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Las cuadrillas han llenado de humo y de aromas a chuletillas la logroñesa avenida de Colón. Juan Marin
San Mateo 2023

Las chuletillas como exaltación del logroñesismo

Más de un centenar de cuadrillas ocupan la avenida de Colón y la llenan del humo de los asados en la guinda a las fiestas de San Mateo

Diego Marín A.

Logroño

Sábado, 23 de septiembre 2023

Desde la avenida de la Solidaridad hasta Duquesa de la Victoria, avenida de Colón era todo humo este sábado, pero no había incendio sino la ... XIII Exaltación de las Chuletillas Asadas que organiza la Federación de Peñas. Con la inscripción al evento se incluían 2 kilos de chuletas, una gavilla de sarmientos, una parrilla, una barra de pan y una botella de vino. Pese a que este año se ha celebrado después de la quema de la cuba, la mañana de sábado, a modo de guinda a toda una semana de fiestas de San Mateo, el evento ha propiciado que la calle del centro de Logroño se llenase, sobre todo, de buen ambiente. Más de un centenar de cuadrillas de amigos y familias, peñas y hasta asociaciones moteras como los Posturiders, así como los partidos políticos PSOE, PR+ y Vox, además de sindicatos como UGT, han pasado la mañana arrimados al sarmiento y acompañados de vino.

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Para la hora del 'brunch' la mayoría ya había dado buena cuenta del asado, casi más desayunado que almorzado. Y es que esto es una gloriosa exaltación del logroñesismo, comer en plena calle abrasándote las yemas de los dedos, con el aceite escurriendo por las muñecas. Ni La Laurel. «¡Esto es lo bonito!», subrayaba un hombre a su señora observando el jolgorio, quizá concierta envidia, desde la acera. Y es que la calle parecía una jira campestre. Algún grupo profesionalizado contaba hasta con tirador de cerveza. Ni los agentes de Policía Local ni los miembros de Cruz Roja han podido resistirse, ya al mediodía, a echar un bocado invitados por las cuadrillas.

Juan Luis y Juan del Río, padre e hijo, responsables de Frutas y Verduras Del Río, tienda situada en la propia avenida de Colón, habían madrugado, primero, para abrir el negocio, y después, como desde hace nueve años, para ofrecer el asado a la clientela. «Nos gusta tener atendidos a los clientes. Asamos chuletas, panceta, careta, costilla, choricillo, salchichón… lo típico riojano. Y para nosotros, vino y zurracapote», exponía Juan Luis. El método de fidelización de la clientela bien merece un curso de la Cámara de Comercio. «Yo tengo una clientela fiel y me gusta estar yo a gusto con ellos y ellos a gusto conmigo porque son los que me mantienen el negocio todo el año», apuntaba Juan Luis.

Gerardo Mendoza, vendimiador de 2015, celebraba la jornada junto a su familia. «Esto ya es una tradición familiar, llevamos creo que desde la primera edición disfrutando de estar con la familia», aseguraba junto a él Vanesa Vivanco. «Hemos madrugado, que ya somos padres de familia. La idea es pasar un buen rato. Hasta que nos echen. La excusa es poder juntarnos aquí, en plena calle», explicó Gerardo Mendoza.

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Para curioso, un grupo de Torrecilla en Cameros, celebrando el colofón de las fiestas de Logroño. «Muchos vivimos ya en Logroño y llevamos ya casi diez años juntándonos en las chuletillas. Hemos traído carne de Torrecilla, como salchichón, para asar. Pero hemos madrugado, que ya no tenemos edad para ir trasnochando», confesó Francisco Javier Ortega.

Alberto Martínez ejerció de cocinero de su grupo de amigos del colegio y, estos sí, alguno venía sin dormir. «Lo que se hace en los pueblos, ahora, sobre todo, en vendimia, lo hacemos aquí en Logroño. Y es un lujo poder usar el espacio público para la vida social», declaraba Alberto, eso sí, casi a voz en grito porque, por azar, a su cuadrilla le había tocado al lado de uno de los altavoces que amenizaban la jornada con música.

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Un poco más en intimidad, con su esposa, uno de sus hijos y su nuera, disfrutaba Félix Bernedo, célebre fotógrafo de la ciudad. «Entre que algunos hijos están fuera y otros, de resaca, no se han animado. Este es el primer año, pero el siguiente seremos más», advirtió Félix. «Vino hemos traído un caja, por lo que pueda pasar», aclaró el fotógrafo.

El periodista Jorge Gómez disfrutaba con sus amigos de la infancia. «Probamos como hace ocho años, nos encantó, y desde entonces no hemos faltado ningún año porque nos encanta. Es un día especial para despedir la fiesta. Pasamos un buen rato. Te descoloca un poco porque a las 14.00 estás comido y con unos vinitos, pero bueno», reconoció Jorge Gómez. Al final de la calle, junto a la ambulancia, un gran extintor esperaba solitario a que tal vez fuera necesaria su intervención. Era como el aguafiestas que nadie quería que apareciese, pero que allí acechaba.

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