Sequía, del campo a la cartera

Mientras agricultores y ganaderos agotan sus escasas esperanzas de que los modelos meteorológicos yerren y la lluvia aparezca para salvar, en lo posible, las cosechas, ... el Gobierno central ha salido al paso si no con un diluvio, sí con una bonificación fiscal que permitirá atenuar en parte las consecuencias de una campaña que se anuncia desastrosa. Se trata de una rebaja de más de 1.800 millones en impuestos de la que se aprovecharán en todo el país los 828.000 profesionales del campo que tributan por el sistema de módulos. En La Rioja serán 10.000 los beneficiarios de una aminoración de 43 millones, a los que se suman otros 2,7 en ayudas directas ya entregadas por la subida de fertilizantes y otros insumos. Esta inmediata reacción del Ejecutivo a las demandas del sector –que alguna organización agraria considera insuficiente– no paliará del todo los perjuicios de la sequía en el campo pero mucho menos evitará otros daños colaterales más generalizados. Se avecinan nuevas subidas de precios de los alimentos que, más pronto que tarde, se han de sumar a las que han llevado la cesta de la compra a cotas desconocidas. El Ejecutivo debe darse por aludido también por el agostamiento que la falta de agua provocará, en segunda instancia, en la economía de millones de hogares.

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