Marqués de Murrieta, historia de Rioja

En 1852 elaboró el que es considerado como el primer 'vino fino' de Rioja. Veinticinco años más tarde adquirió la Finca Ygay y en 1878 construyó en ella el Castillo de Ygay, una bodega rodeada de viñedos, al más puro estilo 'château' francés.

Visitar la bodega es adentrarse en la historia de Rioja y sus vinos. Y como los vinos evolucionan, también las instalaciones, modernizadas y adaptadas, pero que conservan el espíritu fundacional, ahora de la mano de la familia Cebrián-Sagarriga. Porque en 1983 el empresario gallego Vicente Cebrián Sagarriga tomó las riendas de Marqués de Murrieta. En la actualidad son sus hijos, Vicente Dalmau y Cristina, quienes han asumido un ambicioso proyecto para posicionar la bodega como todo un referente de la excelencia y de la calidad.

Marqués de Murrieta cuenta con 300 hectáreas, con viñedos de hasta ochenta años, que se cultivan en altitudes que oscilan entre los 350 y 485 metros. La diversidad de sus suelos hace posible la unicidad de sus vinos. Precisamente, buscando la excelencia en el campo, en el año 2000 se acometió un estudio exhaustivo del terreno, que terminó con su división en treinta parcelas, cada una de ellas con características diferenciadas en función del suelo, la orientación y la altitud.

Son reseñables sus seis hectáreas de viura, plantadas en 1945, con las que elaboran su blanco Capellanía y Castillo Ygay; o su viñedo La Plana, que ocupa 40 hectáreas a 485 metros de altitud que datan de 1950 y de cuyas mejores uvas nace Castillo Ygay, todo un clásico considerado el 'Mejor Vino del Mundo' por Wine Spectator.

La visita, a cargo de Sara Barrio, relaciones públicas en Marqués de Murrieta, se dirige, tras recorrer los viñedos, a la zona de depósitos, donde se recibe la uva que cada año se vendimia, tras realizar un exhaustivo proceso de selección, que comienza a pie de campo. La nueva área de producción, conectada subterráneamente con la bodega fundacional, fue inaugurada en 2022. Esta alberga un complejo de edificios, construidos bajo criterios de sostenibilidad, que están rodeados por 50.000 metros cuadrados de jardines.

La sala de tinos de madera es otro de los puntos de interés del recorrido, que prosigue por la sala de barricas, que alberga 10.000 unidades, en su mayoría de roble americano. Marqués de Murrieta elabora, aproximadamente, 1.200.000 botellas al año, aunque algunas de sus marcas, como Castillo Ygay, no salen todos los años –se atiende al criterio de la directora técnica de la bodega, María Vargas, con una trayectoria de casi tres décadas elaborando los vinos de Marqués de Murrieta–.

Sin duda, y previa a la cata guiada de vinos, entrar en el archivo histórico de botellas es el broche final perfecto de esta visita a una bodega de 172 años de historia. Un recorrido por un tesoro que da fe del legado de esta familia y de su pasión por el vino.