DÉFICIT NO, DEUDA SÍ, PERO...
MARTÍN TORRES GAVÍRIA
Domingo, 8 de noviembre 2015, 23:56
Hace muchos años un gran profesor, Víctor Rebollo, nos dijo en clase que las familias debían abandonar la economía del calcetín. El reflejo de nuestras atónitas caras le impulsó a explicarnos en qué consistía dicha economía: «Veréis, en vuestra casa se hace cargo del dinero que ganan vuestros padres la cajera, que es vuestra madre. Lo mete en un calcetín y cuando tiene que hacer compras y pagos, introduce la mano en él y coge lo que necesita. Pero como el calcetín no es transparente y no se ve lo que hay dentro, llega un día en que vuestra madre mete la mano, hurga en el fondo, insiste, palpa la parte del talón, la de los dedos, ¡nada! Y es cuando llama a vuestro padre y le dice: 'Cariño, estamos sin blanca'». Hoy diríamos: estamos en default.
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No es lo mismo deuda que déficit. Son conceptos diferentes. Si uno puede ayudarnos a mejorar nuestro nivel de vida, el otro es totalmente pernicioso. También se puede decir que uno es como consecuencia del otro, aunque veremos que no siempre es así. Deuda es lo que debemos, lo que hemos pedido prestado y déficit es lo que gastamos por encima de lo que ganamos.
Cuando pedimos un préstamo para comprar nuestra vivienda estamos generando deuda. Pero si la cuota del préstamo más el resto de gastos de la casa son inferiores a nuestros ingresos, no tenemos déficit. Este es el típico ejemplo de que nos endeudamos para mejorar nuestro nivel de vida, pero con sensatez, sin gastar lo que no tenemos, es decir, sin déficit.
Ayuntamientos, comunidades autónomas o el propio Estado disponen de unos ingresos (nuestros impuestos) para sus gastos. Pero he aquí que a algunos políticos les quema el dinero en las manos. Sobre todo porque no es de ellos o como dijo una fatídica ministra porque «el dinero público no es de nadie». Y gastan más de lo que ingresan y sus deficitarios balances se tienen que compensar con deuda y más deuda. Aquí sí que la deuda es consecuencia del déficit.
Actualmente España tiene un máximo histórico de deuda del 97% con respecto al Producto Interior Bruto. Esto quiere decir que tenemos que estar todos los españoles trabajando un año sin gastar nada para pagar la deuda del Estado. ¡Casi nada! ¿Cómo hemos llegado a esto? Como dirían los anglosajones 'step by step', paso a paso, con déficit año tras año, gastando y malgastando más de lo que ingresamos (embajadas autonómicas, aeropuertos fantasmas, televisiones autonómicas, planes E, etc.). Como comunidad autónoma La Rioja es de lo mejor, sólo el 16,50% de endeudamiento sobre el PIB del 2014 ante un 37,60% de la C. Valenciana.
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¿Hay solución a todo esto? Hay que pensar que sí. Primero y lo más importante es voluntad política (ver para creer). Y lo segundo y más práctico es una oficina económica que gestione uno a uno todos los pagos. Lo inventó Aznar y lo gestó un gran intelectual ya desaparecido, el profesor Barea.
La oficina económica es el calcetín de antaño, pero con transparencia sabiendo lo que hay y hasta donde se puede llegar. Porque el Barea de turno, la cajera de entonces, la madre, sabe lo que cuesta ganar el dinero y lo que realmente es necesario para su casa. Para despilfarrar ya están los políticos. Lo mío, mío, y lo tuyo de entrambos.
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