Aniversario rural en San Valentín
Pilar Cristóbal y Antonio Blanco celebran su aniversario de casados en el Día de los Enamorados en la aldea de Vadillos (San Román de Cameros)
Antonio conducía a sus cabras al corral cuando, al salir de Vadillos, la aldea de San Román de Cameros, le sorprendió el saludo de una mujer que no conocía sentada en un murete. «¡Hola!», le dijo ella, pizpireta. «Hola pues», respondió él, más serio. No parece que prometiera mucho aquel primer encuentro, pero ahí surgió el amor. Fue una relación que ninguna de las dos partes esperaba, de hecho, Antonio confiesa que «costó mucho, pasaron unos años», pero, tiempo después, los dos aseguran continuar enamorados.
Sucede que Pilar se había quedado viuda «y no quería ni salir de casa, hasta que mi hermana me animó a venir, me dijo que íbamos a ir a un pueblo chiquitín con la asociación ARAD, porque mi hermana era monitora». La Asociación Riojana para la Atención a personas con problemas de Drogas (ARAD) poseía una casa en Vadillos a donde acudía algunas temporadas con toxicómanos a fin de desengancharlos en medio de la naturaleza, lejos de la ciudad y de la tentación. Entre los vecinos se creó desconfianza: «Nos juntaron en el pórtico y nos preguntaron si queríamos que viniesen los drogadictos, y la mayoría no quisieron, pero los trajeron. Y mal no se portaron. Mi madre siempre estaba con ellos», recuerda Antonio. Allí se dedicaban a cultivar un huerto, «no dieron ni una guerra».
El caserón de ARAD tenía espacio para más de medio centenar de personas, aunque como mucho llegó a haber una treintena. «Algunos se echaron hasta cabras», señala Antonio. «Me convenció y vine con mi hermana de monitora, de forma que nada más llegar el pueblo me enamoró», admite Pilar. Y tanto porque, reconoce que después de acabar el proyecto de ARAD en Vadillos continuó yendo al Camero Viejo en vacaciones junto a sus hijos y su hermana. «Hasta que apareció el 'Bigotes' -como apoda cariñosamente a su marido- y entonces empecé a venir todos los fines de semana», relata Pilar, y añade: «Poco a poco empezamos a salir hasta que decidimos vivir juntos porque no era plan estar uno aquí y el otro allá».
«Estuvimos un tiempo viviendo, como dicen los curas, en pecado, hasta que nos casamos. Y lo hicimos por mis padres. Mi madre me decía que no sabía cómo llamar a Toño porque 'Ni estás casada ni estás soltera ni estás viuda', así que me decía 'Estás con tu amor'», cuenta Pilar. Así de complicado. Así de simple. Y el día que se casaron, al salir del Juzgado, la suegra le dijo ilusionada a Antonio: «¡Ahora sí eres mi yerno!».
«Estamos aquí porque este es nuestro medio de vida y estamos muy a gusto. La pena es que no haya más vida. Los políticos hablan mucho de la España vaciada pero si vendrían de vez en cuando nos ayudarían más porque no saben cuáles son nuestras problemáticas», declara Pilar. Y lo dice ella que también es política. Es Pilar Cristóbal, la alcaldesa de San Román, electa en representación del PR+ como única concejal del partido y alzada a la Alcaldía con el apoyo de los dos ediles del PSOE.
Nacida en Marcilla (Navarra) hace 56 años, llegó por primera vez a Vadillos en 1985 y se casó por segunda vez en 2004, con Antonio Blanco Pascual, natural de la aldea camerana, de 62 años, tal día como hoy, un 14 de febrero, San Valentín. El hijo pequeño de Pilar se crió en Vadillos y estudió en San Román, aunque ya, como el mayor, se ha independizado y vive en Logroño.
«Quisimos casarnos en un día especial, ya que el amor nos había juntado. Y qué mejor manera de seguir juntos que casarnos el Día de los Enamorados... Aunque estamos enamorados todos los días», dice Pilar, dedicada ahora, junto a su marido, a la ganadería. Los dos se hacen cargo de 98 cabras, 32 vacas y 23 yeguas. «Estamos todo el día juntos», apunta Antonio. Y Pilar apostilla: «Las 24 horas». Ríen cómplices.
Para ella no fue fácil. En Marcilla había 2.500 habitantes en los 80, mientras que en Vadillos, una cuarentena. «Yo no soy de ir de tiendas o de bares, no soy de salir, pero el cambio fue grande», confiesa Pilar. Eso sí, también asegura: «Estoy muy contenta, estoy muy a gusto aquí y esto no lo cambio por nada».
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