El almacén más raro del mundo

Los españoles seguimos prefiriendo las tiendas. Las estadísticas dicen que ahora mismo el comercio electrónico supone entre el 2 y el 3 por ciento del total, lo que no es mucho. Pero el futuro será, o eso parece, muy distinto. Las compras por Internet suben entre el 20 y el 25%... cada trimestre. Es decir, se duplican cada año desde hace ya unos cuantos.

En el corazón de este fenómeno está una compañía que empezó hace 20 años vendiendo libros, y ha acabado convirtiéndose en un fenómeno global que vende 26 categorías de productos, desde (sí, aún) libros hasta juguetes o vino de Rioja.

La historia de Amazon en España es una muestra de ese explosivo crecimiento. Los americanos abrieron su centro logístico en San Fernando de Henares hace tres años, con 40 personas. Estas navidades en la enorme nave de la avenida de la Astronomía trabajarán 1.400 personas. Y la nave de 32.000 metros cuadrados pronto tendrá 75.000, cuando culmine la ampliación ya en obras.

El caos

Un lema recibe a trabajadores y visitantes en San Fernando: 'Work hard. Have fun, Make history (Trabaja duro, pásatelo bien, haz historia)'. Y no se sabe si históricos, pero los números de Amazon en España son al menos mareantes. En los 140 kilómetros de estanterías se almacenan más de 7 millones de productos, que entran y salen a velocidad de vértigo. El año pasado, el 14 de diciembre marcó el récord absoluto, a razón de 126 pedidos al minuto saliendo de San Fernando. Pero este verano ya se superó la marca, y este diciembre se quedará pequeña.

Todo en este almacén es raro. Desde el lema a los puestos de trabajo: en Amazon uno puede ser 'stower' si lleva los productos al almacén, o 'picker' si va a buscarlos. Los empaquetadores son 'packers' y los mandos, 'managers'. Estos, por cierto, no tienen despacho: están a piso llano, en la marabunta del enorme almacén, diferenciados por un chaleco amarillo en cuya espalda pone «Manager. Pregúntame».

Pero lo más sorprendente del almacén es su aparente desorden absoluto. En una estantería se alinean una motosierra, un foco de interior y una muñeca Minnie. Y, a su lado, una careta de Chewbacca, una de las 98.000 referencias de Star Wars a la venta en Amazon. Porque no, en este almacén apenas hay secciones: cuando un 'stower' empuja su carrito con amarillas cajas de plástico básicamente deja las cosas donde caben, sin importarle de qué se trate. Siguiendo, eso sí, alguna regla básica para que todo sea accesible y, esto es lo importante, registrando con su pistola electrónica qué es y dónde queda.

Sin objetivos

Porque luego, cuando un 'picker' recorra los estantes, el sistema le guiará por el laberinto de producto en producto con una exactitud asombrosa, asegurándose de que tenga que hacer el menor recorrido posible. Así es, dicen, mucho más corto que si el almacén estuviera «clasificado».

Aquí todo el mundo 'works hard'. Los trabajadores no tienen objetivos que cumplir, pero sí saben la media de lo que están haciendo sus compañeros. Y así, todos recorren los pasillos a toda velocidad, durante 7 horas al día. ¿El sueldo? De entrada, algo más de 1.400 euros brutos. Mónica, una 'packer', lleva dos días. «Esto es increíble», dice. «La gente, cómo se trabaja aquí, la seguridad...». Mientras habla, hace paquetes: el sistema le dice qué tipo de caja debe usar, y hasta le corta automáticamente la cinta adhesiva al tamaño que necesita.

Porque la velocidad es lo que prima. De San Fernando salen hasta 22 camiones al minuto, y eso teniendo en cuenta que sólo el 55% de lo que vende Amazon es producto propio. El resto es de terceros, tiendas que usan la plataforma de Amazon para vender sus productos a cambio de una comisión.