Los detalles residen en el gol y la calidad

La UD Logroñés se presentó con su imagen más reconocida. El Deportivo aportó sin embargo el primer detalle diferenciador al encuentro, pues Borja Jiménez decidió jugar con tres centrales (Lapeña, Bergantiños y Jaime), que no es su apuesta habitual, ya que el capitán aporta talante defensivo, pero desde el centro del campo. No le importó al cuadro coruñés ceder el balón a un adversario que lo trata con cuidado, pero al que le falta verticalidad para superar líneas e imaginación, mucha imaginación. Así, los riojanos asumieron el mando, aunque sin llegar a hacer sufrir con su circulación a los gallegos, que esperaban en su campo con la clara idea de lanzar a Villares y William de Camargo.

No tenían prisa. Los locales probaron por la izquierda, donde Iñaki apareció para poner dos balones al área pequeña que no encontraron rematador. Lo intentaron también por la derecha, a balón parado, pero la prolongación de Rueda en el primer palo no encontró acompañante en el segundo. Mandaba e incluso recuperaba alto y rápido la UDL, aunque sin descomponer el gesto gallego.

El Dépor mostró su verdadera cara en el error, pero del adversario. Otro detalle diferenciador. Doncel aprovechó un fallo en la salida de Rueda para llegar a línea de fondo y poner un balón de gol a William. Andoni impidió que lo empujase a la red. Doncel, sin embargo, había enseñado el camino a su equipo y poco después otra arrancada por la izquierda acabó en dos paradas a bocajarro de Serantes a sendos disparos de Víctor y Villares, pero no pudo con el tercero, el de Miku, el más rápido junto a la raya del gol. Ahí se apreció el tercer detalle. El Dépor necesita poco para desequilibrar al rival. Y de ese detalle surgió uno más, el de la capacidad gallega para que se jugase a lo que quería, es decir, a nada. El partido se embarulló, pero el castigado, incluso en las tarjetas, fue el cuadro local.

La UD Logroñés pedía falta de Juergen a Iñaki. «Es falta», reitero Mere Hermoso en rueda de prensa, aunque no le dio mayor importancia.

No cambió el guion tras el descanso. Sierra y Castellano habían dado músculo a la medular, pero el marcador demandaba mayor verticalidad, imaginación para superar el orden castrense del Deportivo. El fútbol de limpiaparabrisas era una bendición para los coruñeses, que solo tenían que bascular y un engaño para los locales. Con ese simple movimiento, los coruñeses frenaron a un rival vacío de ideas. Y sin ideas ni claridad no hay fútbol de ataque.

Las bandas desaparecieron, Guarrotxena lo intentó por dos veces desde fuera del área. No había llegada en superioridad. Más bien en inferioridad, porque el equipo se partió y la segunda línea no aparecía al auxilio. Con tanto tráfico por dentro, la UD Logroñés no buscó llegar por fuera. Es un equipo que no apela a la superioridad por banda uniendo a sus dos hombres del carril. Alfaro desaparece de ella para morir por el centro; Andoni no da un alternativa por banda, ni siquiera para arrastrar al lateral rival. El Dépor cocinó ese tanto con similar argucia.

Sin embago, el Dépor ya no salía. Mejor no arriesgar salvo que fuera seguro el premio del segundo gol. Mere se lo jugó a una carta, aunque con pocos minutos para los nuevos protagonistas. Demasiado tarde. Ramos, Galán y Medina en la primera mano; Siddiki y Aridane, en la segunda. Al final quien tuvo la mejor ocasión fue Guarrotxena, pero ese balón que recogió en el punto de penalti no cogió red. Otro detalle, la definición.

Hubo más, caso del marcaje al que el colegiado sometió a los locales, pero el principal residió en el gol. Ese es el detalle más diferenciador en el fútbol. Y en el caso de la UDL no venía de serie. Es un extra por el que hay que pagar. Al menos este domingo. Segunda derrota en Las Gaunas. Por eso, que era una posibilidad antes de jugarse el partido, era tan importante ganar en Vigo hace ocho días. Ahora se avecinan dos viajes consecutivos a campos tan dispares como los de Badajoz y Tudelano. Sin creatividad solo se puede confiar en la fortuna.