Logroño se degusta de oeste a este
Gastronomía. Huevos con pimientos, mejillones, embuchados, 'champis', migas... la gula exige paciencia, organización y kilómetros
Muchos piensan que, como dice el cántico futbolero, están locos de la cabeza aquellos que aguantan estoicos esas infinitas colas de las degustaciones. Hay quien ... no le ve el punto a esperar y pagar por un pincho que te comerás mal apoyado en un banco de la calle –o en un contenedor– cuando a unos pocos metros puedes disfrutarlo con más comodidad en un bar. Pero no es lo mismo. Los que viven y sienten San Mateo lo saben. El de las degustaciones es un ritual compartido por miles de logroñeses cada día con apetecible recompensa. Y en días como ayer, exige además de la tradicional paciencia, organización y kilómetros para aprovechar la amplia oferta gastronómica de oeste a este de la ciudad.
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Cinco degustaciones se desplegaban en el programa de fiestas para la jornada del martes. Día que, por cierto, frustró aquella estrategia de aprovechar los días laborables para ir de degustaciones sin esperar filas. Las hubo y abundantes. La mejor manera de satisfacer a los más atrevidos estómagos era comenzar en el parque de la Cometa para, bocado a bocado, cruzar Logroño hasta el barrio de San José, donde concluir el festín mateo. Casi tres kilómetros de paseo que ayudarían a bajar el menú.
Había que comenzar por los huevos con pimientos que ofrecía la Asociación de Vecinos Carretera El Cortijo y la Asociación de comerciantes Zona Oeste. Carmen Pablo, su presidenta, presumía de los pimientos najeranos, de producción propia, y de tener opción para celiacos, algo que no pueden decir todas las degustaciones. Un punto más a favor. «Mira cómo está el parque», señalaba Carmen Pablo la afluencia en la Cometa al hablar de la aceptación de una cita avalada durante más de dos décadas.
Los mejillones de la Simpatía se ofrecen en una ración generosa y agradecida entre quienes quieren escapar de la oferta carnívora
La siguiente parada, la principal de estas fiestas culinarias: la plaza del Mercado. A un lado, la peña Simpatía y sus mejillones, al otro los embuchados de la Rondalosa. Sergio Illera, a los mandos de los fogones de la Simpatía, explicaba la receta de su fritada, que incorpora un sutil pero fundamental toque de cayena. Setenta kilos de mejillones se guisan con mimo y se ofrecen en una ración sabrosa y agradecida entre quienes quieren escapar de la oferta carnívora, protagonista de la gran mayoría de degustaciones. Y quien probó los mejillones no se arrepintió.
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Fueron buen complemento con el pincho de embuchados. «Es un plato típico riojano que gusta mucho», comentaba Emilio Saez de la Rondalosa. No falla, es uno de los clásicos de la Semana Gastronómica y la larga cola, que giraba hacia Portales, fue la mejor crítica posible. La espera merecería la pena, y aunque el calor hiciese sufrir un poco más a todos esos peñistas que no paraban de bregar en las planchas, Emilio reconocía que «lo preferimos, así se anima más gente a venir».
Entre el público mateo muchos se toman esta rutina como una forma de apoyar a las peñas y asociaciones, y en este sentido, la cita obligada estaba ayer en Cáritas y su degustación solidaria, que acompañaron con música y talleres infantiles. Sus 700 raciones de champiñones volaron entre el trabajo de los voluntarios y la solidaridad de los logroñeses en el patio de su sede.
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Y para exprimir al máximo la mañana, el recorrido de oeste a este de la ciudad nos alejaba del epicentro de la fiesta hacia la calle Cigüeña. En el Hogar Extremeño, Ramón Gallardo apenas podía parar un momento para charlar mientras elaboraba una cacerola tras otra de migas extremeñas. «Es una receta que se hace en toda España, pero no en todos los sitios es igual, para nosotros también hay diferencias entre las de Badajoz o las de Cáceres», explicaba mientras removía con soltura su preparación. Después de triunfar el domingo tocaba repetir, con idéntico resultado. «Enhorabuena a los cocineros», gritó una pareja que ya había dado cuenta de sus raciones. «Es un importante apoyo económico para el Hogar, pero también lo hacemos porque lo pasamos bien», sonreía Ramón sin bajar la mirada de la cazuela. Tres kilómetros después de empezar la ruta, las migas cerraban otra etapa más del San Mateo gastronómico, si bien, la peña La Uva volvía a salirse del guion clásico por la noche con una degustación de mojitos y crepes. Una dulce guinda al martes.
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