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La comparsa, acompañada de numeroso público durante todo su recorrido cada vez que sale a la calle, hace parada junto a la fachada del teatro Bretón de los Herreros. JUSTO RODRÍGUEZ
Pasacalles San Mateo

Una comparsa de altura y con mucha cabeza

Los gigantes y los cabezudos, con cada vez más gigantillos en el grupo, desfilan por las calles de Logroño todos los días dando la talla en las fiestas

Javier Campos

Logroño

Miércoles, 20 de septiembre 2023, 07:21

Cohete, degustaciones, vaquillas, conciertos, fuegos artificiales y... gigantes y cabezudos. La comparsa de más altura y cabeza es, junto a Gorgorito, quien trabaja la cantera ' ... matea' en Logroño, esa que coge el gusto por las fiestas de septiembre desde bien pequeña y que, con un poco de suerte, permanecerá en la capital de La Rioja cada vez que celebramos la vendimia para, además de vivir el día a día, no faltar a la cita con una de las referencias de su infancia.

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Difícil resulta con cada pasacalles explicar qué extraño poder de atracción ejercen tales figuras, probablemente las más representativas de los festejos en la ciudad, que despertaron en el pasado y siguen despertando en el presente un gran interés entre todos los públicos, especialmente los niños, habiéndolos que son auténticos seguidores de tales personajes. «Su presencia entre nosotros está documentada desde el siglo XIX, con pruebas fotográficas ya en el XX, concretamente en 1914, aunque la comparsa de ahora es una mezcla de la de 1993 y de la del 2003, su última gran restauración en Zaragoza», explica Álvaro Sarabia, uno de los 'porteadores'.

«Si supieses la de kilómetros que llevo recorridos detrás del General Espartero, de la Duquesa de la Victoria, o de Sagasta o del Marqués de la Ensenada...», confiesa el padre de Mateo, quien lleva años prácticamente desfilando como uno más de la comitiva. ¿Tendrá que ver algo el nombre, dado que esto responde a su festividad? «En absoluto, pues tampoco faltamos en San Bernabé o cada vez que salen», responde sin dudarlo.

Las figuras, arraigadas en el imaginario logroñés, pesan entre 35 y 50 kilos, y obligan a los porteadores a un notable esfuerzo

No fue este martes día de salida para las réplicas de don Baldomero ni doña Jacinta, no; ni tampoco para las de don Práxedes Mateo ni don Zenón. Los cuatro gigantes se quedaron en el banquillo, y los titulares para la ocasión fueron el alcalde y la alcaldesa, los riojanos Serafín y Nieves, y los peñistas Paco y Rosi.

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Lejos queda 2008, cuando a la comparsa se incorporaron el general y su esposa, pese a que junto a Rosalinda, la bruja Ciriaca o el tragantúa, «forman parte del imaginario más íntimo, el de nuestra memoria infantil» como si nos hubiesen acompañado desde siempre. Y más lejos aún queda cuando en la misma desfilaban los Reyes Católicos –como sigue pasando en muchos otros municipios donde los más altos y de mayor cabeza son tanto o más queridos–.

Así, este martes, junto a los seis gigantones de la alineación en cuestión –cambian cada día, aunque el del también príncipe de Vergara y regente de Isabel II no sólo es el más pesado, sino el que peor se baila y, por tanto, el que menos se deja ver–, desfilaron hasta tres gigantillos, que cada vez son más –el nuevo de Gorgorito, el pirata y una reproducción a menor escala de Espartero–, y tres cabezudos... el payaso, el jockey y el lobo. «¿Dónde están el demonio y el verrugón?», se preguntaban entre el miedo y el alivio los más pequeños.

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«Somos los que estamos, y siendo como es día laborable, todo se complica... Lo ideal son dos porteadores (también llamados portadores) por figura, pero este miércoles estamos tres para cada dos. Si te digo que este martes de los nueve porteadores de los gigantes hasta seis eran menores de 25 años, entenderás por qué cada vez salen más gigantillos», cuenta Chema Pérez, al frente de la comparsa cada jornada matea –los más jóvenes pasan de los cabezudos a los gigantillos hasta atreverse con un gigante como tal–.

Que los gigantes y cabezudos sean grandes figuras que pesan entre 35 y 50 kilos, deja bien a las claras el esfuerzo del que hablamos. De hecho, es habitual que desde la Escuela Asociación de Gigantes y Cabezudos de Logroño (Esagicalo) –creada en 2002, cuando un grupo de vecinos amantes de la tradición y de la historia de Logroño, fundó esta entidad para cuidar, mantener y conservar estas figuras– se pidan voluntarios. Para portarlos... y para bailarlos. «El pasacalles es ir siguiendo el ritmo, en nuestro caso de dulzaina y tambor... Otra cosa son las jotas y los valses, pero para eso contamos con la colaboración de otras comparsas, y entre todos vamos aprendiendo», apunta Pérez, quien se acuerda de compañeros de Calahorra, Viana, Oyón y Miranda de Ebro.

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También el colectivo es el encargado de restaurarlos, y cada temporada reciben un tratamiento «de chapa y pintura» en mayor o menor medida...

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