La UD Logroñés ya tiene su cambio radical: fuera del 'play off'
Los riojanos vuelven a protagonizar un partido para pedir perdón y muestran su incapacidad para marcar y ganar
Dicho y hecho. Cambio radical. Hasta este domingo, la UD Logroñés vivía en 'play off' de ascenso. Y por méritos propios. Este equipo vive ... en luto permanente. Un equipo triste, sin criterio, sin saber qué hacer, previsible, de un único ritmo, fácil de defender y de demasiados infantilismos. Son los hechos de un nuevo empate sin marcar que le aleja del objetivo, que no es el de la primeza plaza, sino el de no hundirse en la tabla. Hace ocho días estaba a tres puntos del liderato, hoy a ocho. Ahora toca pedir perdón. Otra vez.
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UD Logroñés
Royo, Arnau (Yasin, 80), Monreal, Joao, Iñaki, Garrido, Agüero (Barrero, 69) , Riki (Pau López, 54), Gualda (Valcarce, 69), Madrazo y Lupu (Bonilla, 80)
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Tudelano
Eduardo, Arenal, Asier, Del Amo, Carrera, Eneko (Andreu, 80), Alayeto (Otegui, 64), Cotán (Prats, 64) y Rubio
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Goles: No hubo
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Árbitro: Morato Vega. Amonestó a los locales Madrazo, expulsado en el minuto 78, Riki, Gualda y Monreal; y a Cotán, Asier y Del Amo por el Tudelano.
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Incidencias: Las Gaunas. Trigésimocuarta jornada. 2.944 espectadores en una tarde soleada.
Sergio Rodríguez hizo después de hablar. Y hacer significaba provocar el cambio al que había aludido. Dejó en el banquillo a jugadores como Daza, Yasin, Bobadilla y Bonilla para presentar un once más ofenvico, con un solo pivote, Garrido, como nexo de unión entre el cuarteto defensivo y el que formó la segunda línea de ataque (Agüero, Gualda, Riki y Madrazo) como lanzadera de Lupu. No faltó, como pasa en estos casos, el guiño a la grada con la presencia de Pol Arnau en el lateral derecho, decisión que dejó a los dos laterales fuera. Uno en el banquillo y otro en la grada. Ya hizo algo parecido el técnico hace años, cuando dio la alternativa a Bobadilla, entre otros, y el órdago le salió bien. Su lástima es que los demás no le siguieron al protagonizar los hechos.
La UD Logroñés ya había esbozado el guion que pretendía escribir sobre su cambio radical, pero para provocar un nuevo escenario en el fútbol es obligatorio ganar y querer ganar, mostrar ganas de vencer, trasmitir ilusión, pero para eso debes ser un equpo con vida. Con el balón en sus pies y el Tudelano en modo espera a ver qué pasa, Delgado mandó el balón por encima del larguero a balón parado y Aguero contestó con un remate muy forzado en el segundo palo a centro de Madrazo. No era un inicio animado, sino en el que todo el mundo, grada incluida, prestaba atención al más mínimo detalle entre el silencio y el ligero runrún de unos aficionados que se desesperan por ver ganar a su equipo y se desesperaban cuando no gana. Viven en permanente estado de desesperación.
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«No soy capaz de sacar mayor rendimiento a esta plantilla y lo tiene»
A la UD Logroñés le faltaban criterio, ideas ofensivas y continuidad. El área navarra se agitó con la aparición de Agüero, primero al hacerse con el balón ante Eduardo, aunque sin consecuencias y poco después al servir un balón interior a Riki, que llegaba por el carril central, pero su mal control dejó el cuero a manos de Eduardo. Riki, más centrado, gana en capacidad para generar. Un robo de Madrazo que llevó el balón a sus pies dejó a Lupu en el mano a mano con Eduardo. Le falta precisión. Parecía animarse el partido, pero el baile carecía de esa canción pegadiza que lo cambia todo. De momento, el cambio radical se quedaba en la palabra, en la intención. El problema seguía siendo el mismo, el gol, la capacidad para generarlo. Qué tiempos aquellos en los que la grada se aburría en el segundo tiempo cuando el marcador señalaba ya un 3-0 o 4-0. El aburrimiento existe, pero éste es de otro tipo.
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El Tudelano no alteró su comportamiento tras el paso por vestuarios. Cualquier equipo que se mide a la UD Logroñés sabe que si mantiene firmeza defesiva el premio del punto está casi asegurado. No perder el orden, porque es consciente de que este UDL es adicto a un fútbol ritmo de paseo, de bajas pulsaciones, cuando necesita correr, necesita generar superioridad, necesita llegar a la línea de fondo y, además, repetir, repetir y repetir hasta lograr alcanzar su meta. Pero solo piensa en pasear. Muy fácil para el rival que solo quiere defender y tentar a la suerte de un balón perdido.
Hacia el esperpento
No esperó Rodríguez a la hora de juego para dar entrada a Pau López por Riki, con problemas físicos, y también adelantó más novedades, caso de las inclusiones de Barrero y Valcarce. Sin embargo, la mejor jugada ofensiva se generó entre laterales. Arnau centro al corazón del área e Iñaki estrelló el balón en la madera. Un fogonazo nada más. El runrún crecía a la par que la tristeza y la impotencia del fútbol local. Era incapaz de hacer sufrir al rival, que tampoco mostró mayor ambición. Le servía con el punto, el mismo que condenaba a la UD Logroñés, al que le gusta, además, sumar pases, como si tuviera premio, y no mirar hacia la portería y rematar o disparar. Su partido estaba a la altura del visto días antes en Ejea. Solo el rival lo hacía diferente. Y el marcador, aunque este también sea malo.
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Malo. Era la palabra. O peor. Cuando un equipo no funciona, el jugador, tampoco. Y viceversa. Madrazo se alió con el esperpento. Ya lo había hecho a los dos minutos, al ver la primera amarilla. Más de una hora después, pisaba el balon y se caía. Frustrado, se ganó la segunda amarilla en una entrada por detrás. Incompresible, máxime ante un colegiado que cosió a la UD Logroñés a faltas, pero que esta vez sí tenia razón. La UDL caminaba de nuevo hacía el esperpento y la grada lo expresó al ver cómo se marchaba Lupu para dejar paso a Yasin. Ahora había miedo a perder el punto en inferioridad. Y la gente se marchó antes de tiempo. Muchos no vieron como Barrero, incomprensiblemente, anulaba un córner un favor su pugna con el portero navarro, mucho más listo. Un infantilismo más en una plantilla que no está a la altura de la exigencia, lo que significa que el club se ha equivocado, al menos hasta la fecha, en su confección. Ahora bien, el cambio radical ha llegado. ¿Para quedarse?
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