Imágenes de Mansilla durante este punte / DÍAZ URIEL
Ruinas

El viejo Mansilla seco, la gran atracción para el turismo

Un gran número de curiosos acude al embalse atraído por la reaparición de las ruinas del pueblo que quedó sumergido

PABLO J. PÉREZ

Miércoles, 2 de noviembre 2011, 12:17

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María Santos, Santina la llaman desde pequeña, suele pasar por el 'balcón' que existe a la entrada de Mansilla para advertir a los turistas que las ruinas que están mirando no son las del viejo Mansilla, sino las de la mina de plomo y plata, abandonadas hace muchas décadas, o las ruinas de la vieja cárcel, que llegó a tener hasta cuarenta reclusos en la época de construcción de la presa. El viejo Mansilla está un kilómetro más allá, después del cementerio, en dirección hacia Villavelayo.

Eso lo sabe la mayoría de las personas que lo quieren ver y este pasado fin de semana, aprovechando la bonanza del buen tiempo, fueron muchos los que se acercaron a ver las ruinas y a pasear entre ellas, porque la cota de agua estaba bajo mínimos. Lo que vieron era casi igual al paisaje antes de la construcción del embalse. Muchos, como Margarita y Avelino son de la zona, nacidos en Viniegra pero residentes en Logroño casi desde adolescentes, que acudieron a presenciar las ruinas «porque no queremos perder la memoria de cómo era la sierra cuando éramos pequeños». Otros, como una pareja de Barcelona, acompañada por dos pequeños, habían hecho el viaje «porque habíamos oído hablar de cómo salía el pueblo cuando bajaban las aguas y queríamos conocerlo».

Unos y otros, en cualquier caso, integran las cifras de turistas que llegan a la zona más a trasmano de la sierra para conocer sus ruinas o sus valores medioambientales, pero que se quedan también a medias porque esa zona no ha merecido la atención de una correcta señalización de los responsables turísticos regionales.

Dos restaurantes

De esta forma, la 'sequía' de la atención hace que desde la Venta de Goyo hasta Canales de la Sierra solo haya dos restaurantes: el de la propia Venta y La Taberna de Canales, un proyecto nuevo puesto en marcha por un hijo de la localidad, Ignacio, que regresó de Barcelona con su mujer y su suegra, Yolanda y Angelines, para poner en marcha un bar-restaurante, en realidad el único de la zona, donde no descartan adecuar la planta superior para ofrecer alojamientos a quienes acuden los fines de semana a conocer el entorno. Cocina sencilla y tradicional con carne procedente de reses de la propia sierra.

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Antes, en Villavelayo, abajo en la plaza antes de cruzar el puente sobre el río, está el bar que lleva Mari Ángeles, donde no se sirven comidas, pero síuna amplia carta de cazuelitas con productos de temporada, como es el caso ahora de los 'perrochicos' con caracoles y otros. Y en Mansilla, también hay otro bar, que abre los fines de semana para atender a quienes pasan por allí, porque «aquí vivimos entre semana menos de veinte personas y en invierno apenas se sale a la calle», según señalaba una de estas vecinas, que aún mantienen con vida estos pueblos.

Sin embargo, son muchos los recursos que no se están mostrando por falta de señalización. Grutas con lagos interiores que no tienen ni senderos ni señalización para ser mostradas; ermitas con viejas advocaciones que solamente son accesibles para quienes se conozcan los caminos de la sierra o una rica historia, llena de matices sorprendentes, que sólo se llega a conocer cuando uno se detiene a conversar con los habitantes, como Santina, que desgranan con gusto sus memorias a quien les quiera escuchar.

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