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El cohete derrota a los institutos
La fiesta se impone al calendario lectivo y los sanmateos comienzan con un formidable estallido juvenil antes de las tormentas
Las autoridades educativas pueden decir misa si quieren, pero el cohete mateo se lanza una vez al año y clases de Matemáticas hay todos ... los días. Dos horas antes del estallido, chavales de todos los colegios e institutos, con las camisetas blancas pintarrajeadas y banderas cuatricolores al cinto, se dirigían a la plaza del Ayuntamiento de Logroño y convergían en la Glorieta cargados de botas y de ilusión, quizá también de calimocho. El ruido comenzaba a ser ensordecedor. A las once y veinte, una funcionaria con cara de derrota conducía el cochecito de Educación Ambiental y trataba de meterse por la calle Juan XXIII.
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Antes de entrar a la plaza, los jóvenes debían pasar por el fielato de los vidrios y de las sustancias cochinas, de manera que el cohete de esta mañana siguiese siendo más o menos limpio y más o menos seguro. A la una menos veinte, la plaza del Ayuntamiento ya lucía una vistosa imagen, con chavales a los que no le podía la paciencia y comenzaban a rasgarse la vestiduras (en sentido literal). No hacía mucho calor, tampoco llovía. Pese a los augurios de los meteorólogos, el cielo se iba poniendo cada vez más gris, pero sin llegar a descargar. Luego incluso salió el sol. Las tormentas tuvieron la delicadeza de esperar unas horitas.
Como en una novela victoriana, en el Ayuntamiento había un arriba y un abajo muy marcados. Abajo, la chavalería pasándoselo en grande, gritando, chillando, coreando, zarandeándose, haciendo la ola. Arriba, políticos y otros representantes hacían chinchín con esa alegría un poco prefabricada de las recepciones oficiales. Como ahora manda el PP, los pañuelos azules, que combinan bien con todo, parecían imponerse en los salones; en la plaza, sin embargo, dominaba el granate (color vino), más acorde tal vez con la juerga desbocada. Son datos no demasiado importantes, pero útiles por si alguien se atreve alguna vez a hacer una tesis sobre la semiótica pañuelera en Logroño. Diez minutos antes del estallido, la vendimiadora, Marta Gil, enardecía a las masas: «Estamos a punto de vivir la mejor semana del año». Su compañero, Marcos Ascacíbar, sacaba del pecho una voz jupiterina para clamar un 'Viva San Mateo' acogido con fervor por un público cada vez más impaciente. Por los altavoces se tuvo que pedir a la multitud que se moviera con menor entusiasmo para preservar la integridad física de los más pequeños y de los más mayores. Hubo alguna caída por los empujones.
«Logroñesas, logroñesas, nos van a oír en toda España. Viva La Rioja, viva San Mateo y viva la mejor ciudad del mundo», clamó el alcalde, Conrado Escobar, un minuto antes de la una. Luego prendió la mecha y el cohete hizo pum, como se espera de cualquier cohete, y hubo también lanzamiento de confeti. Sin embargo, como viene siendo habitual en los últimos años, el momento más vibrante sucedió a continuación, cuando la muchachada coreó a voz en grito el himno de Logroño: «La Rioja es mi tierra, Logroño es mi pueblo, cruce de caminos, puente sobre el Ebro, cuna de mi lengua, camino de encuentro, y nadie en Logroño se siente extranjero». Había balones gigantes al aire y gritos desaforados.
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El discjockey, Jose AM, empezó su sesión diez minutos más tarde, con una ración de bakalao y algún chillido indistinguible. Luego pinchó la de 'I'm in titanium', de David Guetta, pero daba un poco igual: el caso era moverse frenéticamente, como sufriendo convulsiones. No funcionaban ni las wifis ni los datos; había llegado el momento de compartir fotos frenéticamente y eso no hay satélite que lo resista. A eso de la una y cuarto, sonó por los altavoces el 'quééédate' de Quevedo, voceado por la multitud que, en efecto, se quedaba. Por lo menos un ratito más, hasta que llegara la hora de hacer la peregrinación por los bares. A estas horas, con seis días festivos por delante, ya se puede realizar el primer balance de los sanmateos: el zurracapote se ha impuesto por goleada a la educación obligatoria. Una paliza que ni el Bayern de Munich el otro día.
Reparto de folletos con la letra del himno de Logroño
Según el Ayuntamiento de Logroño, más de 38.000 personas asistieron al lanzamiento del cohete en la plaza del Ayuntamiento. El año pasado se dijo que habían asistido unos 40.000, a los que había que añadir otros diez mil en las calles adyacentes. Más allá de estas complicadas y no siempre exactas ecuaciones, había mucha gente, con aplastante predominio de los adolescentes. A la entrada hubo reparto de pasquines con la letra del himno de la ciudad y luego se desplegó una pancarta con una de sus frases: «Nadie en Logroño se siente extranjero». El alcalde, Conrado Escobar, prendió la mecha, aunque antes colocó el cohete en la plataforma Noelia Alonso, trabajadora municipal con síndrome de down.
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