Jugar con fuego para quemarse

Pocas expresiones pueden definir mejor la costumbre que ha tomado el Calahorra en esta temporada que la de «jugar con fuego». Los rojillos son capaces de lo mejor pero también de desaprovecharlo de forma incomprensible en partidos que no saben sentenciar, en los que las puntuales carencias pueden más que las virtudes globales. Este miércoles el Calahorra dejó escapar una victoria que hubiese sido fundamental, ante un rival directo como el Tudelano y en la última jornada de la primera vuelta. El desafortunado desenlace, con un penalti por mano en el último minuto que puso el empate, fue fruto de no saber controlar un partido en el que el Calahorra estaba siendo muy superior en juego y en el marcador.

Y es que visto lo visto en la primera mitad, al Calahorra parecía haberle sentado bien el mes sin competición. Era una versión superior de ese equipo que dejó el 2020 con un gris empate en Tajonar y con la eliminación copera. Ayudó en el inicio del partido que el Tudelano quisiera plantar cara con el balón, alejándose otros equipos que esta temporada ante los rojillos fiaban sus posibilidades a una intensa presión y al trabajo defensivo. En esa lucha de egos entre dos de los favoritos del grupo, los navarros no estuvieron de primeras a la altura de un Calahorra más inspirado que en anteriores citas.

Diego Martínez adelantó la posición de Tarsi para formar con Jordi Ortega como único pivote y el navarro y Víctor Andrés como enganches. Además, volvió a optar por Cristian en la banda derecha, por delante de Carrique y Fran, los dos laterales puros que se quedaron en el banco. Pero los cambios más sensibles fueron en el juego rojillo, que siguió siendo dominador y valiente, pero dejando atrás la monótona horizontalidad y apostando por pases que ganaban metros y superaban líneas. Toque vertical y en corto. Una notable mejoría a su estilo a la que contribuyó la incomodidad de un Tudelano que no sabía ni disputar la posesión al Calahorra ni frenar su movilidad.

En el primer tiempo tuvo el Calahorra más ocasiones que en ningún otro partido de la temporada. Avisó primero con un centro pasado que a punto estuvo de enganchar Amorrortu, protagonista después de una buena salida junto a Víctor que no encontró puerta. También lo intentó Tarsi en una llegada que taponó la zaga; Borja cabeceando dos saques de esquina; Jordi con un zapatazo desde treinta metros; y Fran Sota en un disparo desde la frontal tras el cual los rojillos reclamaron un penalti sobre Nierga.

El Tudelano, en el que el exrojillo Rodrigo lo intentaba por la derecha y Alejandro con desmarques a la espalda de la zaga, no encontraba su sitio en el partido ante el alto ritmo del Calahorra. La consecuencia lógica no se hizo esperar. En el minuto 34, los rojillos abrían el marcador con una jugada definitoria de su razón de ser futbolística. Tarsi, Amorrortu y Victor Andrés movieron rápido junto al lateral del área y Fran Sota, incorporándose, definió raso al fondo de la red.

Hace unos días Diego Martínez, técnico rojillo, defendía el estilo del Calahorra recalcando que con esos fútbolistas no tenía sentido jugar a otro fútbol que no fuese de toque, ataque y posesión. Es cierto que es difícil de imaginar a los protagonistas del primer gol en un perfil diferente.

Pero la efusividad y dos ocasiones antes y después del descanso con Álvarez y Fran Sota como protagonistas, dieron paso al cuarto de hora del segundo tiempo a un raical cambio de paradigma. Había estado cómodo el Calahorra. Demasiado. El Tudelano no pasa por su mejor momento pero es un equipo con galones para estar entre los primeros, con futbolistas de calidad y experiencia, y no iba a despedirse tan facilmente del partido.

Los del riojano Nacho Martín dieron un paso al frente con carácter y capacidad para generar juego. Sus acercamientos no eran lo suficientemente claros, pero obligaron a la defensa del Calahorra a achicar balones a la nada más de lo que le gustaría. Los rojillos empezaban a encerrarse y el peligro a rondar. Como decía su entrenador, cuando el equipo juega a otra cosa no se siente cómodo. Y no hizo el Calahorra nada para ponerle remedio. La consecuencia sería trágica.

Ander, Rayco y Fernández entraron para dar mayor frescura a la primera línea de presión rojilla y más opciones a la contra, pero el Calahorra parecía estar destinado a sufrir. El tiempo era el principal aliado de los rojillos, pero quien asume riesgos puede salir herido. Y lo hicieron los rojillos, ya que en el minuto 93, una clara mano de Marc Nierga en el área permitía a Orbezogo poner las tablas de penalti. La Planilla se helaba. El Calahorra, que evidenció una mejoría en el primer tiempo, volvía a cometer viejos errores, dando alas a su rival y a las dudas que existen sobre el equipo. La cosecha de fin de primera vuelta debió ser mayor.