Feria de Cerámica y Alfarería
Las manos que modelan el arteEl Espolón acoge hasta este jueves dieciocho puestos de artesanía que venden desde bisutería hasta animales de barro, de cazuelas a ramos de flores
Cécile Brillet traslada cada año su colorido taller de Oviedo al corazón de Logroño. No es nada extraño para aquellos que curiosean por El Espolón reconocer sus colgadores adornados con botones de cerámica. Para el salmantino Javier Hernández la experiencia es diferente. Es la primera vez que instala su artesanía en Logroño, diversa pero enfocada a la practicidad y puesta en valor de la cocina de olla y cazuela de barro. También se estrena María Jesús Sherrif, dispuesta a vestir de alegría y elegancia el menaje logroñés; mientras que Miguel Ángel Sánchez imprime de huellas de naturaleza su arte. Son algunos de los ejemplos que se pueden encontrar estos días en la Feria de Cerámica y Alfarería, que acompaña a las fiestas desde hace más de tres décadas y que siempre, de forma discreta, merece atención y miradas.
Es difícil pasar estos días de San Mateo por El Espolón y no detenerse a curiosear en los dieciocho puestos que se alinean en una muestra de arte alfarero y ceramista. El trasiego es constante. Algunos pueden pensar que su oferta no es para todos los bolsillos, pero un vistazo elimina estigmas de un plumazo. Allí se venden desde imanes y pendientes de unos pocos euros, hasta grandes figuras que llegan a las tres cifras. También cada persona encuentra su estilo y necesidad. Bisutería, flores cerámicas, vajillas, cuadros, mosaicos, muñecas, jarrones, botijos...
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«Aquí hay un público para todo y eso es lo bueno», reconoce Cécile Brillet, del taller Tierra i Fuego, que presenta una oferta colorida en tazas, cuadros, colgadores o lámparas: «Me gusta que mi cerámica transmita alegría». En la misma línea, Miguel Ángel Sánchez, de Villarubia de los Ojos (Ciudad Real), señala que «la feria es muy variada, con el mismo material encuentras cosas diferentes, merece la pena que la gente se pase». En su caso, traslada su pasión por la naturaleza a sus piezas, decoradas con la impronta de álamos, romero o hinojo.
María Jesús, de Tato Sheriff Studio, por su parte, llega desde Portugal para reivindicar las vajillas de loza «para que nuestras mesas vistan guapas», al tiempo que reconoce que «los logroñeses están siendo muy agradables» pese a que las ventas no son las que querrían, una impresión que se repite entre los artesanos. Y de muñecas a pucheros tienen en Alfarería Hermanos Hernández: «Hay que dar variedad», si bien reivindican el uso diario de sus piezas en la cocina, «donde se está perdiendo el uso del barro, es una pena». Hasta hoy, en El Espolón el arte se cuece, se expone y se vende.
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