Bohedal Herencia de la tradición vinícola

En 1997 tomó forma el proyecto. Su hija Blanca Baños, junto a su marido José Félix Tejada –enólogo de la bodega– heredó la pasión por el vino; una herencia que también ha pasado a Leire Tejada, orgullosa nieta que en cada visita realizada a Bohedal rinde tributo a la historia familiar.

Porque es la propia familia la encargada de realizar los recorridos guiados. Nadie mejor que ellos para transmitir ese sentimiento único, que buscan contagiar en quienes disfrutan de cada una de las explicaciones –ninguna igual, cada una adaptada al público, pero basada en la experiencia y en lo que suponen las viñas, el vino y la bodega para cada miembro de la familia–.

Bohedal fue pionera en el enoturismo, que llevan desarrollando desde hace más de dos décadas –logró alzarse con el premio Best of Wine Tourism en 2019–. Han conseguido que quien la visite salga con un aprendizaje más que notable del mundo del vino, de la diversidad de Rioja y de este proyecto 100% familiar.

Bohedal es una pequeña bodega con siete hectáreas de viñedos –de pequeñas parcelas de tempranillo, viura, garnacha y graciano– ubicadas en Briñas, Haro, Labastida y Ábalos y que cuentan con entre 30 y 100 años de antigüedad. Joyas que les permiten elaborar once vinos distintos –60.000 botellas aproximadamente–. Por sus puertas llegan visitantes nacionales y extranjeros –porcentaje que se reparte de manera equitativa–, aunque es posible disfrutar de sus vinos sin necesidad de visitar la bodega, gracias al winebar y su magnífica zona de terraza, en un patio ajardinado y al cobijo de viejos árboles que delimitan el espacio y dan la sombra tan apreciada cuando el sol aprieta.

En esta visita se habla de esas vinificaciones más especiales que otorgan mayor complejidad al vino. Se catan cuatro blancos: Bohedal y Gran Bohedal (fermentado en barrica) y sus dos joyas, Hebabe Blanco –de un viñedo muy particular y que ha pasado más tiempo en barrica de roble francés– y Gran Bohedal Espumoso –del que solo elaboran 1.200 botellas–.

Una cata en la que, como ha sucedido a lo largo de la visita, el visitante termina llevándose un pedacito de esa pasión tan bien transmitida por un modo único de elaborar los vinos en Bohedal que ha pasado de generación en generación.