Entrena

Adultos sobradamente preparados

Rosalía Padilla tiene 80 años y, desde hace 20, todos los lunes acude a la Escuela de Adultos de Entrena porque tuvo que dejar de estudiar con 12 para ir a trabajar, como tantas otras personas en la España de posguerra. «A mí me gustaba mucho el colegio y, por desgracia, no podía venir. Me quedé con muchas ganas de aprender», confiesa Rosalía, quien, después de haber criado a sus dos hijos y jubilarse, quiso volver a recibir clase y aprender. Y lo hace en el CEIP Hispano América, que por la tarde acoge a los abuelos de algunos de los alumnos que asisten al colegio por la mañana.

El Ayuntamiento de Entrena promueve una escuela de adultos que se imparte a última hora de la tarde, gratuitamente para los vecinos del pueblo, con el historiador Sergio Larrauri como profesor. «Hacemos dictados, comentamos noticias, debatimos... A mí me ha gustado siempre la Geografía y la Historia. Pero nunca aprobamos ni suspendemos porque no hay examen», expone Rosalía Padilla. María Izquierdo (69 años), Amable Rodríguez (72), María Candelas Ulecia y Puri Fonseca (68) son alumnas desde hace treinta años, cuando comenzó la escuela de adultos, promovida por la asistenta social y con Amparo Castrillo de primera profesora. Entonces eran jóvenes, apenas 40 años. «Era una novedad, porque no íbamos a ningún sitio. Después se han hecho muchas cosas en el pueblo, asociaciones y demás, pero entonces veníamos muy motivadas», recuerda María Candelas Ulecia.

«El profesor nos motiva mucho porque es alegre, uno más, y nos llevamos bien», explica María Izquierdo. Décadas atrás la mayoría de pueblos de Moncalvillo contaba con escuela de adultos, pero la única que permanece es la de Entrena. Para Magdalena da Silva, concejala de Educación, es un elemento de «cohesión social», además de dar «oportunidad de adquirir una formación básica, ampliar conocimientos y relacionarse». «Se abordan temas de lo más variado con el objetivo de mostrar una mayor perspectiva del mundo y de la sociedad en la que vivimos», describe Magdalena da Silva. Y subraya la edil entrenera que es «un espacio de convivencia y aprendizaje con buen ambiente».

Uno de los ejercicios que más gustan y motivan a las alumnas, pues la mayoría son mujeres, es el dictado, escribir y hacerlo bien. «Hay que recalcar y valorar que vienen en invierno, ya de noche, o en verano, cuando quizá no apetece, y algunos después de trabajar o de aquí entran a trabajar», destaca Sergio Larrauri pensando, por ejemplo, en Susana Padilla (58). «Yo vine muy al principio durante 15 años, hice un parón porque me quedé embarazada de mellizas y me reincorporé en 2015. Normalmente trabajo de noche en una residencia y de aquí entro a trabajar. Siempre me ha gustado la escuela», cuenta Susana. Otro caso parecido es el de Leoncio Heras (63), mecánico recién jubilado. «Llevo viniendo desde 2019 porque me gusta aprender: el saber no ocupa lugar. Y esto es muy agradable y ameno. Me salí del colegio con 14 años y para mí esto es importante porque me gusta aprender y relacionarme», cuenta Leoncio. Es más, «antes, si terminaba de trabajar a las ocho, salía un poquito antes, pero ahora ya vengo más tranquilo», explica Leoncio.

El matrimonio formado por Juan Sánchez (73) y María del Vas Cuadrado (69) son murcianos pero residen en Entrena desde hace tres décadas. «Yo soy de poco hablar y apenas conocía a nadie, más que con quienes trabajaba, así que decidí venir para conocer a más gente, porque tampoco soy de salir», reconoce Juan. «Yo conozco a más gente, pero decidí venir con él para apoyarle. Estamos deseando que haya una excursión, a ver qué tal lo pasamos», expone María del Vas, quien admite que le encantan las Matemáticas y los números romanos. «Pasas un rato a gusto, haces otras cosas, reímos... Estamos encantados», celebra Vas.

«Ellos me aportan más que yo a ellos. Lo importante es la interrelación. Tienen una experiencia de la vida impresionante y me gusta mucho conversar con ellos», asegura Sergio Larrauri. Cada curso consensúa con el alumnado las materias y tratan temas de actualidad y de La Rioja. «También trabajamos la expresión escrita y oral. A veces nos cuesta mucho hablar en público, así que hacemos hasta un poco de teatro», apunta Larrauri.

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