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Así llega a Europa el petróleo ruso prohibido por las sanciones

Así llega a Europa el petróleo ruso prohibido por las sanciones

India, Marruecos o Azerbaiyán se convierten en países que posibilitan el acceso de carburantes rusos a Europa: mezclados con los de otros orígenes, refinados o, simplemente, trasvasados en alta mar.

Domingo, 14 de mayo 2023

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Da igual que estén vetados, los carburantes rusos continúan llegando a la Unión Europea. Puede que las importaciones de crudo y de productos refinados del petróleo procedentes de Rusia desaparezcan de las tablas estadísticas europeas tras la entrada en vigor, el pasado 5 de febrero, de las sanciones que las prohíben. Es posible que, oficialmente, su valor caiga a cero y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, pueda mantener que, como afirmó hace unas semanas, «la dependencia del gas y del petróleo rusos es historia». Pero, como señaló el consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, la realidad es muy diferente. «El diésel de Rusia continúa en el mercado», afirmó el directivo durante la presentación de los resultados trimestrales de la energética. Eso sí, llega bien camuflado.

Es imposible determinar de dónde procede el petróleo. Y lo mismo sucede con los productos que se derivan de él. Y eso es lo que facilita la triangulación que los carburantes rusos realizan en diferentes países, e incluso en alta mar, antes de alcanzar territorio europeo. Son operaciones que dejan golosos beneficios, porque Moscú se ve forzada a vender sus productos energéticos a precio de saldo -hasta 20 dólares menos por barril, según fuentes del sector consultadas por este diario- y la elevada cotización de los combustibles ofrece una gran oportunidad de negocio a los intermediarios.

El camuflaje del refinado

Así lo ha entendido India, que se ha convertido en uno de los países que más ha aumentado sus importaciones de crudo ruso desde que Vladímir Putin ordenó la invasión de Ucrania. Nueva Delhi no ha impuesto ninguna sanción a Moscú, por lo que puede adquirira los productos que crea convenientes. Tampoco está bajo ninguna sanción, por lo que puede refinar el petróleo en su territorio y venderlo como diésel o queroseno indios.

Es lo que está haciendo a escala nunca antes vista. Según el viceprimer ministro ruso, Alexander Novak, India ha multiplicado por 22 las compras de crudo procedentes de su país. Han pasado de prácticamente cero a destronar a Irak como su principal proveedor. A finales del pasado mes de marzo, Rosneft e Indian Oil Corporation cerraron un acuerdo de largo plazo que permitirá al país eslavo compensar las pérdidas causadas por las sanciones y, si las previsiones de las plataformas Kpler y Vortexa se hacen realidad, el país hindú acabará el año importando 2 millones de barriles de petróleo ruso al día, nada menos que el 44% del total.

De forma paralela, las exportaciones de los productos refinados indios a Europa han pasado de los 154.000 barriles diarios de media de antes de la invasión a los 200.000 barriles que se han alcanzado desde que entraron en vigor las sanciones a los carburantes rusos. Kpler estima que las exportaciones alcanzarán los 360.000 barriles diarios en los próximos meses, una cifra que podría convertir a India en el principal proveedor de gasoil y queroseno -utilizado sobre todo en aviación- de Europa, ligeramente por delante de Arabia Saudí.

Es, sin duda, un magnífico truco de magia para dar esquinazo a las sanciones. Y otros países también han decidido subirse al carro. Sorprendente es el caso de Azerbayán, que, según reveló la pregunta realizada al Parlamento Europeo por el diputado francés François-Xavier Bellamy, está exportando nada menos que 242.000 barriles diarios más de los que puede producir. Y lo hace a través del oleoducto BTC que opera British Petroleum. Es una discrepancia que, según su escrito, se debería investigar, porque «podría demostrar que se están circunvalando las sanciones impuestas». Tanto Azerbayán como BP han negado estar haciendo negocio con petróleo ruso camuflado.

La mezcla no deja huella

De cualquier manera, España tiene un ejemplo mucho más cercano: el de Marruecos. A diferencia de lo que hace India, el vecino musulmán no refina el crudo procedente de Rusia porque, curiosamente, las últimas instalaciones que podían llevar a cabo ese proceso en el país cerraron por quiebra en marzo de 2022. Así que Marruecos adquiere el hidrocarburo ya listo para su comercialización y lo mezcla con el de otras procedencias para camuflar la bandera rusa. Según Kpler, Rabat ha pasado de comprar 600.000 barriles de carburante ruso diarios en 2021 a dos millones en 2022. Y, según la agencia de noticias oficial Sputnik, Marruecos fue en marzo el destino de 12% de todas las ventas de diésel ruso. Si ese volumen se suma al de Argelia y Tunez, el porcentaje aumenta al 30%. Otro tercio lo adquiere Turquía, que el año pasado duplicó sus compras en Rusia.

