La UD Logroñés afronta el día de demostrar si tiene personalidad o no

La UD Logroñés vivió un punto de inflexión, por establecer un inicio cronológico reciente, el mismo día que el Marbella impidió su ascenso a Primera Federación. Una debacle. Al primero le siguió el segundo, el mismo 1 de julio, con el inicio de la temporada, oficialmente hablando, y el anuncio de la contratación de Miguel Flaño. Punto de inflexión que se movió entre el optimismo del nuevo proyecto y la reprobación del técnico, que tuvo que recordar sus orígenes ausejanos.

Del 1 de julio al 1 de septiembre. Primer partido, primer punto de inflexión. Se superó con la victoria sobre el Aragón, pero los empates en Vitoria y Teruel llevaron al segundo punto de inflexión, ese que refleja las victorias a domicilio. Igual que el año anterior, pensó la masa social. Y ese segundo punto de inflexión vino de la mano del triunfo en Estella en la quinta jornada. Una piedra menos en la mochila en los viajes blanquirrojos. Lo cierto es que la UD Logroñés firmó un notable inicio de temporada que le llevó a apelar a otro punto de inflexión, el de colocarse líder del grupo y superar al asombroso Arenas. No lo logró, pero sí encontró su punto de inflexión el 26 de octubre en Utebo, donde firmó la primera derrota del curso. Se recuperó la UDL de una posible curva descendente al ganar al Calahorra, pero caminó cuesta abajo hacia otro gran punto de inflexión de la temporada, que tuvo como protagonista a Miguel Flaño, destituido tras perder el equipo en Anguiano y enlazar tres jornadas sin perder. Y a punto de inflexión negativo, punto de inflexión positivo, el del regreso a Sergio Rodríguez al banquillo. Su rol era el de la interinidad, pero nadie se lo creía. Y ahí sigue, en el banquillo.

Tres goles al Barbastro en su presentación, tres a la Real Sociedad C, cuatro al Aragón en el inicio de la segunda vuelta... Era tal la euforia, que en los dos últimos partidos de enero, ante Alavés B y Teruel, se pensaba en tener el liderato a tiro de dos o tres puntos. Nada más lejos. Tres puntos en tres partidos si se añade el jugado en Guernica. Nuevo punto de inflexión, el de la decepción. Sin embargo, el triunfo sobre el Izarra fijó otro punto de inflexión, el de ver el liderato a tres puntos, el de acabar el domingo en Ejea colíder junto al Arenas y el Eibar B. Euforia una vez más en esa montaña rusa de sensaciones que es el fútbol. El coche blanquirrojo se quedó parado en lo más alto de ella y cabeza abajo. Batacazo enorme. Por la derrota y las formas.

Y de ese último punto de inflexión, enésimo, se llega al cambio radical. Cambiar como sinónimo de mejorar en el juego defensivo y ofensivo, en la intensidad, en la responsabilidad con balón… en sacar cada uno lo mejor de sí mismo. Que es mucho, muchísimo. Eso sí, sin la necesidad obligatoria de cambiar nombres. Es decir, un cambio que puede entenderse como mostrar personalidad sobre el campo. Esa personalidad que te lleva a ser superior, que soporta le presión de la camiseta y la que ejerce la tabla, porque una vez más la UD Logroñés jugará con los marcadores de sus rivales cerrados y mirando hacia los próximos puntos de inflexión.