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El animador Raúl García.
De 'Aladdin' a Allan Poe

De 'Aladdin' a Allan Poe

El primer animador español que trabajó en Disney, Raúl García, se pasa al terror y se convierte en autor de culto con su primera película: 'Extraordinary Tales'

Elena Martín López

Lunes, 31 de octubre 2016, 12:39

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Al sur de California hay una casa que guarda en su interior grandes tesoros. El primer dibujo animado de la historia, tiras de viñetas de periódicos antiguos, borradores originales de los creadores de Pluto, Pongo, Ariel o Hércules -entre muchos otros- y vitrinas llenas de figuras, tazas, relojes y demás coleccionables de todas las películas de animación imaginables. Llaman especialmente la atención dos sillas con orejas y patas de Mickey Mouse que descansan divertidas en el comedor.

Por el pasillo que conecta esta habitación con el resto de la vivienda, camina Raúl García Sanz, el dueño de la casa y primer animador español en Disney. Él se resiste a desentonar con la estética de su hogar luciendo una camisa negra con imágenes de la película de Rompe Ralph. Se dirige a su estudio, custodiado por el picaporte que condujo a Alicia al País de las Maravillas. Allí se encuentra todo su equipo de trabajo, herramientas que a lo largo de los años han evolucionado, desde los clásicos papeles y lápices, hasta una pantalla gráfica y un bolígrafo digital.

Ferviente admirador de Walt Disney, desde muy temprana edad sintió el deseo de dedicarse a la animación. Siempre creí que al igual que hay abogados, médicos o camioneros, debía haber en algún sitio en el mundo alguien cuya profesión fuera la de hacer dibujos animados y yo quería ser esa persona, dice con nostalgia. Uno de los obstáculos que encontró fue que en su época la industria de la animación en España era prácticamente inexistente, pero eso no le impidió encontrar su primer trabajo como dibujante en la serie de televisión Los Picapiedra a los dieciocho años.

Su sueño hecho realidad

Tras ocho años de trabajo en España, se convirtió en animador trashumante y dio a conocer su talento en Europa. Pasó por países como París, Korea o Dublín, terminando en Londres, donde contribuyó en el experimento de combinar acción en vivo y animación que resultó en la exitosa película de Quién engañó a Roger Rabbit. Esta le abrió las puertas a Estados Unidos y a Disney, haciendo su sueño realidad. Le contrataron para animar personajes en tres películas, 'La Bella y la Bestia', 'Aladdin' y 'El Rey León', pero al final se acabó quedando 10 años. Cuando se le pregunta cómo se sintió en aquel momento, su sonrisa se vuelve inmensa. Sin embargo, también le supuso un fuerte shock emocional. Fui el primer español que Disney contrató como animador, para mí era una responsabilidad gigantesca. Primero, cumplir mi sueño de infancia; segundo, estar en Disney; y tercero, mantener un nivel como representante de mi país, explica.

Aunque el personaje de Roger Rabbit tiene un valor especial para él por el cambio que supuso en su vida, fue el diseño del genio de Aladdin lo que le colocó en el mapa de la animación. Fue una satisfacción a nivel personal y moral que no olvida. El genio fue un personaje muy agradecido por el público. Nunca pensamos que fuese a ser tan popular porque en realidad no aparece hasta bien avanzada la película, pero es curioso que, después de los 90 minutos, de lo que más se acuerda la gente es del genio, apunta.

Después de 10 años formándose y creciendo como artista, Raúl decidió dejar Disney y apostar por trabajar de forma independiente. Fue exactamente durante la transición de la animación en 2D a 3D. Los estudios crecieron a una velocidad incontrolable y esto hizo que, de alguna forma, se desencantase. Empecé a verme como el Charles Chaplin de Tiempos Modernos, sin libertad creativa en la producción de mi trabajo, expresa. Cambiar el gran estudio por la producción independiente de presupuestos limitados fue arriesgado, quise apostar por contar mis propias historias, añade.

Una apuesta terrorífica

Su afán por enriquecer el mundo de la animación le ha llevado a explorar una nueva técnica poco utilizada en este campo, el terror. La industria de Hollywood ha acostumbrado a la audiencia a consumir animación como sinónimo de película infantil o familiar, dice el artista explicando su postura. Extraordinary Tales -basado en los cuentos de Edgar Allan Poe- es su primer trabajo y el resultado de querer innovar en un momento en el que es difícil diferenciar a qué estudio pertenece cada película de animación. Toda la animación de 3D es prácticamente igual ahora mismo, observa el director, por eso quería hacer algo diferente.

Este largometraje es una combinación de distintos estilos de animación poco convencionales que se ha creado en Luxemburgo, Bélgica y España. La buena acogida que ha tenido entre el público internacional no deja de sorprenderle. La película gusta, las criticas han sido excelentes y, donde quiera que se proyecta, las entradas se agotan, comenta entusiasmado. Sin embargo, trabajar de autónomo no es un camino de rosas. Además de la creación del film, encontrar la financiación necesaria, dar difusión y hacer publicidad de la misma es la parte más complicada. Nunca tuve la maquinaria ni los recursos económicos para hacer saber al público general que la película existe, señala. Por otro lado, Extraordinary Tales se está convirtiendo en una película de culto, con proyecciones en el Museo de Edgar Allan Poe en Richmond, Virginia, o pases de media noche en universidades y cineclubs de Estados Unidos.

En la actualidad tiene entre manos otros dos proyectos. Uno basado en un libro de la escritora alemana Cornelia Funker, y otro llamado Bitten, ambos vinculados con la animación de terror. Raúl se muestra feliz porque hasta ahora ha conseguido todo lo que se ha propuesto y entre risas comenta que, por muchas dificultades que encuentre, una de sus frases por excelencia es: ¡Que no cunda el pánico... es solo una película de animación!. Él aconseja a las futuras generaciones que sigan su pasión con perseverancia y paciencia, ya que ser un buen animador o director no se consigue en un día, pero la recompensa de ver tus historias y personajes en la pantalla son impagables, apunta.

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