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De oficio, cigarreras. Y bien orgullosas, además. Tanto en la antigua Tabacalera, cuando se ubicaba en pleno corazón de Logroño, como tras su traslado a la planta de El Sequero, en el área metropolitana de la capital de La Rioja. Antiguas empleadas de las fábricas de tabacos de Logroño y San Sebastián celebraban ayer un encuentro para compartir vivencias, laborales y personales, reivindicando el papel de la mujer trabajadora a lo largo de varias generaciones.
«Había que trabajar, y entrar en la Tabacalera era un lujo», apunta Estrella, que prefiere no dar su apellido, pero expresa el sentir del grupo como la más veterana de las 'logroñesas'. Cigarrera entre 1957 y 1963, ingresó en la fábrica con 18 años para despedirse al ser madre de gemelos, siendo testigo entonces de la gran actividad existente en torno al antiguo convento de La Merced.
«Éramos muchas, jovencísimas, y casi todas veníamos procedentes de otros trabajos...», tira de memoria dando voz a un colectivo mayoritariamente femenino, en el que se 'colaban' algunos hombres ejerciendo como mecánicos.
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'Lazos de Humo', proyecto impulsado desde 'La Rampa Projects' –a iniciativa de Elena Sáenz de Urturi e Israel Rodríguez–, ha dado pie a visibilizar las relaciones que tejieron cigarreras de distintas épocas y ciudades, además de honrar una figura «pionera en la organización laboral y la lucha por derechos».
De lo que cuenta Estrella da buen ejemplo Dori Olmos, quien comenzó a trabajar en 1962 hasta que se casó cinco años después para despedirse tras recibir 'la dote', «un finiquito especial precisamente por contraer matrimonio». Antes había trabajado en El Avión y la Estambrera. «Cuando paseo por Portales digo a mis amigas que yo me asomaba por esas ventanas mientras hacía farias», recuerda.
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A ellas se les une Marisa Montoya, quien tras entrar en la vieja fábrica en 1974, «solo cuatro años después, en 1978, viví el traslado a la nueva factoría del polígono, y allí estuve hasta treinta y tantos» –ya llegando a ser mayoría, o casi, los hombres–. «Debe ser que con los años la cosa cambió», razona ante el hecho de que la mecanización del trabajo hizo que las manos de la mujer dejasen de ser parte esencial del oficio.
El evento, tomando como inspiración el proyecto 'Archiveras del Humo' del centro cultural 'Tabakalera' de Donosti, también se hizo eco de la conexión entre Logroño y la citada San Sebastián «ya que algunas trabajadoras de allí se tuvieron que trasladar aquí al cerrar la fábrica vasca en 2003».
Selma Citores hizo antes ese viaje, pues llegó a la capital de La Rioja en 1981 al trasladarse desde la ciudad de la Concha empezando directamente en las instalaciones de El Sequero, cerradas en 2016. «A los hombres les dejaban salir con un cigarrillo en la boca y otro en la oreja, lo que no se nos permitía a las mujeres, hasta que un día nos unimos todas en fila de la misma manera y, desde entonces, lo conseguimos», concluye con un testimonio referente al resurgir del sindicalismo en pro de mejoras laborales y salariales.
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