Las Vueltas de Nájera marcan el ritmo de las fiestas

Tres toques de bombo y cuarenta músicos. A las 12.30 horas de este martes, najerinos y visitantes han rodeado al ritmo de pasacalles el quiosco del paseo de San Julián, rociando de calimocho y zurracapote a diestro y siniestro.

Pero el día ha comenzado antes con los almuerzos de las cuadrillas a ambas orillas del Najerilla. Desde primera hora, grupos de amigos como el de Enrique han preparado gavillas de sarmientos, parrillas y «lo típico: chuletillas de cordero y careta de cerdo». Resguardados del sofocante sol bajo uno de los arcos del Puente sobre el río Najerilla y ataviados con coloridas camisas havaianas, «los TCP, que significa 'Tira Como Puedas'», han descorchado sus botellas de clarete y tinto al grito de «¡Viva San Juan!»

En el otro lado del río, un grupo de tres colombianos ha quedado «maravillado con el entorno y con la juventud en una fiesta muy sana», explica Fabio Botero. Su compañera, Nancy Loaiza, también ha disfrutado, pero considera que los visitantes deberían mostrar un mejor comportamiento en Vueltas. «Es una tristeza cuando termina la fiesta porque esto queda tapizado de mugre», indica. «Sería maravilloso que en los buses en los que vienen los muchachos hubieran algunos carteles haciendo referencia a esa educación ambiental tan necesaria», propone Loaiza.

Algo con lo que concuerda una cuadrilla de amigos «autóctonos» de Nájera. «Aunque hay gente de todo tipo, mayoritariamente los que vienen de fuera a estas fiestas deja todo lleno de basura y no saben respetar las tradiciones de aquí», ha explicado uno de ellos antes de mostrar cierta empatía por los foráneos. «Lo importante es disfrutar. Si hace falta, nosotros les enseñamos cómo asar, cómo se dan las vueltas, cuando hay que apretar y cuando hay que aflojar», añade.

Una fiesta que, «pese a que haya tocado entre semana», recibe «a más de 3.000 visitantes cada año, aunque esta vez parece haber una afluencia de gente algo menor», expresa Jorge Salaverri, alcalde de Nájera. El primer mandatario prefiere almorzar en un bar de la ribera del río junto a un grupo de amigos en un día en el «que el tiempo acompaña» en la capital del Najerilla. «Es un día muy especial porque nos juntamos con los najerinos que viven fuera y que suelen volver a casa para celebrar estos días», comenta copa de vino en mano. «Después del almuerzo y de las Vueltas al quiosco, vamos con el pasacalles por el municipio. Más tarde las peñas nos degustan con un vinito para coger sales –bromea– y poder seguir el día con normalidad».

Los más sanjuaneros acaban el día en la zona de fiesta «hasta las 18.00 horas, aproximadamente», dice el alcalde «emocionado porque este es un día muy bonito de comunidad».

Hasta los bares de copas se han desplazado, antes de lo que manda la costumbre, Lucas Martínez y sus amigos, que ya habían sugerido a sus padres que no les «esperasen despiertos». Desde «hace cinco años» estos veinteañeros no fallan a la cita con San Juan y han acompañado al pasacalles hasta la Plaza de España, destino final de los músicos.

Con más inquietud vivieron estas fiestas María, Alicia y Carolina, tres logroñesas que se han iniciado en el bullicio najerino. «Estamos flipando con la cantidad de gente que hay. Mi madre me ha metido el móvil en una funda de protección y me ha dicho que si pasa cualquier cosa, que viene a recogernos», expresa María con el nerviosismo propio de la primera vez que se vive una celebración como esta.

Las fiestas de Nájera acaban de comenzar, y lo hacen con fuerza: almuerzos abundantes a orillas del río, algún chapuzón improvisado, las tradicionales Vueltas al quiosco del paseo y mucho vino. Hasta el próximo lunes, día de San Pedrito, a los najerinos les espera aún mucho por bailar, disfrutar y celebrar.

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