Cualquier pobre es bienvenido a la Beneficencia
La actual 'Bene', que se inauguró en 1887, dio cobertura hasta casi finales del siglo XX a niños abandonados y enfermos dementes que no tenían dónde ir
Eran otros tiempos. Durante el siglo XIX la mayor parte de la gente pudiente fallecía en su cama, atendido por su médico particular, o en ... los balnearios más reputados. La gente sin recursos moría en casa, sola, o en casas de acogida.
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El clan de Sagasta, que mandaba mucho en España y en La Rioja, se planteó en 1881 construir una casa de la beneficencia en Logroño y, aprovechando los grandes espacios que había dejado en la ciudad el derribo de las murallas inauguró dicho centro en 1887, obra del arquitecto Jacinto Arregui en estilo neomedieval.
Dos años después, Diario LA RIOJA informaba de que aquella Casa de la Beneficencia, al final de la calle Marqués de Murrieta, ya albergaba a 487 personas, además de 194 lactantes entregados a nodrizas, 62 enfermos hospitalarios y otros 33 internos mentales.
Como narra el historiador Francisco Bermejo, «La Bene se concibió como un moderno centro integral de ocupación y reinserción a través del trabajo y la enseñanza de los niños y jóvenes, por lo que tuvo talleres de alpargatería, panadería, carpintería, hojalatería –por la importancia de la industria conservera–, así como cursos de 'enseñanza agrícola' e imprenta».
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Y, según el reglamento de la institución, contaba con maestros de oficios, un maestro de escuela, un director, un capellán y un portero.
Distribución por edades
Además de los niños expósitos y de los dementes –cuando, en broma, se decía que alguien estaba loco, es que «lo iban a llevar a Murrieta, 80», broma que duró hasta la muerte de Franco–, los internos estaban repartidos por edades en cuatro secciones:
–Los niños de 7 a 13 años estudiaban con sus maestros.
–Los de 13 a 19 aprendían un oficio.
–Los de 19 a 50 se ocupaban de las labores y trabajos en la casa .
–Los mayores de 50 colaboraban en la medida que podían.
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La Bene cerró como tal casa de acogida casi a finales del siglo XX y hoy alberga el Conservatorio de Música y las Consejerías de Educación, Cultura y Deporte y de Vivienda y Obras Públicas.
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