La apuesta por la tierra y el vino que nace de ella

En el corazón de La Rioja Alta, con vinos criados en tinajas de barro –en un claro homenaje a la milenaria cultura artesanal de la zona– y respetando dos oficios que brotan de la tierra como el vino y la alfarería, nació en 2018 Bodega FyA. Hubo que esperar dos años más para que viera la luz el edificio social.

El recorrido comienza en su museo, una pequeña selección de cántaras, azumbres o jarras, que llevan al visitante a la época de cuando se trasladaba y guardaba el vino antes de existir las barricas y botellas. Ahí se proyecta un audiovisual en una pantalla gigante envolvente para poner en situación al visitante. A continuación, se avanza hasta la sala aledaña, que alberga todo un archivo histórico de la alfarería riojana. En total, 850 piezas recogidas y documentadas por uno de los mayores expertos en el campo de la cerámica antigua, Enrique Martínez Glera. Una colección permanente ordenada por el alfar donde se elaboraba: Navarrete-Fuenmayor, Haro, Logroño, Cameros, Ojacastro o Rioja Baja, lo que permite al visitante apreciar, de un simple vistazo, las distintas maneras de trabajar el barro, en función de la zona.

Un paseo por la historia, que se realiza en grupos pequeños. «Creemos que es la mejor manera de conocernos. Buscamos ser más cercanos, que la gente así pueda preguntarnos más; visitas casi a la medida, gracias a las cuales logramos establecer vínculos más duraderos», apunta María Sáenz García, directora de Comunicación y Enoturismo de la bodega. A pocos pasos, los belgas Paul e Ilse atienden las explicaciones de Carmen, una de las encargadas de ilustrar cómo se elabora el vino en esta bodega.

La singularidad de FyA se muestra con sus 40 tinajas de barro, de 1.000 litros de capacidad, donde envejecen algunos de sus vinos durante seis meses. En ellas se introducen su FyA Tinaja Cosecha y su FyA Tinaja Crianza. «El barro con el que se han realizado estas tinajas proviene de la tierra que sacamos cuando construimos el edificio. Esta tierra no tiene nada que ver con la de otras zonas de La Rioja». Precisamente, en su visita premium, uno de los vinos que se cata se saca directamente de una de las tinajas. «Es un recipiente honesto con lo que llega del campo; no aporta aromas», señala Sáenz García.

De ahí se accede a la zona de barricas, donde conviven las clásicas, de 225 litros y otras de 500. Es en estas últimas donde elaboran su FyA 8 meses tempranillo.

Para que quien visite se vaya de la bodega con un mayor conocimiento de la tipicidad de las distintas zonas de Rioja, así como de las variedades que se cultivan en la región, en Bodega FyA han plantado todas las variedades. No todas se utilizan en su bodega, solo tempranillo, viura, malvasía así como maturana tinta de Navarrete, que da nombre a uno de sus vinos. Es una variedad que procede de 15 cepas que se encontraron en un viejo viñedo de esta localidad en 1990, y con la que elaboran unas mil botellas anuales.

Cada bodega de Carlos Bujanda tiene su particularidad, pero en todas sobresale un nexo común, la sostenibilidad. Así, se han instalado placas solares con las que la mitad del complejo es autosuficiente energéticamente hablando. «Carlos ha apostado por las energías renovables desde el principio. La de Moreda fue la primera bodega que contó con un aerogenerador; las de Rueda y Ribera de Duero hacen uso de la geotermia; aquí, en Navarrete, tenemos la energía solar», expone María Sáenz.