Javier Jiménez 'Villarroya' en la viña centenaria que posee su familia a las faldas del monte Gatún, en Quel. SANDA

«Se ve lo bonito de las viñas centenarias, pero no el esfuerzo y la poca rentabilidad»

Javier Jiménez Jiménez 'Villarroya' lamenta que se prime la cantidad frente a la calidad de la uva y al trabajo que requiere el viñedo viejo

Miércoles, 12 de febrero 2025, 07:49

Javier Jiménez Jiménez 'Villarroya' mantiene con su hermano Víctor el cultivo de varios viñedos en vaso en Quel, algo que requiere un gran esfuerzo ... de trabajo manual. «Cada vez quedan menos agricultores porque todo se ha ido transformando en un sistema de emparrado para favorecer la mecanización y el aumento de la cosecha, la rentabilidad para las grandes bodegas que a mi modo de ver repercute en una merma de calidad. Ahora en Rioja sobra vino», explica.

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Pone sobre la mesa que «con una pequeña parcela en vaso les sirve a las grandes bodegas para decir que elaboran un vino exclusivo de determinadas botellas, tener reconocimiento de singularidad y venderlas a precios elevados». Por eso quiere hacer visible el problema de las pequeñas viñas centenarias como la suya que no suele mostrarse.

Su bisabuelo heredó una y compró otra en 1924 sumando más de una hectárea en una superficie alargada. Señala que soportó en su momento el ataque de la filoxera y tiene un rendimiento actual de entre 1.500 y 2.000 kilos en años buenos. Son cepas muy viejas a 750 metros de altitud, superresistentes.

«Solo se ve lo bonito de mantener una viña centenaria, pero no el sacrificio que requiere y la poca rentabilidad. Me he llevado un desengaño porque en 2017 el Consejo Regulador empezó a valorar viñedos singulares, a partir de 35 años, con ciertas características, pero no ha cambiado nada. Desde entonces se sigue cobrando lo mismo por esta uva que por otra emparrada que da 6.000 kilos la hectárea. La calidad y la forma de cosechar no tiene nada que ver. La cosechadora no elige, nosotros recogemos a mano y seleccionamos los racimos», asegura 'Villarroya'.

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1924 fue la fecha

en la que el bisabuelo de Javier 'Villarroya' compró una viña al lado de otra que había heredado.

«Este tipo de viñedos no son rentables al no ser valorados como se debería por su calidad, se han arrancado apostando por el incremento de cantidad y ahora sobra producción», lamenta.

Le recomiendan que lo deje que lo transforme en emparrada, pero prefiere aguantar por sus antepasados que la cultivaron, por su madre, actual propietaria, y por su padre que tras una larga enfermedad sigue luchando y resistiendo como esta viña centenaria que tiene sobre todo cepas de garnacha, pero también de malvasía y miguelete, entre otras variedades. Uno de sus abuelos se ocupaba del cultivo y otro tenía ovejas en este lugar a las faldas de Gatún, en Quel.

«Aquí en Rioja Oriental, como la llaman ahora, en Rioja Baja de toda la vida, esto no se valora. Me da la sensación de que estorbamos. Sin embargo en Rioja Alta me comentan que esto es una joya», afirma 'Villarroya', que trabaja en el sector de la destilación y para quien la uva supone una pasión. «Igual a alguien, a una pequeña bodega, le interesa apostar por una viña como esta para explotarla, evitar que desaparezca y comercializar un vino exclusivo», termina.

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