Un apagón muy parcial en Logroño
Aunque los escaparates con iluminación nocturna ya eran una minoría en Logroño, muchos comercios perseveraron ayer con las luces puestas
Pasear por Logroño un martes de agosto por la noche, con treinta grados de temperatura y un cielo opresivamente negro, tiene algo de película de ciencia ficción. Apenas hay nadie y uno puede permitirse el lujo de coger el coche, conducir sin trabas hasta la calle San Antón y, con una sola maniobra, dejarlo perfectamente aparcado justo enfrente de Bershka, como en las películas americanas.
Para comprobar el éxito de las medidas del Gobierno, este reportaje se ha hecho en dos noches consecutivas: el pasado martes, cuando todavía no había entrado en vigor el Real Decreto, y ayer, cuando ya no quedaba más remedio que cumplirlo. Aunque la norma entraba en vigor a las 00.00 horas del miércoles 10 de agosto, la obligación de apagar las luces de los escaparates no lo hacía hasta las 22.00 horas de ayer. El martes, por lo tanto, aún había barra libre de luces y colores. Una última noche de carnaval antes de la cuaresma.
No todos los comercios iluminan sus escaparates durante esas inciertas horas que preceden a la madrugada. Son, en realidad, una minoría y se concentran en las calles más comerciales del centro. En Zara la oscuridad era absoluta y en Cortefiel, no se sabe si por un prurito de cautela o por política de empresa, los focos de las vitrinas se apagaron a las diez de la noche del martes, oscureciendo de golpe los trajes de caballero y dejando en penumbra el cruce entre San Antón y la Gran Vía.
Antes y después: mueve la barra y verás la diferencia
La publicación de la norma plantea algunas preguntas urgentes que hasta la fecha no habíamos abordado con la debida atención. Por ejemplo, ¿qué es realmente un escaparate? ¿Los rótulos cuentan como escaparate? ¿Y las pantallas que en las tiendas de tecnología van ofreciendo infatigablemente las últimas novedades en móviles? En Bershka, por ejemplo, no hay luces en las vitrinas, pero sí varios rótulos de tamaño imponente que refulgen –también ayer– como un pequeño Bernabéu. Las pantallas luminosas seguían brillando con fuerza anoche en K-tuin, en Perfumerías Júlia... El Real Decreto habla secamente de «alumbrado de escaparates» pero acto seguido menciona una Instrucción Técnica Complementaria del Reglamento de Eficacia Energética del año 2008 que –ahora sí– incluye «señales, carteles, anuncios luminosos, anuncios iluminados, alumbrado de escaparates, mobiliario urbano y edículos como marquesinas y cabinas telefónicas».
Entre los comercios que más recurren a la iluminación nocturna destacan las inmobiliarias, que no se limitan a colocar, como hacen algunas tiendas de ropa o de complementos, tenues luces indirectas, sino que recurren al foco directo y descarnado para que los paseantes puedan leer sin problemas los detalles de los pisos que están en venta o en alquiler. Todas las que ayer visitó este cronista seguían iluminadas como si tal cosa.
La división entre comercios cumplidores e insumisos resultó ayer muy evidente en las calles del centro. La Gran Vía estuvo casi igual de iluminada, sobre todo en la zona de los soportales, y solo unos pocos comercios (Queen, Eureka Kids, Sister's) decidieron apagar obedientemente sus luces a las 22.00 horas. Lo mismo hizo Springfield, en la calle Pérez Galdós, mientras que sus vecinos mantenían los focos bien encendidos.
Sea por descuido, por negligencia, por razones técnicas o porque en agosto ya se sabe, el Gobierno deberá tomar nota: muchos comercios de Logroño hicieron ayer oídos sordos.
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