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Un momento de la actuación gestual representada por los alumnos de 6º del colegio Siete Infantes de Lara de Logroño, en recuerdo a su compañero Mario. Irene Jadraque
«El impacto del cáncer infantil es tan brutal que te trastoca todo»
Día Internacional contra el Cáncer Infantil

«El impacto del cáncer infantil es tan brutal que te trastoca todo»

FARO Rioja conmemora el Día del Cáncer Infantil en el colegio Siete Infantes de Lara con un acto en recuerdo de Mario Martínez, alumno fallecido en septiembre a los 11 años, y el foco en la importancia de la atención psicológica a pacientes y familias

Nuria Alonso

Logroño

Viernes, 14 de febrero 2025

«No es justo que se vaya alguien tan joven», reflexionaba con una serenidad apabullante Jennifer, mamá socia de la Asociación de Familiares y Amigos de Niños con Cáncer (FARO Rioja). Se refería esta joven al prematuro adiós de Mario Martínez, alumno del colegio logroñés Siete Infantes de Lara que falleció víctima de un cáncer en septiembre pasado a los 11 años. Precisamente el centro educativo fue este viernes epicentro de la celebración (adelantada porque se conmemora este sábado 15 de febrero) del Día del Cáncer Infantil, que congregó al alumnado, profesorado, padres y autoridades en un emotivo acto de recuerdo, homenaje y reivindicación.

En orden creciente por edad, esperaban pacientes los alumnos, desde 1º de Infantil hasta 6º de Primaria, con sus lazos dorados bien aferrados en solapas y batas. Sentados los más, con preguntas algunos, entre leves risas los menos. Sabían bien que el evento previsto en el polideportivo del colegio les tocaba de cerca: era el momento para recordar a Mario y apoyar a sus padres, a su familia, a sus compañeros... y a todas aquellas personas que, como ellos, se han visto sacudidas por el mazazo de un diagnóstico tan cruel como avasallador: el cáncer infantil.

Representantes de FARO con la vicepresidenta, Estrella Benito (2ªizda), Rubén Martínez (centro), Liliana Padrón (6ª izq.) y Jennifer (1ª dcha.). I. J.

Todo comenzaba con el discurso del director del colegio, Pedro Jesús García, que presentó el acto brindándoselo a Mario: «Allá donde estés, gracias por tus innumerables enseñanzas, siempre estarás en nuestra memoria, siempre tendrás un hueco en nuestro corazón». Ya entonces se percibían ojos enrojecidos entre el público adulto que contemplaba emocionado la solvencia de la orquesta escolar interpretando el 'Eso que tú me das', de Pau Donés, o que aplaudía enfervorecido tras la 'perfomance' gestual maravillosamente representada por los antiguos compañeros de curso de Mario. Luego, aún ataviados con ropajes oscuros, guantes blancos y la obligada lazada dorada, algunos alumnos de 6º evocaban a su amigo. «Ha sido difícil y durillo», contaba Lucas Cortés; «era nuestro amigo y le echamos de menos», decía Víctor Martínez; «hemos hecho una actuación con gestos para homenajearle, porque nos quedamos muy tristes», añadía Samuel Nadales.

Martín, otro estudiante del centro esta vez de 5º, también aportaba su comentario: «Este acto es para que los niños con cáncer sepan que les apoyamos, que la enfermedad dura un tiempo pero se puede curar y nunca están solos».

En ese acompañamiento vibrante, con los sentimientos a flor de piel y con las voces entrecortadas, destacaban los mensajes que dejaban las representantes de FARO para visibilizar que el cáncer infantil «es una enfermedad rara, distinta al de adultos, que necesita mucha investigación», en palabras de la vicepresidenta de la entidad, Estrella Benito, que abundaba en que los casos se han incrementado: de unos seis o siete de hace unos años a unos nueve o diez anuales. Otro hincapié reivindicativo lo expresaba Liliana Padrón, vocal de la junta de la asociación, cuando aludía a la salud mental de pacientes y familias: «Hay que destacar la labor de los profesionales de la psicología, muy importantes desde el momento del diagnóstico pero también durante todo el proceso. Se ocupan de prevenir un posible trastorno de tipo emocional, de apoyar, de acompañar, de orientar y de velar por el bienestar de los niños y de su entorno». El enfásis en esa atención psicológica lo argumentaba Liliana con su propia experiencia, pues perdió a su hija hace ocho años: «El diagnóstico del cáncer infantil es un impacto brutal que te trastoca todo; por eso, es tan necesario que desde un principio te puedan acompañar, te puedan echar una mano y guiarte durante todo el camino».

«Que los niños con cáncer sepan que les apoyamos, que la enfermedad dura un tiempo pero se cura y nunca estarán solos»

«Es muy duro seguir adelante, pero ayudan mucho gestos como estos que hacen en los colegios», admitía Liliana, que entiende FARO «como una segunda familia». Otra golpeada por esta terrible enfermedad, la familia de Mario, asistía al acto organizado en el Siete Infantes, el que fuera el colegio de su hijo y se rodeaba de los que fueron sus amigos de pupitre y sus profesores. Con una entereza que enmudecía a los allí congregados, el padre del pequeño, Rubén Martínez, agradecía enternecido el homenaje y el reencuentro con sus antiguos compañeros: «Es importantísimo el respaldo, es un proceso muy duro que por desgracia algunas personas tenemos que sufrir, pero todo este apoyo emocional nos supone de gran ayuda». «Hasta el último día los niños le dieron mucho a Mario, pero Mario evidentemente les dio más todavía, una gran lección de vida», rememoraba su padre.

El mismo vía crucis que puso patas arriba la vida de Rubén y su familia sacudió la de Jennifer hace casi tres años. De repente, un huracán con forma de leucemia atacó lo que más quería, su pequeño Mateo, que entonces tenía dos años y medio. Y casi todo se le vino abajo. «En el primer momento la noticia es muy desagradable porque te imaginas lo peor: de hecho, lo único que le pregunté a la médica era si va a salir adelante», recordaba Jennifer sobre el peor instante de su vida. El pronóstico de Mateo, para alivio de sus padres, no era desfavorable, pero quedaba un mundo hasta poder tocar esa campana que le liberara del terrible peso (los pacientes oncológicos hacen repicar una campana cuando culminan el tratamiento satisfactoriamente). «Nos ingresaron en el Miguel Servet de Zaragoza y ha ido todo bastante bien. Ahora ha terminado el tratamiento y toca hacer vida normal», detallaba feliz la madre de Mateo, no sin olvidar la contribución de FARO. «Al principio te sientes perdido y estás en una burbuja, así que ellos contactan para ofrecerte toda la ayuda disponible: psicólogos, papeleo, un piso donde quedarnos...», detallaba Jennifer, para concluir con una sonrisa agradecida: «Gracias a FARO podemos estar donde necesitamos estar, cerca de nuestro hijo».

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