiertas eran supermercados, estancos, quioscos y las tienditas de chucherías, como Dulces Piolín, donde Alicia recordaba: «No podemos vender alcohol desde las 17». Informa María Caro
En Santo Domingo, los negocios no esenciales cerraron entre el enfado y la resignación. Todos son conscientes de la preocupante evolución de la pandemia, lo que no resta preocupación por la inquietante situación de su economía y su futuro. Además, al contrario que en la primavera pasada, en la ciudad se vive una más que aceptable situación sanitaria, con tan solo 9 casos activos, « Aquí parece que hemos hecho las cosas bien, pero pagamos todos el pato», indicaba una hostelera. El concejal Raúl Riaño ya había calificado estas medidas como «injustas». Informa Javier Albo
Noticia Patrocinada
Con puntualidad y normalidad cerraron los bares de Nájera. Los hosteleros resaltaban la disciplina de la clientela «que ya sabían que a las 17 había que cerrar», al mismo tiempo que mostraban su extrañeza porque , sin embargo, desde esa hora la gente aún pueda estar por la calle. Informa Félix Domínguez
¡Oferta especial!
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión