Guiso mateo con sabor a reencuentro

Logroño volvió a agarrar la cuchara con fuerza, a empuñarla como antes del coronavirus, y se echó a la calle, concretamente a la Gonzalo de Berceo, para vivir una de las tradicionales citas mateas señalada en rojo en el calendario en torno a la mesa. «¡Qué ambientazo!» o «¡vaya llenazo!», eran algunos de los comentarios más escuchados al llegar a la zona de guisos.

Si bien el concurso ha ido ganando comensales según ha cumplido años –junto a la exaltación de chuletillas asadas, que esta edición también promete y más siendo como es en sábado–, la jornada de hoy, con el tiempo acompañando como acompañó, volvió a convertirse en uno de los hitos de las fiestas de la vendimia.

El XIII Concurso de Calderetas, organizado por el Ayuntamiento de Logroño con la colaboración de Esmaltaciones La Estrella, Bodegas Franco-Españolas y Zoco Comercial, reunió a 120 cuadrillas con cinco miembros como mínimo –cubriendo por completo el cupo– que abarrotaron la calle convirtiendo la zona Oeste de la capital de La Rioja en un ir y venir de cientos de personas que no quisieron perderse la fiesta.

Una auténtica comida popular que, tras su traslado desde Bretón de los Herreros hace años, se ha consolidado como uno de los platos fuertes de las fiestas mateas, y cada cual con su receta: que si solo de cordero, que es como mandan los cánones, que si con costillas, que si con chorizo... que si con caracoles o con boletus; eso sí, con patatas, lógicamente, siempre. «Patatas con cosas», bromeaba uno de los improvisados cocineros.

El ingrediente clave, como siempre, el amor y el cariño, coincidía la gran mayoría; pues lo importante es participar y el Consistorio capitalino hablaba precisamente de «éxito de participación».

Aunque como siempre, debe haber un ganador y la caldereta «más rica» de esta edición fue la preparada por el grupo de José Antonio Villoslada Díaz, cuyo guiso, a pesar de la gran calidad de las propuestas presentadas, destacó «por su cuidado proceso de elaboración, los ingredientes utilizados y, en definitiva, el resultado final». El grupo fue premiado con un estuche de vino, una paellera y un jamón.

El premio al mejor guiso cocinado por jóvenes menores de 16 años, por su parte, recayó en el grupo liderado por Raquel Jiménez Cascante, que recibió un lote de embutidos y unas botellas de mosto.

Y, finalmente, el galardón a la mejor decoración del puesto, dotado con un estuche de vino y una paellera, fue para el grupo encabezado por Lara Galilea González, que no sobresalió «por los motivos y elementos locales utilizados, sino también por la limpieza y la organización», que también cuenta.

«San Mateo es esto... celebrar en torno a la mesa con familia, amigos, conocidos... Había muchas ganas tras dos años muy duros, pero muchas...», me comentaban en una de las cuadrillas, la 73, cuya caldereta por cierto estaba exquisita.