Tabacalera, en su inicial serie del convento de La Merced, engalanada para recibir la visita del rey Alfonso XIII en el año 1903.

Solidaridad entre centenarios

Diario LA RIOJA y Altadis organizan este jueves una cena a beneficio de la Cocina Económica

Pío García

Miércoles, 14 de enero 2015, 20:29

Diario LA RIOJA nació el 15 de enero de 1889. Un año después, la Compañía Arrendataria de Tabacos abría su fábrica en Logroño.

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Después de no pocas vicisitudes (regencia, caciquismo, monarquía, dictadura, república, guerra civil, dictadura de nuevo, monarquía otra vez, al fin democracia), ambos siguen en pie. Es cierto que el Diario LA RIOJA ya no ocupa un inmueble en la calle Correos su primera sede ni en los bajos de la calle Sagasta y también que Tabacalera, la actual Altadis, dejó libre hace años el elegante convento de La Merced para marcharse a un polígono industrial, pero aquí siguen los dos, infatigables, marcando cada uno en su esfera el pulso de la provincia.

Diario LA RIOJA, que el jueves cumplirá 126 años, y Altadis, que en junio de este año celebrará el 125 aniversario de su instalación en Logroño, han decidido unirse para celebrar una cena solidaria en el restaurante La Merced. El cocinero Lorenzo Cañas recreará el menú servido durante el almuerzo de inauguración de la fábrica de tabacos. Podemos leerlo en el periódico: menestra, salmón a la mayonesa, ternera con setas, jamón a la gelatina y aves asadas.

Los organizadores donarán el precio del cubierto (150 euros) a la Cocina Económica, otra venerable institución, nacida por aquellos mismos años: en 1894. Hay algo familiar, un lazo como de quintos o de compañeros de colegio, que une a estos tres puntales de la vida riojana que surgieron en las postrimerías del siglo XIX. Gracias a su primogenitura, Diario LA RIOJA tuvo el privilegio de narrar, con los alardes retóricos de la época, el nacimiento de las otras dos instituciones.

Aquel fue un día grande

El día en que se abrió la fábrica de tabacos fue un día grande. Corría el 14 de junio del año 1890. Sagasta, entonces presidente del Gobierno, no pudo acudir, pero sí lo hizo otro prohombre logroñés, sobrino de don Práxedes, diputado del Partido Liberal: Amós Salvador y Rodrígañez (1845-1922), a la sazón presidente de la Tabacalera.

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Salvador fue agasajado por todas las autoridades locales, agradecidas por la decisión de instalar en La Rioja, hasta entonces una provincia agraria sin apenas industria, una factoría de semejante calibre.

El periódico subraya los ditirambos del alcalde de Logroño, José Rodríguez Paterna. El munícipe indicó que, aun antes de entrar en funcionamiento, la fábrica ya había producido enormes beneficios, «viniendo en medio de la gran crisis por que atravesamos a dar trabajo a los obreros y separándolos de la vagancia, del vicio y hasta del crimen». Rodríguez Paterna lanzó un emocionado «¡Viva la Compañía Arrendataria de Tabacos!», que quizá ahora nos resulte poco marcial, pero que fue coreado con entusiasmo por los asistentes.

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El impacto de la Tabacalera en la vida riojana fue inmediato y no solo por haber conseguido separar a sus obreros «de la vagancia, del vicio y hasta del crimen», sino por apuntalar un tejido industrial muy endeble. Pero la España finisecular no era en absoluto una sociedad apacible: había terribles diferencias entre clases y el proletariado medio analfabeto las pasaba canutas para comer caliente todos los días. La Cocina Económica nació el 26 de septiembre de 1894 para remediar esa situación. Fundada por el Conde de Santa Bárbara y regida por las Hijas de la Caridad, aspiraba, según rezaba su primer reglamento, a «auxiliar, con la venta de una alimentación sana y barata al obrero, al enfermo y, en general, a todo el que no disponga de los haberes necesarios para su alimentación y la de su familia».

A diez céntimos, los platos fuertes

No se daba comida de balde, sino que se ofrecían menús nutritivos a precios muy populares. A diez céntimos se servían los platos fuertes: menestra, arroz, judías estofadas, patatas con bacalao o con callos... Los pimientos, las ensaladas, el vino (solo un vaso) y el café costaban cinco.

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El día de su inauguración hubo mucho revuelo: había nobles entre los pucheros, una orquesta de guitarras y bandurrias y concejales sirviendo las mesas. Ese día se despacharon mil quinientas raciones. El cronista de LA RIOJA decía: «Abrigamos la esperanza de que en los crudísimos días del invierno, cuando las nieves lejen al jornalero de la tierra, y el frío hace precisos alimentos sanos y nutritivos, no habrá la concurrencia distinguida de ayer (...) pero alrededor de las limpias mesas encontrará el trabajador y el desgraciado lo que antes buscaban por las calles, no siempre con fruto. Alimentos sanos y calientes».

Hoy la Cocina Económica reparte más de 70.000 raciones de comida al año y atiende a una media de cien personas al día. Han pasado más de 120 años y han cambiado muchas cosas, pero sigue siendo necesaria.

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