«Lo único que queremos es poder dormir»

«En cuanto ponen las luces de Navidad, esto empieza a ser un suplicio porque llegan más días de fiesta; en la calle hay mucha más gente y la música se pone más alta», dice una vecina de la calle Teatro, que lamenta que en estas fechas no pueda reunir a la familia en su casa «porque no se puede estar» debido «al ruido» del pub que existe al lado del bloque en el que vive. «Llevamos seis u ocho años ya con el problema», sostiene para incidir en que como ciudadanos se sienten desamparados por parte de la Administración local. «Del Ayuntamiento nos dicen que hay que conciliar, pero ¿conciliar para quién?», pregunta a la vez que cuestiona al nuevo Gobierno municipal de que ya en campaña electoral se comprometiera a «fomentar el ocio nocturno». «Y eso ¿qué es? Que no se les multe, que no se les quiten los aparatos de música, que les dejen hacer lo que les de la gana para que los jóvenes no se vayan de Calahorra por la noche, cuando se van igual», opina esta vecina, que asegura que «tengo que tomar pastillas para dormir» y «mi marido ponerse unos cascos». «Los jóvenes tienen todo el derecho a divertirse, pero en nuestras casas hay gente que se levanta a trabajar de madrugada; hay niños; nosotros de 84 años; en el primero hay un señor enfermo.... ¿Qué derechos tenemos?», incide al tiempo que recalca que «lo único que queremos es poder dormir».

Otra vecina del mismo bloque relata, además, problemas de suciedad, peleas y enfrentamientos con las personas residentes de algunos grupos de jóvenes. «Tengo vídeos de cómo agruparon a 40 personas aquí, insultándome y aporreando el timbre», afirma. Sin embargo, el «Ayuntamiento, sabiendo la delincuencia que hay, lo único que hace es fastidiar a los vecinos y dar más trabajo a la Policía», afirma esta residente, quien en numerosas ocasiones se ha visto en la necesidad de tener que dar aviso a la Jefatura policial para que se realicen mediciones de ruido. «Dicen que cumplen con la legalidad, pero los limitadores (de los equipos de música) los trucan y el problema es que cuando ven que la Policía entra al portal, paran la música y no podemos, conseguir suficientes positivos (del límite de ruido establecido), que es la defensa nuestra», lamenta.

En la calle Toriles, donde existe otro pub, la propietaria de un primer piso frente a este local afirma que «tenemos muchísimos positivos», pero «no se hace nada». «Llevamos dos años y medio que esto es un sinvivir. Te rompen los cristales de portal, la calle se llena de meadas, tengo que tomar pastilla para dormir...», describe para pedir al Consistorio «que empatice también con nosotros».

Los mismos problemas se suceden en el primer piso de un bloque de viviendas junto a un pub de Bebricio, con el agravante de que «mi madre tiene un demencia moderada» y «todo esto hace que se ponga más nerviosa». «Ahora tiene una cuidadora, pero los fines de semana nos turnamos los hermanos y esto es horroroso. La casa hasta tiembla», dice su hija, quien ha desistido ya de poner denuncias porque «el que venga la Policía a casa de madrugada y tenga que levantar a mi madre de su habitación para que midan el ruido, la descentra mucho», precisa. «Todo el mundo tiene derecho a trabajar, pero nosotros también a descansar», concluye.

Desde el Ayuntamiento de Calahorra se aclara que la solución a este problemática es «complicada», pero que tiene previsto llevar a cabo acciones para «conciliar» el ocio nocturno con el descanso de los vecinos, como «mediciones» en los pubs.