Viaje al centro de la adolescencia
Los recreativos reviven en Logroño ·
La asociación Pixel and Games reúne las máquinas 'arcade' de los salones de juego de la capital riojanaQuién no ha dilapidado la paga semanal en una tarde enganchado a una maquinita. Quién no ha esperado religiosamente su turno para probar un nuevo y atractivo juego. Quién no ha peregrinado con sus amigos a la sala de recreativos de otro barrio como una auténtica aventura. Y quién no se ha sentido un triunfador al inscribir su nombre en el 'top ten' de los récords de puntuación. Todo aquello desapareció con el auge de las videoconsolas e internet, pero salas como Joker, Minicasino, Orly, Sport Pérez, Sport Gran Vía, Game Over, Valvanera, Ranvi, Rover, Villarreal, Donald, Eva y el último en cerrar, Playtime, en verano de 2018, son el escenario de la adolescencia de los jóvenes de los 90, puntos de reunión y entretenimiento.
La asociación Pixel and Games ha creado un auténtico templo en Logroño que supone un viaje al pasado, una sala privada en la que han reunido los letreros y máquinas de muchas de esas salas en una especie de santuario que rememora la diversión y el ocio del pasado reciente. Adentrarse en él supone viajar al pasado, a la adolescencia de la generación de jóvenes de los 90 reviviendo el ruido infernal de todas las sintonías de los juegos disparadas al mismo tiempo y las máquinas de cambio de moneda. Solo falta el estruendo ensordecedor de los futbolines y los gritos de las celebraciones.
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Asociación Pixel and Games.
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Redes sociales @pixelandgames
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Correo electrónico contacto@pixelandgames.com
«La labor ha sido ardua y muy complicada, pensando, sobre todo, en la logística: esto pesa un huevo y ocupa muchísimo», explica Rubén Benítez, miembro de Pixel and Games, quien también señala que «la suerte es que tenemos un lugar donde poder guardarlas». Y ese lugar es un espacio con más historia aún en Logroño: la antigua fábrica de ropa Punto Richard's. Benítez también celebra haber podido «contactar con las personas que nos han podido ofrecer todo esto, personas que hemos conocido de pequeñitos, los jefes de los recreativos, yendo uno a uno a explicarles este proyecto y, gracias a ellos, tenemos aquí todo este material». El trabajo de campo ha sido, con mucha «ilusión» y «pasión», y nunca mejor dicho, a pie de calle, preguntando aquí y allí. Después, «hemos viajado por toda España intentando conseguir piezas y técnicos que pudieran reparar tubos de imagen, que tienen una tecnología muy obsoleta».
«Todo el que lo vivió tiene una sensación de nostalgia que hace que no se olvide de aquellos colores, gráficos y sintonías»
En el proceso de investigación y recopilación, ha habido, además, muchas conversaciones con aquellos jefes de los recreativos. «Más de uno recuerda con cierta congoja aquella Navidad del lanzamiento de la famosa consola que arrasó en el mercado. La recaudación en los recreativos cayó en picado porque ya teníamos la videoconsola doméstica y empezábamos a quedar con nuestros amigos en casa», recuerda Benítez.
En la sede de Pixel and Games se encuentra, por supuesto, el 'Street fighter', el 'Pang', el 'Tetris' y el 'Snowbros', pero también otros, como 'Ghost'n goblins', 'Operation Wolf', 'Toki', 'Sunset riders', 'Off road', 'Out run', 'Hang on', 'Golden axe', 'Radikal bikers'... Para jugar a la mayoría había que echar una moneda de 25 pesetas, pero para otras, más sofisticadas en aquella época, la inversión era una auténtica fortuna: 100 pesetas.
'Operation Wolf'
Entre los títulos que han conseguido reunir, el que ha tenido especial trascendencia para los miembros de Pixel and Games ha sido 'Operation Wolf', un juego bélico de metralleta que consiste en rescatar a tres prisioneros militares en un campo de concentración. Una auténtica revolución en su creación, en 1987. «Ha sido muy costoso de encontrar y es muy querido para nosotros. Entonces, jugando con la metralleta, te sentías en la misma guerra», confiesa Benítez, admitiendo, por otra parte, que «ahora mismo, con los juegos en primera persona de las videoconsolas actuales, no tiene comparación, pero en aquella época la máquina era una locura».
Otro que destaca es el 'Moon Cresta', un clásico de 'matamarcianos' más antiguo aún, de 1980, pero que sobrevivió, incluso, en las consolas de Nintendo y PlayStation. «Es una maravilla poder jugar, porque no hay nada que pueda luchar contra esos sonidos», reconoce Benítez. Otro juego 'arcade' que sobrevivió a las videoconsolas fue el 'Out run', que, en su momento, supuso una revolución, porque fue el primer juego que permitía elegir la música pero, además, de los primeros en presentar una cabina de conducción, con asiento, volante, pedales y caja de cambio, simulando –salvando las distancias– estar a bordo de un Ferrari Testarrosa que circulaba por las grandes avenidas costeras de Coconut Beach. El 'Off road', por otra parte, está en el apartado de reparaciones pendientes. El mamotreto ofrece tres volantes con los que manejar ambos todoterrenos que dan vueltas a un circuito de obstáculos en carrera.
Mario Arnedo, miembro de Pixel and Games, es más joven, casi nació cuando desaparecía el 'arcade', pero se enamoró igualmente de estas máquinas. «Estar aquí es vivir de primera mano aquella experiencia, conocer ese mundo que no pude ver en su día», declara Mario, cuyo juego favorito es el 'Operation Wolf'. «Para mí el 'arcade' siempre ha tenido atractivo, tiene cierta magia, era un mundo», considera Mario.
Pixel and Games acaba de cumplir un año y ya con buena parte de su proyecto completado, si acaso, a falta de colgar algún rótulo más y de resucitar alguna de las máquinas, ha decidido darse a conocer. Por contar, cuenta hasta con la gramola de los recreativos Valvanera, pero aún es un proyecto en marcha: «Quien quiera y tenga material, que contacte con nosotros».
«Somos unos románticos de los videojuegos y nos dedicamos a recuperar el patrimonio de aquel Logroño en el que disfrutábamos jugando», explica Benítez. «Es una tecnología muy antigua y es una locura que pueda funcionar después de 25 años, pero todo el que lo vivió tiene una sensación de nostalgia que hace que no se olvide de aquellos colores, gráficos y música», subraya, reconociéndose en parte casi familiar de aquellas salas donde se perdía la noción del tiempo y del espacio: «Todos nos hemos criado en los recreativos y hemos crecido en ellos».
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