Teniendo en cuenta que las necesidades energéticas de la región no han cambiado sustancialmente, estas cifras aquieren todo su sentido cuando se comparan con los datos de las exportaciones de combustibles, que se han disparado de forma proporcional. Aunque habrá que esperar a las estadísticas aduaneras oficiales de todo 2023 para sacar conclusiones definitivas, los datos de Vortexa, que realiza un exhaustivo rastreo de buques, demuestran que parte de ese combustible ruso está llegando a España.

Lo confirman fuentes del sector que piden mantenerse en el anonimato y todas estas operaciones han levantado también sospechas más que razonables en el gobierno español, que ha prometido investigarlas. La ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, afirmó hace unos días que todos los combustibles que llegan a España tienen «la documentación en regla», pero añadió que el Ejecutivo «vigilará que no procedan de Rusia». En cualquier caso, incluso Oleg Ustenko, consejero económico del presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, aseguró en una entrevista con Politico que estas triangulaciones no violan la legalidad internacional. «Pero son totalmente inmorales», añadió, razón por la que exige el cierre de estas puertas traseras «para que Rusia deje de recibir este dinero manchado de sangre que financia la maquinaria militar que está destruyendo a Ucrania y matando a su gente».

Trasvases en alta mar

Hay una tercera fórmula para lograr cambiarle la nacionalidad al petróleo ruso y sus derivados: trasvasarlo en el mar. Según S&P Global, estas operaciones se han llegado a multiplicar por siete durante el primer trimestre de este año. Solo en marzo, el instituto estima que más de 3,5 millones de barriles de diésel ruso cambiaron de manos frente a las costas de Grecia para embarcar en buques más grandes con destino a Asia. Muchos ondean la bandera de China, un país que ha incrementado en un 38% las importaciones de carburantes rusos durante los tres primeros meses de 2023.

Estados Unidos, Canadá y Australia han denunciado ante la Organización Marítima Internacional (OMI) que cada vez más buques están apagando los transpondedores que permiten su localización, aparentemente para evitar levantar sospechas y dejar constancia de los trasvases. En una conversación con CNN, el responsable de asuntos legales e internacionales de la OMI, Fred Kenney, reconoció que esta 'flota gris' opera en los márgenes de la legalidad «y que hay muchas cosas que pueden salir mal en estos trasvases». Accidentes y vertidos contaminantes son más frecuentes, por ejemplo.

En esta coyuntura, las aguas cercanas a Ceuta adquieren también mayor relevancia. Porque, según datos de Vortexa, después de descartar el Atlántico para los trasvases por la fiereza de sus aguas en invierno, es aquí donde petroleros con crudo ruso hacen sus trasvases para que el combustible continúe su camino hacia China. Allí será refinado y, en algunas ocasiones, podría ser revendido a Europa, la principal damnificada económica por esta coyuntura.

«Es competencia desleal»

La triangulación en terceros países del crudo y de los refinados rusos en su camino a Europa no viola las sanciones impuestas al régimen de Vladímir Putin. Pero fuentes del sector consultadas por este periódico tampoco la consideran legal. «Es alegal. Porque quienes realizan estas operaciones saben perfectamente que su objetivo es eludir las sanciones», sentencian. Y también ponen el foco en quienes adquieren esos combustibles en Europa. «Por el precio más económico -el barril de Ural ha pasado de cotizar a más de 100 dólares poco después de la invasión a coquetear con los 50 dólares, 24 menos que el de Brent- pueden sospechar que están comprando un producto que viene de Rusia», comentan.

Esta situación beneficia a países intermediarios como India o China, permite que Rusia continúe financiando su invasión aunque se vea obligada a ofrecer descuentos significativos, y afecta sobre todo a las petroleras europeas que se rigen por la normativa. «Se produce una competencia desleal comparable al fraude de operadores que no ingresan el IVA o que no incorporan los biocarburantes a los que están obligados y va en detrimento de quienes sí respetan la legalidad. No es la competencia que queremos, porque no es sana», añaden.

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