Irregular. Demasiado para el paladar del aficionado franjivino, mal acostumbrado a otros resultados. Pero es lo que hay con el presupuesto que tiene el Ciudad de Logroño ... : un equipo muy joven que adolece de colmillo en momentos puntuales para sentenciar los encuentros; un bloque que en esta primera vuelta acabó en la sexta posición y con posibilidades para seguir luchando por Europa, pero que mostró muchas caras a lo largo de estos meses; una escuadra capaz de luchar de igual a igual con equipazos como el Lemgo o el Barça, pero que naufragó con equipos de la zona baja de la clasificación como el Sinfín; un conjunto golpeado por las lesiones y que sufrió la falta de acierto de los porteros, con las peores cifras de los 16 equipos de la Liga Asobal.
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Miguel Ángel Velasco seguramente haya envejecido una década en estos cuatro meses. Cerca de 120 días en los que el Ciudad de Logroño se despidió prematuramente de la Copa EHF al tener que enfrentar a uno de los equipos más fuertes del continente como el Lemgo. Pero es que tres días después de competir de tú a tú al conjunto teutón, los riojanos cayeron con estrépito ante el ahora colista de la Asobal, un Balonmano Sinfín entrenado por un hombre de la casa como Rubén Garabaya.
El inicio de curso fue complicado: tres derrotas en cuatro partidos, dos de ellas ante rivales directos, y una muy especial y que marcó a fuego a los franjivino, el ridículo ante el Granollers en un Palacio en el que los de Velasco solo ganaron dos encuentros –frente al Huesca y contra el Bidasoa–. Precisamente ante el cuadro oscense se inició un octubre redondo en el que los franjivino enlazaron cuatro victorias consecutivas.
Sin embargo, la irregularidad volvió a golpear en el mentón al bloque riojano, que perdió en casa ante el Torrelavega, Barcelona y Anaitasuna, y logró unos empates amargos frente al Atlético Valladolid y ante otro equipo que lucha por el descenso como el Guadalajara.
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Al final, un triunfo agónico en Pontevedra contra otro equipo de la zona baja como el Cisne le dibujó una sonrisa en el rostro de un Ciudad de Logroño acostumbrado a mejores segundas vueltas que primeras y que se marchó de vacaciones en sexto lugar. Un bloque que debe mejorar muchos aspectos de su juego, especialmente su portería.
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