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Miguel Herreros

Oreja por rejoneador en la última del Racimo de Oro

David Gomes y Pablo Donat cortan cada uno una oreja a un encierro de Pincha

Sábado, 28 de agosto 2021, 22:29

La última cita de la feria Racimo de Oro congregó a más público que en anteriores jornadas. Prácticamente se rozó el lleno dentro del aforo ... permitido. El festejo de rejones generó interés. Mucha gente joven de nuevo en los tendidos. Buena noticia, la pena, el resultado artístico. Una oreja cortó cada rejoneador.

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Paradote y sin transmisión salió de chiqueros el primer novillo de Pincha, un animal que buscó siempre la querencia. Muy agarrado al piso anduvo durante toda la lidia, dificultando la labor del rejoneador portugués David Gomes, que trató de tirar del novillo, pero había que llevarlo muy pero que muy cosido a la grupa para que le siguiese un par de metros.

La tarde

  • Plaza de toros de Aldeanueva. Última de abono. Festejo de rejones. Se lidiaron novillos de Pincha, reglamentariamente despuntados. El 1º, parado; el 2º, con transmisión; el 3º, se movió pero terminó rajándose; y el 4º, rajado. Lleno dentro del aforo permitido.

  • David Gomes. Oreja y saludos.

  • Pablo Donat. Oreja y saludos.

Prácticamente fue imposible lidiarlo, aunque algún arreón le ofreció cuando lo citaba aprovechando las inercias. Se esforzó el jinete en un lidia que quedó algo desestructurada, por la mala condición del animal y su falta tino a la hora de clavar. Cortó una oreja. Su segundo le permitió realizar mejores pasajes. Más movilidad tuvo el novillo, al que aprovechó con pasadas por ambos pitones dejando las banderillas de una en una. Hizo uso de las cortas para abrochar, pero ya el toro estaba rajado en tablas. Hubo momentos de reunión, que gustaron, pero el falló reiterado con el rejón enfrió.

Momentos angustiosos se vivieron antes del primer rejón de castigo en el segundo. El rejoneador valenciano Pablo Donat estaba en escena. En la misma boca de riego se resbaló el caballo y perdió la manos cuando llevaba al animal cosido a la grupa. Por suerte, y a pesar de la aparatosa imagen, en la que caballo y jinete cayeron al suelo, ambos salieron ilesos. La faena tuvo momentos de transmisión, sobre todo cuando Pablo lograba llevar al novillo muy pegado. Le faltó también precisión a la hora de clavar las banderillas, y eso deslució muchos su labor. No se amilanó y con raza consiguió ganarse al público que le premió con una oreja.

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Muy acelerado anduvo toda la tarde, también en el cuarto. Le faltó a Pablo llevar a cabo los movimientos con más reposo, porque en el toreo, tanto a pie como a caballo, el temple es fundamental. Si hubiese bajado revoluciones quizá hubiese estado más certero, porque el concepto y las ideas eran buenas.

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