Yo también soy Inmaculada

A mí, como a todo ciudadano de a pie de está región, no puede suspendernos de la condición de diputado, pero sí que el señor Ceniceros nos sancionó hace tiempo limitando la entrada libre a la institución que nos representa. A los trabajadores del Parlamento también les hizo ver quién manda en la casa, sancionando de empleo y sueldo a una letrada de la Cámara, tal y como informó este Diario, por hacer uso de su libertad de expresión y criticar el funcionamiento del Parlamento en un anuario jurídico. Ahora le toca a Inmaculada Ortega Martínez.

Curiosamente, los que se rasgaban las vestiduras por los actos de apoyo a Garzón (al que dicho sea de paso, no hace tanto querían casi beatificar), calificándolos, nada menos, que de «antidemocráticos», sueltan en sede parlamentaria que el Fiscal de La Rioja «es amigo de los socialistas» sin sonrojo alguno. Y en una maniobra de distracción de libro, la atención se desvía hacia la actitud de una diputada que protesta hacia ese comentario.

Por qué en lugar de confrontar con argumentos, con datos, vamos ejerciendo el parlamentarismo que para eso están, para rebatir a su adversaria política recurren a la sanción, esto es, a la mordaza. No es la primera vez que desvían la atención con maniobras poco edificantes. Será que su trabajo y lo que les dice les molesta y no tienen otra forma de contrarrestarlo.

Muy bien, señor Ceniceros, ya se ha ganado la palmada en la espalda; «ánimo, machote», le dirán los que participan del político imperante, pero no debería sentirse orgulloso de este hito histórico. Usted, que tanto símil futbolístico utiliza, sabrá que el mejor árbitro es aquel que al final del partido nadie sabe quién es, por lo tanto, ha pasado desapercibido. justamente lo contrario de usted, que se erige en protagonista casi cada Pleno. Los que nacimos en democracia no pensábamos que tendríamos que preocuparnos por la salud de la misma. Gracias Inmaculada por tú valentía y bravo por tu compromiso de mujer y de socialista.